Capítulo 22

1.1K 132 60
                                    

Ese momento en el que te das cuenta de que has sido egoísta, cruel y melodramático, e intentas enmendar las cosas, pero ves algo que desearías no haber visto, y te arrepientes. Entonces corres, te alejas, y vuelves a encerrarte en tu cubo de ansiedad e inseguridad. A final de cuentas todo sale mal, y no sabes a quien culpar. Es allí cuando te culpas a ti mismo por haber tomado las decisiones equivocadas.

Ver a Desmond con otro hombre me dolió. No sabía qué creer. No sabía qué decir. Era un desastre emocional total. Mis sentimientos me cegaban. Ni siquiera escuchaba explicaciones; únicamente me encerré en mi burbuja. Sentí que iba a colapsar.

Aún no entiendo por qué, siendo como era, Desmond me amaba.

Lo cierto era que yo seguía haciéndo, y estar alejado de él era una tortura, pero... me sentía incómodo estando a su lado, sabiendo lo que había pasado. Sólo quería olvidar eso, y ser feliz con él de nuevo.

—Rex... abre... por favor... —le pido, con la frente pegada a su puerta, pero él ni siquiera me responde. Desde que llegó de la escuela, no ha salido de su habitación ni me ha dicho nada. Desmond me llamó hace rato diciéndome que lo expulsaron, y eso me conmocionó. Estoy preocupado por él. Esto está afectándole más de lo que pensé. Es toda mi culpa...—. Abre. Necesitamos hablar... —le ruego una vez más.

—Déjame solo —me responde por fin, con un tono de voz apenas audible.

—Hijo... lo siento... Sé que esto te afecta, pero... sólo te pido que seas fuerte, en lo que tu padre y yo arreglamos las cosas... —Él no me responde—. Rex...

—Vete —es lo único que me dice.

Un nudo se forma en mi garganta.

No digo más, y me retiro a la sala.

Me acerco hasta el armario, y saco de éste una caja grande. Después la dejo en el suelo. Tendré que adornar yo solo.

Me siento en el piso, saco una serie de luces, y comienzo a desenredarlas. No quiero que el espíritu navideño se extinga. Mínimo quiero adornar, para alegrar un poco nuestro hogar.

Hacerlo era una costumbre que adorábamos. Desmond siempre se ha entusiasmado a la hora de poner los adornos, y siempre se encarga de poner la estrella en el árbol. Lastimosamente, me temo que este año no lo hará...

Mis ojos se vuelven cristalinos, y termino de desenredar las luces. Después saco otra serie, para hacer lo mismo.

—Aún no —recuerdo a Desmond decirme, tomando mi muñeca, deteniéndome, al estar a punto de colocar la estrella en el árbol—. Se pone cuando se termina de adornar todo lo demás.

—¿Quién dice? —repliqué.

—Yo lo digo —sonrió, y me la arrebató de las manos.

—¡Hey! —fruncí el ceño.

—Además, yo la pondré —añadió.

—Pero yo quiero hacerlo.

—¿Qué tal un piedra, papel o tijera? —propuso.

—De acuerdo.

Recuerdo haber perdido dos de tres, y haberme enfadado con él por no ponerla como quería, pero, al ver su rostro llenarse de alegría al hacerlo, me hizo cambiar de parecer.

Supongo que amaba ver a Desmond brillar como una estrella.

Supongo que amaba ver a Desmond brillar como una estrella

Ops! Esta imagem não segue nossas diretrizes de conteúdo. Para continuar a publicação, tente removê-la ou carregar outra.
La desdichada vida de Desmond GrimmOnde histórias criam vida. Descubra agora