Capítulo 6: Cristalización compartida

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La posibilidad de escapar se dio cuando ninguno de los dos la buscaba, ni siquiera cuando Eren la pretendía. Ese día pisarían la ciudad más grande de Sina en donde había enormes atracciones, muchas de ellas incluían animales que Eren solo había visto en los libros de Armin.

Quería disfrutar de la jornada, pero Rivaille lo había tomado del cuello de la camisa para arrastrarlo hasta un callejón y hablarle al respecto. Dentro de pocos días llegarían a la zona del conflicto y desde allí sería muy difícil escapar, no tendrían más opciones que seguir a la milicia y batallar.

Rivaille no lo creía capaz de resistir la tensión o de verlo lidiar con el irrefutable hecho de que matarían inocentes. Quizás Eren no se lo figuraba del todo, pero aquello sería una pesadilla para alguien tan ingenuo como él.

Era lógico aprovechar esa circunstancia: Estaban en una ciudad inmensa, ideal para escapar y Geo parecía confiar más en ellos, e incluso Rivaille se había ganado la aceptación de los soldados que estaban bajo su yugo desde hacía tres semanas. Había costado conseguirlo, y en el presente no dejaban de mirarlo como una amenaza. Sin embargo siempre lo habían mirado así en la extinta Legión e incluso cuando no era un titán.

Eren conocía ese viejo sentimiento, veía en esos jóvenes soldados las mismas expresiones que en antaño él portaba cuando estaba frente a Rivaille. Seguía siendo igual de mal humorado, regio y bajito. Eso no cambiaría nunca.

—Georgios sabe que te mueres de ganas de ver a los leones.

—Sí…

—Ponte pesado, dile que quieres ir a ver a los animales. Te dejará porque le caes simpático y comprende tu ansiedad. Yo estaré con el grupo en campo abierto, pero diré que me estoy cagando o algo y me iré…

—V-Vale…

—Nos encontraremos en la feria. Hay muchísima gente. Si el barbudo te dice que no te apartes, tú actúa como un joven de tu edad: desoye sus palabras y aléjate agitando los brazos al grito de "leones, quiero ver leones" o algo similar.

Eren empezó a reír pese a que Rivaille le hablaba con mucha seriedad. El hombre chasqueó los dedos para hacerle volver en sí. Tenía que concentrarse porque todo podía salir muy mal y ellos dos acabar muertos.

—¿Al menos puedo despedirme de él? —preguntó Eren en son de burla, pero al ver la intención de Rivaille de levantar una pierna y patearlo, se apresuró a aclarar—: Era broma.

Rivaille no se lo reprochó, porque le gustaba ver las mejillas rollizas del muchacho inflarse cuando sonreía de esa manera, mofándose de él y su capacidad envidiable para irritarse de un segundo al otro. Suspiró, llevó una mano a la cintura y siguió dando indicaciones de manera autoritaria, una de la que Eren estaba muy acostumbrado.

—Hay un puesto de manzanas…

—Hay miles, Rivaille…

—Pero hay uno en donde atiende una muchacha muy bonita —dijo, y vio que Eren fruncía el ceño; por eso para fastidiarlo agregó—: tiene unos pechos enormes.

—Ya… imagino que también unos bonitos ojos celestes y un cabello de ángel.

—Tú también la miraste bien.

—Me hacía ojos cuando entramos a la ciudad —mintió, porque en verdad no la había divisado entre tanta gente.

—Mentira, me los hacía a mí. —No supieron como terminaron mirándose frente a frente dedicándose un mutuo desprecio. Algo infantil e innecesario—. No importa, en ese puesto nos encontraremos.

—Vale. Pero me los hacía a mí —siguió insistiendo, mosqueado. Eren no era de aquellos que dejaban de lado una discusión sin haber ganado o al menos sin haber tenido la última palabra, y como Rivaille lo sabía y estaba más allá del bien y del mal, lo dejó ser.

Resurrección (Shingeki no Kyojin) [Eren/Levi] {fanfic}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora