Capítulo 37

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Cité a Scott a tomar un café. Las manos me sudan, y estoy nervioso. Anoche cometí una estupidez de grandes dimensiones, y ahora debo responder por ello. No entiendo cómo pude hacerle eso a Scott, siendo él tan bueno conmigo. Me ama... y lo traicioné. No hizo más que apoyarme y quererme incondicionalmente todo este tiempo. Soy escoria humana. Merece alguien mejor que yo; alguien que en serio lo ame...

—Hola.

Doy un respingo, y levanto la mirada. Scott se me acerca para besar mi mejilla, y, acto seguido, toma asiento frente a mí.

—Es grato cuando eres quien me hace las invitaciones —sonríe.

Me siento como una cucaracha.

—Scott... —para mi sorpresa, mi voz se oye temblorosa. Estoy muy nervioso y acongojado.

—¿Qué sucede? ¿Te encuentras bien? —me pregunta con seriedad, preocupado.

Mis ojos se vuelven cristalinos de un momento a otro. ¿Por qué tiene que hacerlo tan complicado? ¿Por qué tiene que ser tan bueno? ¿Por qué me es tan difícil corresponder sus sentimientos? ¿Por qué no sé valorarlo como se merece? ¿Por qué lo traicioné de esa manera?

—Desmond, estás preocupándome —toma mi mano. La aparto con cuidado, provocando que arrugue la frente, confundido.

—Scott —tomo aire, para armarme de valor—... creo que debemos terminar...

Él abre sus ojos de par en par, y guarda silencio unos segundos.

—¿Qué? —dice, al fin, con voz impostada—. ¿De qué hablas?

—Lo siento... —es lo único que atino a decir, y me llevo una mano a la boca—. Hice algo terrible... Soy la paor escoria que seguramente has conocido... Mereces a alguien mejor que yo; que te sepa valorar bien, y... te ame...

—Desmond, ¿por qué estás diciendo estas cosas tan de repente? ¿Qué sucedió? —su voz se escucha severa y sin vacilación. Diría que esto me duele más a mí que a él, pero sé que no es bueno expresando sus emociones; así que quizá, en el fondo, está devastado—. No me digas que esto es por... —de repente de oye molesto.

Bajo la mirada, y suspiro con pesadez.

—Sí, tiene que ver con él —confieso, con la voz quebrada—. Me acosté con mi exesposo anoche. —Levanto la mirada, para encararlo, tratando de contener las lágrimas lo mejor posible—. Lo siento mucho... No te merecías eso... Espero que puedas perdonarme, Scott...

Él no dice nada, y eso me desespera. Quiero que me insulte, me golpee, me diga que el peor error que cometió fue haberse enamorado de mí; ¡lo que sea! Pero no. En cambio, únicamente suspira, entrelaza sus dedos sobre la mesa, y desvía la mirada, dándole así un aire pensativo.

Finalmente, suspira; un suspiro triste.

—Supongo que era inevitable —dice, y me ve a los ojos nuevamente—. No te odio, Desmond. Tampoco estoy enojado. Un poco dolido, sí, pero te entiendo. Sé lo que es amar tanto a alguien, que dejarlo ir es simplemente imposible. Y dejar de amarlo es difícil.

»Sólo quiero que sepas que yo sí te amé, Desmond; y me será muy difícil olvidarte. Todo este tiempo que la pasé contigo fue grato para mí. Gracias por todo.

Se pone de pie, y se inclina hacia mí, para besar mi mejilla una última vez. Después se retira sin decir más. Únicamente lo observo alejarse, mientras mi corazón se hace cada vez más pequeño.

Rompo a llorar, llevándome ambas manos al rostro, pese a arriesgarme a llamar la atención de los presentes. En serio lo quería. Quizá no llegué a amarlo, pero Scott era muy importante para mí. Él me apoyó y trató bien en todo momento. ¿Cómo pude haberle hecho eso? Robin y yo ya no somos nada. Él está con otro. Lo nuestro terminó.

La desdichada vida de Desmond GrimmWhere stories live. Discover now