Por tenerte a ti

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Lunes, 5 de junio de 2017
17:34

Tras despedirme de los compis de Zapeando, salí casi a la carrera de los estudios de Atresmedia. Ese día a diferencia del resto de lunes, había declinado amablemente la oportunidad de que uno de los coches de producción me acercara a casa, pues antes de volver para allá, debía pasar por la pastelería de mi barrio de toda la vida, para recoger la tarta que había dejado encargada esa misma mañana. La verdad, es que, últimamente, cada vez que volvía al que había sido mi barrio durante todos estos años que llevaba viviendo en Madrid, me entraba algo de morriña pues lo echaba de menos, pero para nada me arrepentía de haberme mudado con David, y menos aún, después de enterarnos que íbamos a ser papás. Ya no era una opción vivir separados, y no era justo que David se mudara a mi casa, y sobretodo por Ella, que estaba más que acostumbrada a vivir en su casa.

5 de junio, quedaba inagurada oficialmente la temporada de cumpleaños, que empezaba con el de David, para dos semanas después, continuar con el de una servidora. Como cada año, me daba la sensación de que el verano se había instalado de repente en la capital, y el trasiego de personas paseando por las calles, y disfrutaban de los primeros días calurosos del verano aprovechando para tomarse la primera cerveza disfrutando de las terrazas.

Si, definitivamente el verano había llegado para quedarse. A decir verdad estaba siendo el primer día verdaderamente caluroso, y mi cuerpo, lo estaba notando especialmente ese año. Notaba los tobillos hinchados, y los tacones que me acompañaban, no me ayudaban con esa sensación en absoluto. Estaba deseando llegar a casa y deshacerme de ellos, pero de momento, debía aguantar unos minutos más. Aparqué el coche en doble fila con los intermitentes puestos, pues no tenía ganas de buscar un sitio en la calle, misión prácticamente imposible por la hora que era. Tampoco me apetecía meter el coche en mi garaje para los escasos dos minutos que iba a tardar en recoger el pastel. Así que bajé del coche y con paso rápido entré a la pastelería, recogí el tarta de cumpleaños de David y tras charlar escasos minutos con las chicas que ya conocía desde hacía muchísimos años, volví a la carrera al coche. Coloqué la tarta en el asiento del copiloto para tratar así de que no se volcara, y puse rumbo a casa.

Miré por la ventanilla de reojo, y localicé la pequeña terraza de la que había sido mi casa hasta hacía escasos cuatro meses y me dio por pensar cuanto me había cambiado la vida en tan poco tiempo. Desde aquel día de agosto que me llamaron desde la productora de Gestmusic para comunicarme la idea de hacer un Reencuentro de OT, no había pasado ni un año, y mi vida poco o nada tenía que ver con la de aquel entonces. Por esas fechas un año atrás, ni me imaginaba que 365 después iba a volver a estar enamorada hasta las trancas, de aquel chico de los rizos, que escasos diez meses atrás me revolvía el estómago, cuando su imagen aparecía por mi cabeza. Ni que decir queda, que un año atrás, ni se me pasaba por la cabeza la idea de quedarme embarazada. Bajé la mirada hacia la barriguita y posé mi mano sobre ella por instinto. Si, definitivamente, mi vida había cambiado demasiado en los últimos meses. Pero para qué engañarnos, yo llevaba deseando que ese cambio se produjera desde hacía más de 12 años.

[...]

No llegó a media hora lo que tardé en llegar a casa, aparcar el coche y dirigirme con paso decidido hacia el salón. Localicé a través de la gran cristalera que daba al jardín, que padre e hija jugaban dentro de la piscina ajenos a mi mirada, y aproveché que estaban entretenidos para bajar de nuevo al garaje y conseguir esconder la tarta en la nevera sin ser vista. Volví a asomarme al jardín, para esta vez sí, llamar su atención.

-¡Queda oficialmente inaugurado el verano! -grité mientras me acercaba al borde de la piscina.

-¡Lauraaaa! -gritó la pequeña a la vez que alzaba los bracitos a mi lado dentro del agua para que la sacara de la piscina. La levanté con algo de esfuerzo y se enganchó a mi cuerpo como su fuera un koala, empapandome la ropa.

Sueños rotosWhere stories live. Discover now