La mente del enemigo

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Las profundidades de la mente humana eran un misterio que ni la ciencia o la magia podían explicar del todo. Había tanto qué explorar dentro de una sola. Era un universo completo de secretos guardados en un solo receptor.

La imaginación era más importante ahí dentro que en cualquier otra parte.

Cuando Akko caminaba por la casa, sentía que la física y el tiempo no existían.

Por un momento, podía visualizar una fila de puertas a cada lado del largo pasillo en la casa, pero después, sin previo aviso, las paredes y todo a su alrededor, cambiaban de posición. Agrandándose, alargándose, dando una vuelta completa, u oscureciéndose tenebrosamente.

Varias veces había deseado vomitar, la cabeza se le revolvía y sus pies se balanceaban por el camino.

Pero seguía avanzando, buscando entre las puertas alguna que tuviera relación con lo que buscaba. Abrumada de buscar sin parar.

Su mente no daba para más. Estaba exhausta, sintiendo que poco a poco, mientras el tiempo relativo corría, una parte de su ser la abandonaba. Akko suponía que aquella sensación era lo que antes su maestra le había explicado. El sentimiento de opresión y cansancio, que nublaba tu mente y te volvía incompetente, no era más que una señal que denotaba el poco tiempo que te quedaba para perder la cordura y ser consumido. Y a Akko le preocupaba estar sobrepasando el límite de aquello.

El escenario parecía estar a su favor hace minutos, pues había dejado de moverse y se mantenía como en un principio, normal y sin misterios. Las puertas llevaban encima un cartel que describía su contenido, y eso ayudaba a la castaña a reducir sus opciones, sin embargo, habían algunas que no llevaban descripción encima. Aquellas metían en serios problemas a la joven, pues debía abrir cada una e ingresar para conocer lo que había dentro.

Cansada de buscar sin remedio entre largos pasillos que no parecían tener fin,  decidió cerrar la última puerta a la que había ingresado, suspirando con pesadez mientras llevaba su brazo a su frente y limpiaba el sudor. Relajándose un momento en la puerta mientras analizaba lo que le faltaba por revisar.

Akko: En mi vida... jamás hice algo tan cansado como esto...- se quejó en alto, arrugando su frente- Ojalá estuviera Diana aquí para ayudarme...

Bajó su mirada a sus manos, parpadeando con confusión al notar que su vista se nublaba y desenfocaba, notando que el ambiente era bochornoso y pesado.

Con dificultad, volvió a erguirse, tambaleando torpemente. Toda la habitación se movía bruscamente, de un lado a otro, las puertas se abrían y cerraban y toda la casa rechinaba. Fue inevitable para la castaña no golpearse contra las paredes, yendo de un extremo a otro, golpeando su cuerpo con fuerza sin posibilidad de librarse. Y aunque los impactos la dejaron aturdida, decidió que aquel lugar no sería su tumba, por lo que, reuniendo fuerzas, volvió a levantarse de su última caída, caminando con dificultad hacia el frente, sosteniéndose de la pared cercana. Sin embargo, un nuevo movimiento la hizo perder su equilibrio, y balanceándola de un lado a otro, terminó por hacerla estrellarse con una puerta.

Akko estaba a punto de suspirar aliviada al notar que los movimientos habían cesado, pero, apenas pudo reaccionar cuando la puerta donde su espalda se recagraba se abría, lanzándola dentro sin oportunidad de evitarlo, haciéndola gritar histericamente. Cerrándose justo después de haberla hecho ingresar a la fuerza.

...

Cayó en un césped maltratado, quemado y seco. El aire que entraba a sus pulmones le dolía, quemaba su pecho, aún así, comenzó a levantarse con dificultad, observando la zona donde había caído con temor.

SOLO A MÍ   [EDITANDO] Dove le storie prendono vita. Scoprilo ora