Re;Birth [Eldarya] (Re;Birth #1)

Capítulo XXXVII: Dragón.

Mi primera reacción fue huir de ahí. Escuché como la risa macabra de Leiftan resonaba por las escaleras, y sentí como la cabeza comenzaba a palpitarme con fuerza. El dolor era tan fuerte que comencé a sentirme bastante mareada, las escaleras frente a mí sintiéndose eternas. En un momento, mis piernas perdieron la fuerza que tenían hace apenas un segundo, dejándome caer de rodillas sobre uno de los escalones. Todavía me faltaba la mitad y Leiftan parecía haberse percatado de mi presencia.

Sus pasos se acercaban lentamente a mi posición actual, el sonido de su caminar proyectó ese sadismo que había escondido durante tanto tiempo. Maldita sea, ¿por qué nunca me di cuenta? ¿Por qué cuando tuve la respuesta frente a mí, me dedicaba a negarlo?

¿Por qué había confiado ciegamente en él?

Casi arrastrándome, logré llegar al sótano, pero todavía me faltaban las malditas escaleras que iban desde el sótano hasta la sala de puertas. Los pasos de Leiftan seguían al mismo ritmo, parando en algunas ocasiones. La lentitud de sus pasos era una tortura mental... ¿en serio valía la pena luchar contra mi destino? ¿Me perdonaría la vida si le decía que era yo? No; Leiftan nunca fue la persona que yo creí. Un ser tan despiadado no podía guardar ningún tipo de sentimiento verdadero. ¿Habrá sentido algo al ver morir a tanta gente por su culpa?

—Tienes cinco segundos para escapar, quien quiera que seas~.— canturreó con malicia, el filo de lo que supuse había sido la daga con la que asesinó a esa chica resonando contra la pared. —Si no huyes, no te torturaré, porque a fin de cuentas... te voy a atrapar.—

Ahogué un grito al escucharlo, y la fuerza que mis piernas habían perdido se recobró en ese instante. Los segundos pasaban de una manera tan lenta y rápida a la vez... todo parecía una pesadilla. Dentro de mí, tenía la esperanza de que todo fuera sólo eso; un sueño. Que el sueño había comenzado desde que opté por buscar a Leiftan. Que dentro de poco despertaría, iría a buscarlo y estaría tranquilamente dormido. Que me encontraría a esa chica, viva y con una sonrisa en el rostro.

Pero mi tiempo en este mundo me había hecho saber de la manera más cruel posible que las pesadillas, sobre todo las peores, siempre son reales.

Justo cuando alcancé el primer escalón de la infinita escalera que me llevaría hacia la luz, alguien me detuvo con fuerza, el filo de una daga rozando mi cuello. Incluso, podía jurar que un mechón de mi cabello había sido cortado en ese momento. Cerré los ojos, casi rendida a morir, pero... el agarre se destensó un poco, y al abrir los ojos, me di cuenta de que era Ashkore. Con la mano que sostenía el arma, me hizo la señal de no decir una sola palabra, cosa que obedecí automáticamente.

Comenzó a caminar de manera apresurada, forzándome a ir todavía más rápido que él. Nos acercamos al cuarto donde Nevra guardaba todos los aparatos de entrenamiento que usábamos, abrió la puerta y prácticamente me aventó ahí. Quizás era por el estado de shock en el que estaba, pero... no podía lograr sentir nada. Incluso en el momento de caer en ese cuarto polvoriento, no sentí nada. Estaba en ese punto en el que incluso una flecha podía atravesar mi brazo y no sentiría dolor alguno.

Ashkore cerró la puerta con cuidado, y las náuseas comenzaron a invadirme. Llorar, gritar... tenía tantas emociones dentro de mí que era imposible poder describir mi estado de ánimo en este momento. Aproveché ese pequeño momento de calma para recostarme en el piso, cerrar los ojos y pensar en una maldita solución, pero... por más que lo intentaba, no lograba pensar en nada que me sacara de esta situación y que no les costara la vida a más personas.

Sentí como mi garganta quemaba de repente, por lo que me incorporé y contuve ese vómito que amenazaba con salir. El sentir como regresaba me hacía sentir de la peor manera. Ácido... no había otra palabra para describirlo. Incluso si no había ingerido nada en forma este día, me di cuenta de que una emoción tan fuerte como el miedo era capaz de hacerme sentir al borde de la muerte.