Sin vodka no hay rave

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Los chicos se fueron a media noche y al fin pude disfrutar mi apartamento. Trate de irme a dormir pero al parecer tenia demasiados pensamientos en mi mente como para poder descansar. Una sensación rara me perseguía y no lograba descifrar en si que era. Salí al balcón y me senté en una de las sillas de mimbre. 

El clima ya estaba empezando a cambiar, el otoño ya iba a llegar a su fin y estaba abriéndole paso al frío invierno. Me estaba congelando, así que entré por una chamarra. Mi mirada se posó sobre el calendario que estaba en la barra de la cocina, y al fin descubrí que era lo que me tenia tan inquieta. Faltaba una semana para que acabara noviembre, y faltaban dos días para mi cumpleaños. Pronto tendría que preocuparme por comprar ropa abrigadora, pero todo en lo que podía pensar por el momento era en la fecha que se avecinaba.

Si hubiera estado en casa probablemente me estaría preocupando por mi futuro y por elegir una carrera. A pesar de que detesto celebrar mi cumpleaños, estaría emocionada y nerviosa por cumplir la mayoría de edad. Estaría buscando universidades con la ayuda de mis papas, pidiendo becas y estudiando para los exámenes de ingreso. Me estaría preocupando por mi graduación, planeando con mis amigas la ultima fiesta del bachillerato.

Pero nada de eso iba a pasar.

Ni siquiera podría entrar aquí a la universidad por que no tenia papeles para demostrar mi escolaridad, y ni de chiste iba a volver a cursar 12 años de materias.

Me termine durmiendo tarde, con la creencia de que me levantaría tarde, pero a las 7 de la mañana en punto ya había gente golpeando mi puerta. 

Abrí la puerta esperando que fuese uno de los chicos, pero en el umbral se encontraba un desconocido. Era un chico, unos cuantos años mas grande que yo. Tenia el pelo castaño largo, unos ojos verdosos y la estructura osea mas impresionante que había visto en mi vida.  Traía unos jeans negros, con un suéter color verde oliva y una mochila de cuero con correa al hombro, en las manos estaba cargando un pequeño contenedor. Trate de sonreír amablemente, pero me salió una sonrisa incomoda:

—¿En que te puedo ayudar? 

—Soy tu vecino, me llamo Timothée. Brooke me ha avisado que te mudabas, así que he decido venir a presentarme —me tendió una caja con un moño torcido. 

La gente estaba siendo demasiado amable con todo esto de la mudanza. En mis tiempos solo recibiría un "Bienvenida" y ya, aquí la gente me estaba llenando de regalos.

—Me llamo Victoria, gracias por detalle. —sonreí apenada mientras dejaba la caja en la barra de la cocina. 

—Bueno, voy rumbo a la universidad, pero cualquier cosa que ocupes estoy en el apartamento de arriba. —Se despidió con con un gesto de mano y se fue. 

 Cerré la puerta tras la partida de mi nuevo vecino pero no tuve ni oportunidad de regresar a abrir el regalo cuando los chicos cruzaron corriendo.

—¿Quien era ese? —preguntó Hyde mientras se cruzaba de brazos.

—El vecino de arriba, me vino a traer esto. —señalé la caja con la cabeza. —¿Listos para la fiesta? —me deje caer en el sofá junto a Hyde, pero este ni se inmuto con mi presencia.

—Joder que si, tu dinos que tenemos que hacer. 

Les empece a hacer una lista de las cosa que tendrían que comprar y las tiendas a las que tendrían que ir.

—Si empezamos ahorita puede que acabemos justo a tiempo. Saldremos en parejas, Kelso con Fez, Eric con Donna y Jackie, y yo con Hyde. 

Salimos todos en direcciones diferentes. Hyde y yo nos íbamos a encargar del alcohol, así que fuimos a la licorería. Compramos tequila, vodka, ron, y cerveza. 

—Que elegancia la de Francia. —Se burló Hyde cuando puse una botella de vino en el carrito.

—No todos somos felices con un barril de cerveza, algunos tenemos un gusto fino —le enseñe la lengua en un gesto infantil. 

—Si te gusto yo es obvio que no tienes un gusto fino. —sonrió Hyde burlonamente mientras me abrazaba por detrás.

—Creo que te acabas de auto quemar Steven. —me giré hacia él y coloque mis brazos alrededor de su cuello. 

—¿Van a pagar o no? —Nos asustó una voz a nuestras espaldas. El dueño de la tienda nos miró ceñudo mientras se cruzaba de brazos. —¿Traen ID? 

Hyde le enseño la suya y apuramos la compra. Nos detuvimos en la farmacia y después retomamos el rumbo a mi apartamento. Abrí la botella de vodka y le fui dando pequeños tragos en el camino de regreso.

Hyde me tendió la mano para que le pasara la botella de alcohol pero negué con la cabeza.

—No puedes tomar y manejar.

Puso los ojos en blanco pero al final sonrió. 

 —Sabes, te ves triste. —Observó Hyde mientras estacionaba la camioneta afuera del edificio.

—No es nada —Suspiré. Steven me volteó a ver y pude notar que no me creía, pero solo se encogió en hombros en un gesto brusco. 

No quería que nadie supiera de mi cumpleaños, odiaba celebrarlos, y no en el sentido de "no quiero nada para mi cumpleaños pero en el fondo espero una linda fiesta sorpresa" si no que era mas bien "odio celebrar mi cumpleaños, quiero estar sola"

Cuando apagó el motor de la camioneta le pase la botella y le dio varios tragos largos antes de empezar a toser. 

—Demonios Victoria, ¿como puedes tomar esto? Sabe a alcohol etílico.

Reí tontamente mientras sentía como el alcohol ya empezaba a fluir por mi sistema. Bajamos las cosas de la camioneta y al llegar al apartamento nos topamos con que todavía no había llegado nadie. Acomode las botellas en la barra y como ya no había nada que hacer le pedí a Hyde que me pasara lo que habíamos comprado en la farmacia.

Saqué el jarabe para la tos, las jolly ranchers y el slurpee

—¿Recuerdas cuando te dije que había otras drogas aparte de la marihuana? Esta es una de ellas.

Agarre el vaso donde serví el slurpee, le eche el jarabe para la tos y saque una de las pastillas:

—Este es el secreto —eché las pastillas y una de jolly rancher, tapé la boca del vaso con la mano y a continuación lo alcé y lo deje caer contra la mesa de un golpe. Serví la mezcla en dos vasos y le pasé uno:

—¿Listo para una fiesta de verdad?





Back to those days (That 70's Show)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora