|Once•Dos|

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Alexander.

El estar en la cama con Milena parecía algo tan simple, pero era más. Era una chica tan tranquila, competitiva, pero me gusta de cierta forma cada una de sus facetas, ya habían pasado al menos dos semanas y media desde que nos habíamos quedado solos en casa, y me parecía que la conocía de toda la vida, sin importar el tiempo que habíamos estamos sin saber el uno del otro. O al menos yo no sabía de ella.

La forma en que me miraba en lugar de a la película me causaba cierta ternura. Esa mañana nos llevaron el desayuno a la cama, y por los analgésicos que me había dado mi nana el dolor muscular era menos.

—¿Cómo te fueron estos días sin mí? Y ¿A cuántos idiotas tengo que partirles la cara por tratar de ir tras de tí? —indagué con voz tranquila, sin ir a presionar alguna respuesta.

Sabía que algo había, Aarón no había dicho nada, pero estaba seguro que mi intuición no fallaba.

—A ninguno, tranquilo —ajá, trató de titubear pero le ganó el mirar a la película.— todo estuvo normal, incluso el Aarón parecía goma de mascar pegado a nosotros cada que podía.

Si él estuvo con ellas, seguro no hubo mucho que decir, pero aún así, si no es por ella, por alguien más me daré cuenta que pasó.

Decidí dejar ese tema por la paz, me abracé a ella y dejé mi rostro en su cuello comenzando a dejar pequeños besos húmedos en éste y en momentos pausaba a sol rozar mis labios con su piel erizada.

—A... Alex...

La escuché tragar en seco y continué hasta que un gemido salió de sus labios. Me prendió ese momento, me había contenido de cualquier cosa cuando la ví desnuda al salir de la ducha, pero escuchar aquello fué la gota que derramó el vaso.

—¿Sí...?

Pregunté sin parar los besos y subí una de sus piernas sobre mi abdomen acariciando ésta, llevaba mi mano hasta la orilla de su short y poco a poco subía éste.

Me quejé cuando sus uñas en mi pecho arañaron éste, pasando por algunos moretones. Se separó un poco asustada pero negué en forma de que todo estaba bien. Me dí la libertad de continuar con las caricias. Mis besos bajaron hasta sus senos a los cuales solo cubría la fina tela de aquella blusa de tirantes.

Sus dedos de enredaron en mis rizos y tiraba de ellos al tiempo que gemía.

Dulces gemidos, tan exquisitos.

Metí mi mano debajo de la tela de su short acariciándo ahora su trasero apretándolo a mi antojo.

De un movimiento me coloqué entre sus piernas rozando así mi creciente erección en su feminidad haciendo presión entre ambos.

Arqueó su espalda y volvió a gemir cerrando sus ojos con un poco de fuerza.

—Alex por favor... Follame.

Pidió entre jadeos a lo cual no me pude resistir, bajé mis besos por su abdomen después de llevar la blusa hasta su cuello dejando al descubierto aquellos hermosos pechos de pezón a color de un buen café, aquel café que te vuelve adicto.

Me deshice de su short y bragas dejándola desnuda, aquellas preciosas y firmes piernas se abrieron por inercia ante mí y no dudé ni un segundo en ir a besar la cara interna de sus muslos, realicé un camino con mi lengua hasta su húmedo centro deleitando mi lengua con aquella humedad, líquido que indicaba su placer en aumento.

Lena no reprimía sus gemidos los cuales me ponían a mil, mi lengua de concentró en su clítoris chupando éste y en forma de circulos. Con uno de mis dedos acariciaba su bien lubricada entrada.

¿Niñero? [+18]Where stories live. Discover now