Capítulo 3: Los informes de Hanji

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Atravesó la arcada que conducía a las habitaciones y esperó en la oscuridad a que el grupo de soldados siguiera de largo. Sabía que, siendo él, podría pasar sin mayores contratiempos, pero no le convenía que lo vieran y acabaran por atar cabos sueltos después.

En la plazoleta principal divisó la ventana del cuarto personal que en el pasado había sido de Hanji. Usando el equipo de maniobras tridimensionales alcanzó el balcón. El interior estaba sumido en penumbras y conocía los horarios de limpieza a la perfección, sabía que nadie entraría allí para sorprenderlo.

Volver a hacer uso de sus viejas costumbres le dio cierta nostalgia y placer culpable. Si Irvin siguiera vivo, con seguridad, enarcaría las cejas con una sonrisa torcida y le daría algún que otro reproche paternal que en verdad no sería tal.

Una vez dentro del cuarto tanteó el piso con los pies hasta que pudo escuchar el sonido hueco. Levantar la alfombra recientemente colocada fue un trabajo pesado, pero por suerte había llevado consigo una cuchilla afilada temiendo esa clase de percances.

Levantó la tapa de madera encontrando allí el cofre; lo abrió para asegurarse que era lo que buscaba y, una vez cerciorado, colocó el contenido dentro de una bolsa que de inmediato se la ató al cuello, cruzándola por el hombro. Volvió a dejar todo en su lugar comprendiendo que no tardarían en darse cuenta que alguien había estado allí, pues el tajo en la alfombra era muy delator. No le dio más importancia de la que merecía.

Volvió a salir al balcón y agudizó los sentidos. Dos soldados por la derecha, uno por la izquierda. Optó por escalar un poco y acercarse a los de la derecha. Con seguridad estarían concentrados en la plática que mantenían y podría pasar mucho más desapercibido que si intentaba burlar a uno solo que podía estar más atento.

Bajó despacio para no hacer ruido con las poleas y como si fuera un alpinista llegó hasta el suelo. Los soldados estaban varios metros a distancia, pero no debía confiarse. La plazoleta conectaba cuatro pasillos, si prestaba atención solo a dos, alguien podía sorprenderle por la espalda.

Se refugió tras una columna y esperó a que se marcharan. Que lo vieran en esa zona ya no era tan incriminatorio, pero seguía prefiriendo pasar inadvertido. No obstante adoptó una actitud campechana por si alguien lo interceptaba. Se apoyó contra la columna y se cruzó de brazos.

Cuando los dos soldados pasaron a su lado, sin verlo, se percató del diálogo que mantenían. Lo involucraba de manera indirecta. No pudo escuchar mucho, ni tampoco nada que fuera demasiado revelador.

—No me da confianza, sigue siendo un titán… Más que arma, deberían deshacerse de él.

Rivaille frunció el ceño. ¿Qué puta obsesión tenía la gente con considerar a Eren un objeto y no una persona? No era algo desechable. Aunque admitía que su afán de protección, en el presente, se debían a razones muy diferentes que a las del comienzo. Sería hipócrita de su parte negar que en algún momento había pensado de Eren de esa misma manera… Hasta que lo conoció mejor.

Eren era un chico común y corriente, más de lo que la gente sospechaba. Sí, podía convertirse en titán, pero también tenía pasatiempos como cualquier otro ser humano normal. Reía, lloraba, odiaba, amaba, y todo con tal intensidad que, a veces y por momentos, era más humano que todos ellos juntos.

Estar en la Legión, tarde o temprano, convertía a las personas en individuos que pecaban de insensibles y fríos. Demasiadas muertes, demasiadas pérdidas, demasiada sangre. Llegaba el día en el que una muerte no era más es eso, un número rojo en las listas de bajas, y aun así se la vivía con intensidad. Un hecho contradictorio, pero era la realidad en la que vivían sumidos.

Resurrección (Shingeki no Kyojin) [Eren/Levi] {fanfic}Tempat cerita menjadi hidup. Temukan sekarang