Capítulo XXVI.

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     Dipper abrió rápidamente sus ojos espantado.

Miró a su alrededor, viendo las blancas paredes del hospital. Observó que no había nadie cerca suyo, pues la mayoría de pacientes habían sido atendidos.

Llevó una mano a su pecho, sintiendo lo acelerado que estaban sus latidos, y como tu cuerpo temblaba ligeramente.

Bill se había ido para ayudar al hospital con todos los pacientes que aún quedaban y lo había dejado en aquella sala de espera. Debió haberse quedado dormido esperando, no recuerda en qué momento. Pero esa voz... fue muy real. Tanto que el miedo que sintió, lo hizo despertarse tan sobresaltado.

Observó sus manos, sintiendo los temblores de tenían y lo heladas que estaban, a pesar del cálido ambiente que brindaba la calefacción del lugar.

Los recuerdos de lo que había sucedido ese día llegaron de un solo golpe a su mente, causando un leve dolor en su cabeza.

Aún no podía creer todo lo que sucedió, lo cerca que estuvo a punto de morir por esa explosión, que, estaba seguro de no ser porque Wendy se encontraba al lado de donde sucedió, él sería el que se encontraría en esa camilla.

Al recordarla a ella, no pudo evitar fruncir el ceño. Estaba preocupado por ella, claro que sí. Pero en esos momentos la preocupación era igualada por el sentimiento de decepción. Había pensado que ella superó ese rencor que le tenía a Félix, y que entendía que por su bien había hecho todo eso.

Pero ese rencor había llegado más allá de lo que había esperado.

No podía creer que fuera capaz de demandarlo, y por su culpa... Félix había sido despedido de su propio hospital.

Se sentía herido con ella, su única amiga de su yo pasado, lo había herido de la peor forma. Lastimando a las personas importantes para él. Estaba enojado, pero no podía odiarla.

Intentó comunicarse varias veces con Félix, pero él no atendía las llamadas.

Estaba preocupado por él y su pequeña hija, sabía que a pesar de todo el pelinegro aún tenía ingresos gracias a su trabajo en otros hospitales, sin embargo, sabía lo frustrado que debía sentirse al ver que perdió una batalla que ni sabía que estaba luchando.

Había perdido su más grande logro, y ni siquiera pudo luchar por miedo.

¿Miedo a que?

No lo sabía, era otro de esos secretos que los que ni Bill, ni Félix hablaban, pero si expresaban en sus miradas.

Y Dipper comenzaba a sentirse más enojado, por darse cuenta de que en realidad, no sabía tanto sobre esos dos como creía.


. . .

Después de un poco más de una hora, Bill volvió a la sala de espera, encontrando a Dipper mirando fijamente hacia una pared, mientras estaba metido en sus pensamientos. No tuvo que ser un psíquico para saber que lo que rondaba en la cabeza de él, era sobre lo que había sucedido hace unas horas.

Sabía que debía sentirse impotente al no haber podido hacer nada para evitar que Félix fuera echado, y lo comprendía porque él se sentía de la misma manera, incluso aún peor.

Se acercó al castaño y se sentó a su lado, y aunque Dipper ya había notado su presencia, no había dejado de mirar hacia el frente.

—Dipper... —habló Bill, mirándolo preocupado.

El castaño lo miró y le dio una pequeña y débil sonrisa.

—¿Terminaste? —preguntó.

El rubio miró como intentaba ocultar toda esa preocupación tras esa sonrisa, pero Dipper no podía hacerlo, porque para él era casi imposible esconder sus emociones.

El último Pines || BillDipWhere stories live. Discover now