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POV Camila.

Antes de la media noche Lauren ya se encontraba durmiendo en su antigua habitación, solía hacer eso después de un viaje fuese largo o corto, siempre quedaba agotada, también imaginaba que de tantas emociones encontradas la opción más viable que había encontrado era descansar. El señor Michael también había decidido acostarse minutos después de su hija, mientras que yo, aún sentada en la sala con Tay, compartíamos anécdotas de infancias y años pasados de la vida de mi ahora prometida. Por suerte y para tranquilidad de ambas, habían recibido muy bien la noticia.

— Pues sí... Lauren era tan rara de pequeña. — Concluyó su hermana haciéndome soltar una risita baja.

— Aún lo es. — Respondí negando con la cabeza. — Pero no podría vivir sin esa rara.

La conversación se extendió y aquella chica aprovechó el momento para compartir sus ideas y expectativas con respecto al día de la boda, la verdad yo no tenía mucho pensado con respecto a ella y sabía que Lauren quizá estaba tan perdida como yo, por lo tanto decidí seguirle la corriente a aquella castaña y parecer confiada en todo. Después de un buen rato, pasadas las 2:00 a.m. ambas decidimos ir a dormir, aunque al apoyar mi cabeza en la almohada, al lado de aquella ojiverde, mi mente no quería callarse, me refiero a que, estábamos en Cuba, podíamos hacer mil cosas al amanecer, pero hacía mucho tiempo que no venía, quería celebrar su cumpleaños de una manera especial ya que debido a la hora y el imprevisto de hoy no habíamos podido planear mucho, pero ¿qué podíamos hacer? Debí haberle preguntado a Taylor, tonta, tonta Camila.

— Camila, Camzi, despierta. — Escuché lejana la voz de Lauren. Me revolví un poco en la cama y me coloqué una mano sobre el rostro. — Amor, ya párate.

Volví a moverme entre los edredones mientras negaba con la cabeza, el frío de aquel lugar me invadió de inmediato y solté un bostezo, no quería levantarme, tenía muchísima flojera, sin embargo sentí las manos de mi novia acariciando suavemente mi cabello y una sonrisa corta se escabulló de mí. Así estuvimos un par de minutos hasta que decidí abrir los ojos para encontrarme con su rostro a centímetros del mío, se acercó a dejar un corto beso en mi nariz y soltó una risa tierna.

— Buenos días, futura señora Jauregui.

Aquellas palabras hicieron que mi sonrisa se ampliara y atrapé mi labio inferior entre mis dientes, sus ojos esmeralda se fijaron en los míos y mi mano acaricio su mejilla con ternura, no podía entender cómo esta mujer era tan preciosa, y tan mía.

— Vuelves a decirme así y juro que moriré de amor.

— Futura señora Jauregui, futura señora Jauregui.

Solté una risita y mis manos atraparon su cuello, la empuje un poco hacia mí y cayó a mi lado escondiendo su cara en el hueco de mi pecho, pasó uno de sus brazos por encima de mi abdomen y me abrazo por encima aprovechando de entrelazar sus piernas con las mías, soltamos un suspiro compartido y nos quedamos un buen rato en silencio, aquel despertar era peculiar, el clima, el lugar, como se sentía estar en la que fue su habitación por tanto tiempo, no lo sé, era un despertar un tanto diferente, un tanto mágico.

—¿Qué hora es? — Pregunté después de un rato, buscando mi celular con la mano entre las almohadas. Fue en vano.

— Creo que casi mediodía.

—¿¡Qué!? Dios, qué vergüenza con tu familia, pensarán que soy una floja.

Ella soltó una risa.

— Tranquila Camz, aquí el único que siempre madruga es mi papá.

— Igual, vamos a levantarnos ya.

You Are My Everything (Camren)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora