Capítulo 6

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Estoy en mi cuarto de adolescente...

¡¿Cómo demonios se supone que llegué aquí?!

Ni siquiera tengo algún rastro de algo parecido a la resaca o de haber sufrido algo más grave debido a la nociva mezcla de alcohol y una dosis no adecuada de un fármaco delicado.

Mi vista se pasea por todos lados; todo está exactamente igual que hace veinte años. Y no tiene sentido, porque muchas cosas que formaban parte de mi cuarto, como mis cómics, se fueron conmigo a Nueva York cuando me mudé, pero ahora todo está intacto, incluso está la pequeña tv digna de la época donde solía jugar videojuegos en mi vieja consola y ver películas, dicha tv fue desechada en 2001 si no me equivoco, porque se echó a perder y no tuvo arreglo.

Pero, como ya he dicho, todo está como si hubiese vuelto a aquella época...

¿Será que estoy todavía en el proceso de morir y mi vida está pasando frente a mis ojos? Oh, bueno, eso no tiene sentido. Porque no he visto mi infancia, y tampoco estoy teniendo una sucesión de imágenes, sólo estoy aquí... Lo cual es más insólito aún.

Con un poco de miedo, decidí levantarme de la cama y caminar hacia mi espejo de cuerpo completo, el cual está adornado con stickers de caricaturas que ahora (en 2018) son consideradas retro. Y el miedo me invade cuando veo al Gerard adolescente frente a mí. Me veo muy niño, mi cabello está teñido de negro y largo, mi piel está mucho más bonita y lozana que la del actual yo de treinta y ocho años, parece la piel pálida de un bebé.

Bien... Quizás mi intento de suicidio sólo me ha provocado alucinaciones.

Pero todo se vuelve cada vez más raro cuando escucho la voz de mi madre, pidiéndome que me dé prisa. Salí del cuarto, creyendo que allí terminaría el sueño, pero me encontré en el segundo piso de la casa de mis padres. Bajé las escaleras de a dos en dos y corrí hasta la cocina.

Me encontré con una escena que antes solía ser muy común; todos en la mesa redonda que conformaba el comedor, excepto mamá, quien termina de preparar el desayuno mientras que papá lee el periódico bebiendo una taza de café, Mikey está a su lado; un Mikey demasiado pequeñito, como de unos nueve años. En la radio sobre el refrigerador, una emisora está tocando Stand By Me de Oasis.

Mi mamá comenzó a servir el desayuno en la mesa, colocando primero el plato de papá con hot cakes y huevos revueltos. Antes de regresarse con el plato de Mikey y el mío, me dio una mirada rápida. Me puse nervioso, es raro ver esta versión más joven de mis padres.

— Gee ¿Por qué no estás vestido aún? Se te hará tarde para el colegio.

— Si no te apresuras, no podré llevarte, Gerard. — Alega mi papá, haciendo su periódico a un lado y dándole las gracias por la comida a mi mamá con una sonrisa y un simpático guiño. — Deberás tomar el autobús.

— Y-Yo... Este... E-Eh... — Todos observan con extrañeza cómo titubeo y parezco un tonto sin decir o hacer nada.

En eso, la canción termina y el locutor de la estación de radio sintonizada dice que son las siete y veinte minutos de la mañana del miércoles... Del 25 de febrero... De 1998...

Se supone que tengo diecisiete años, y Mikey no tiene nueve sino diez. Eso me dejó más estupefacto, y más ansioso porque ocurra la parte donde el sueño se vuelve extremadamente raro e irreal. Sólo estoy esperando una distorsión en mis recuerdos... O morir. Seguramente estoy alucinando en la sala de mi departamento, convulsionando con espuma en la boca, y ya que nadie me encontrará, la alucinación terminará en cualquier momento y moriré... Eso es lo que estoy esperando.

1998; FrerardWhere stories live. Discover now