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Jin no recordaba la última vez que había salido con su madre, sintiéndose extraño al bajar del auto acompañándola a comprar los víveres.
—Que bonitos arreglos —halaga la mujer admirando las cosas de San Valentín —. ¿Quieres algunos chocolates? —el menor negó lentamente observando a su alrededor.
Entraron al supermercado, tomando un carrito de compras y avanzaron en silencio, por parte de Jin. Su madre le decía toda clase de maravillas sobre el mundo.
—Oh Jin, ¿puedes ir a traerme unos moldes para galletas en la sección siete? —señaló el número arriba del pasillo —. Está cerca, por favor.
Jin asintió para caminar a aquel lugar, con pasos lentos y sin mirar a nadie. Llegó al pasillo con algo de dificultad y se tuvo que concentrar en buscar aquello que pedía su madre. Un molde, sí, era eso.
Observó todo el lugar, confundido, caminando y viendo el aparador, cada vez más perdido.
— ¿Buscabas esto? —una mano le tendió un molde de corazones y círculos —. Hola.
— ¿H-Hola? —Jin siguió la mirada hasta el brazo del chico, subiendo hasta sus hombros y terminar por ver su cara, un sonrojo muy lindo tiñó sus mejillas al ver aquella sonrisa.
—Que lindo eres, ¿debería secuestrarte? —Jin frunció el ceño al escuchar aquello, iba a entrar en pánico cuando escuchó su suave risa —. Es una broma, eres demasiado bello para éste sucio mundo.
—Gra-cias —sus orejas seguro estaban rojas al igual que su cara —. Y... Gracias por esto... Uh...
—Tú ángel —le guiñó un ojo para darse media vuelta —. Oh, por cierto, no me has dicho tu nombre.
—Soy... S-SeokJin —habló lo bastante fuerte para que le escuchara.
—Que bello nombre, te diré Jin —el mayor asintió poniendo una mano en su nuca, nervioso —. Si te interesa, Jin a ir conmigo un día de estos conmigo al parque.
—P-Pero no... No te conozco —Jin mordió su labio, temblando por que no sabía qué decir, todo le parecía extraño.
—Ahora somos amigos, ¿qué dices? —el mayor asintió avergonzado —. Genial. Espero verte pronto —se despidió con la mano para irse de ahí.
Jin se quedó un momento contemplando al bello chico con una pequeña sonrisa y un sonrojo en sus mejillas.
—Bebé, Dios mío creí que te había perdido —la mujer soltó un suspiro de alivio —. ¿Por qué no fuiste conmigo?
—Y-Yo... —su madre abrió los ojos.
— ¿Sí bebé? —la sonrisa orgullosa de su madre le hizo sentir un cosquilleo a Jin.
—Co-nocí... Conocí a un amigo —habló en un tono bastante alto.
—Un amigo —su madre asintió sonriendo —. Eso es bueno, deberías salir con ese amigo —Jin asintió de acuerdo para seguir a su mamá hasta donde se paga.
