|• Uno •|

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—Mamá, ¿Cómo se te ocurre que puedo cuidar a la niña? —pregunto mientras alzo mi ceja derecha.—

—Hijo, es solo tres años menor que tú. —contesta mi madre como si fuera lo más lógico del mundo.— Y no la vas a cuidar, solo estarás al pendiente de ella mientras nosotros y sus padres vamos a cerrar el trato con los inversionistas.

—Tu lo has dicho, ella tiene edad suficiente para cuidarse, sola —ruedo los ojos y suelto al tiempo un suspiro.—

Mi madre parece no entender que no quiero cuidar a la niña. Recuerdo que de pequeña se comía hasta su cabello, y cuando reía parecía un puerquito, sin mencionar sus dientes chuecos y amarillos.

Ésto solo me quitaría prestigio ante mis amigos.

—No hay punto de discusión, vives bajo mi techo, mis reglas —fué ahí donde me dí cuenta que no diría más y que mi negación sería en vano.—

Además solo estoy de visita porque mi departamento está en remodelación gracias a la última fiesta.
Sin más y en silencio dejo todo lo que compraría de despensa en la barra de la caja mientras la chica se concentra en marcar cada artículo y cobrarlo.

—¿Cuándo se irán y por cuánto tiempo? —pregunto una vez que estamos en la camioneta de regreso a casa.—

—Nos vamos éste fin de semana para el lunes muy temprano estar en las oficinas y probablemente duremos un mes —dijo restando importancia.—

¿Un mes? ¿Mi madre está loca o qué?

—¿Cómo que un mes? ¿Qué les pasa por la cabeza? No puedo ser responsable con ella tanto tiempo —me detengo en un semáforo en rojo.—

— Escúchame bien Alexander Andrew Lodge Morgan, no te estoy preguntando, es una orden y la vas a cumplir, no hay punto de discusión y no hay un maldito pero, ¿Entendiste? —dijo de forma firme a lo cual ya no podía poner una objeción nuevamente y mi vida comenzaría como una tortura.—

Así que sin más terminé asintiendo solamente en respuesta y no me quedaron ganas de seguir hablando.

Toda la tarde la pasé en mi habitación hasta en la noche cuando se suponía que Milena llegaría, prepararon la cena como si fuéramos a recibir a alguien de la realeza y el servicio se lució.

Ella entró éste año a la Universidad y yo estoy un semestre abajo para graduarme, eso quiere decir que además de pasar tiempo en casa también la estaría viendo en la universidad.

La tengo que llevar y traer, parecía un, ¿Niñero?
Qué buena broma.

Llegó la hora en que los Rochter llegaran a casa y de verdad, no había sentido tanta atracción al momento por alguien, desde que conocí a la capitana de porristas cuando llegue a la universidad.

Joder, un vestido negro ceñido al cuerpo, su cabello caía sobre sus hombros, y ese labial sobre sus labios de un rojo pasión haciéndolos antojables, sus piernas bien torneadas y sus curvas resaltaban de una manera extraordinaria.

De un momento a otro una imagen de ella sobre mi rezago y mis manos recorriendo todo su cuerpo se hizo presente en mi mente. Perdido en aquél pensamiento sin darme cuenta sus ojos y los míos hicieron una conexión dónde sentí mi cuerpo arder, parecía que ella leía mi mente, pues sus carnosos labios se entreabrieron soltando un suspiro.

Trago en seco y me doy cuenta que mi mirada es de un cazador por su presa, estaba deseoso de ella.

Nuestras familias se saludaron y pasamos al comedor. Agradecí internamente, pues mi miembro no se notaba en mi pantalón, y estaba duro, ella lo había puesto así y no había hecho más que cruzar mi puerta.

Será un mes muy interesante sabiendo que la tendré en casa.
Bajo mi supervisión.

Milena se instaló en su habitación, para mí suerte estaba frente a la mía.

Era gracioso porque yo mismo me estaba contradiciendo, en la mañana no quería cuidarla y ahora quiero que mis padres se vayan ya.

En la cena crucé un par de palabras con la chica y fué todo, pero me enteré que había entrado a las porristas, así que bueno, no podía quejarme.

No quedaba nada de la niña que conocía desde que ella tenía ocho años, y es que sus padres tomaron cuidados especiales con ella. Se los agradezco.

Pasé la noche con mi mano debajo de las cobijas descargando todo deseo de la chica, no aguantaba a que alguien lo sacara de mi al día siguiente.

Siendo ya viernes no perdí tiempo en buscar quién terminara de satisfacer a mi miembro.

No traje a Milena, pues ella se quedó hablando con sus padres.

Estábamos en clase de biología, sentados en parejas, todos usamos uniforme y dios, las faldas me re ponen.

Ámbar estaba a mi lado, en momentos subía su pierna izquierda a mis piernas y yo acariciaba ésta hasta la orilla de sus bragas mientras miraba como su piel se erizaba y su respiración se entrecortaba.

Tenía suerte de que los escritorios estuvieran cubiertos y que estuviéramos hasta mero atrás.

Las otras veces ella pasaba su mano por sobre mí miembro, quién estaba encantado.

Fue un momento en el que no aguantaba más y la adrenalina pasaba por todo mi cuerpo, mi mano ya no hacía caricias inocentes, sí no que comencé a acariciar su entrepierna y dar pequeños golpes a su clítoris estimulandola.

Su rostro fue un poema, no olvidaría como rodó sus ojos y como el profesor logró ver esa acción porque se puso blanca como la nieve y rápidamente nos acomodamos en nuestros asientos.

Cuando el señor Mark llegó hasta nuestro lugar todo era como si nada hubiera pasado. Nos dió una mirada como si nos investigara y siguió con la clase.

Solté un suspiro y dí un apretón al muslo de la chica. No me quedaría con la ganas.

—Es nuestro momento —le susurro a Ámbar al oído cuando el salón se quedó vacío.—

Pedí a mi mejor amigo que cuidara la puerta mientras nosotros terminamos lo que habíamos empezado.

Monto a la chica en mi regazo y ella sin que se lo pidiera comenzó a moverse presionando su entrepierna en mi erección.

—Alex ... —dijo en mi oído de una forma tan sexy que provocó aclarara mi garganta.—

Desabrocho los botones de su camisa del uniforme dejando ver sus senos, comenzando a repartir besos en éstos, dejando un par de marcas. Ella pasaba sus uñas por mi espalda mientras jadeaba.

Rápidamente bajo el cierre de mi pantalón liberando mi miembro el cual había comenzado a incomodar y jugué con el en su entrepierna, haciendo a un lado sus bragas.

La chica se movía tan delicioso que provocaba la deseara cada vez más.
Coloco mi miembro en su entrada y Ámbar dió un sentón brusco ocasionando la penetrara profundame, ahogando nuestros gemidos en un beso apasionado.

¿Niñero? [+18]Tempat cerita menjadi hidup. Temukan sekarang