Campamento MUGGLE [HARCO/DRARRY]

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 LA CRISIS DE MI PADRE

Esto es una mierda —pensó un rubio dentro de un bus muggle. —Una maldita mierda en la que fui sometido por el desequilibrio mental de mi padre. Después de Voldemort creí que sus "magnificas ideas" para el progreso de la familia Malfoy terminarían... Me equivoque —el arrepentimiento en sus pensamientos era más que notorio y el por qué no estaba causando un alboroto con su melodiosa y quejicosa voz dentro de la denominada por él cómo "hojalata muggle con ruedas" además de estar lanzando Obliviates a quienes se lo queden mirando por sus quejas, es porque ya se encontraba en la miserable etapa de aceptación. El momento de lanzar maldiciones y quejas ya avía pasado de una manera muy humillante. —Papá prácticamente me echó de casa para estar con muggles todo el verano, para que según él y citando "Consiguiera una mejor actitud" aun lo recuerdo y el solo recordarlo me revuelve el estómago, además de la muy creciente preocupación de que mi padre ya había tocado fondo.

—Muy bien... ¡Largo!

—¡¿Qué?!... ¡No! ¡No quiero! —Respondió un colérico Draco.

—¡Consigue una mejor actitud con un demonio! —expreso con hartazgo —. Ya es hora de que cambies esa actitud Draco. Ya no puedes seguir así de prejuicioso y renegado. Sabes a dónde nos llevó y tú no vas a volver a formar parte de eso. Ahora formarás parte de este cambio te guste o no —la pared que representaba su mirada ante cualquier réplica hizo que Draco no protestará ante tal disparate. — Así que aquí están tus cosas —dijo realizando un movimiento de varita apareciendo a la vez las maletas mencionadas —. Y te vas a ir a ese campamento muggle mágico del que soy copropietario... —ante la sonrisa pícara que se comenzaba a formar en la cara de su hijo decidió cortarle las alas a los múltiples planes que comenzaban a formarse en la mente de su vástago —. Y no Draco, no le vas a decir a nadie que yo soy uno de los dueños porque juro Draco que si lo haces te envió a uno de puros muggles ¿Me entendiste? —Determinó Lucius de una forma tan amenazante que cortó el brillo en los ojos del joven de pelo plateado al emitir sólo la primera sílaba. Un brillo que Lucius Malfoy conocía tan bien que daría su mano derecha si apostara que otra vez su hijo contemplaba la oportunidad de usar otra vez sus influencias con los que lo rodean.

—¡Esta bien!... Lo are, pero que conste que no prometo nada —recrimino con desdén, la sola idea de pasar su verano antes de volver a Hogwarts con muggles le enfermaba y no tenía reparo en demostrarlo.

—Oh...claro que lo harás Dragon —respondió Lucius de una manera tan rasposa y lenta que a Draco le recorrió una corriente de espasmos en su columna vertebral al notar el peligro en el que se encontraba. Para ser más específicos desde su coxis hasta su cuello.

Esto no va a ir a ningún lado del cual salga bien parado —pensó Draco.

—No, espera...No papá... ¡No lo voy a jurar y no me puedes...! —No hubo más quejas, la puerta de Malfoy Manor fue cerrada con un Draco Malfoy apunto de ver, vivir y jurar lo que nunca creyó que podría ser obligado a jurar en toda su existencia. 

Definitivamente estaba pasando, no vía dudas. Su padre había tocado fondo y lo estaba arrastrando con él.

—Mira padre; yo se que han sido días difíciles para los dos y sé que acepté esto, aunque preferiría contagiarme de viruela de dragón, pero esto, esto es insultar a todos nuestros ancestros — dijo Draco sin dejar de ver el autobús noctámbulo estacionado frente a Malfoy Manor.

—Wow nunca creí que llegaría el día en el que paráramos frente a "esta" mansión ¡Ernie! ¡Asegúrate de tomar una foto de verdad esta pasando, llegó el día! — exclamó Stan Shunpike el cobrador de boletos del autobús noctámbulo —. Cierto, casi lo olvido. Yo la guardé... ¿Dónde la puse? —Se preguntó mientras se dirigía a buscar dentro del autobús la cámara.

El patriarca Malfoy solo dio un suspiro, rodó los ojos y procedió a dar la segunda patada a su hijo en ese día. Esta vez a diferencia de la primera no lo sacaba de la casa, está lo empujo dentro del autobús dejándolo en el suelo de las escaleras principales en una posición lastimera y algo patética con sus brazos intentando mantener a su humanidad frente al piso y logrando por fin sentarse.

—¡Hay, oye! ¡Eso no era necesario! — exclamó ante el dolor del choque contra el metal y la patada. Además de expresarlo con un tono de hartazgo.

—No me interesa si nuestros ancestros se están retorciendo en su tumba. Tú vas a ir allá en este autobús y a medio camino te dejaran para que tomes otro, pero muggle.

Draco desencajó el rostro ante tal abominable revelación y antes de que pudiera decir algo sus maletas fueron lanzadas hacia él a punta de varita logrando casi darle en su cabeza. Agradeció a sus reflejos por esa impresionante demostración de acción rápida y a que estaba aún en una semi posición fetal en las escaleras lo cual lo dejo a una distancia provechosa para no recibir de lleno su equipaje contra su cuerpo. Alguien que no podría agradecer sería el cobrador que recibió casi todo su equipaje con su cuerpo al tomarlo por sorpresa —¡Ernie ya encontré la cámara! ¡Ah! ¡Hay! —Se quejó Stan ante el dolor que le provocaron las maletas mientras que por reflejo soltó la cámara. Y por suerte o por unos muy buenos reflejos del conductor, Ernie atrapó la cámara y tomo una foto desde donde se encontraba capturando un momento muy peculiar y digno de enmarcar y colgar en el muro de logros. 

Desde dentro del autobús se enmarca la imagen de un muy adolorido cobrador con maletas encima de su cuerpo con una cara de dolor inmenso, un Draco Malfoy mirando con cara traumatizada a su padre y a un Lucius Malfoy con cara de "ya lárguense maldición" junto a la cabeza reducida caribeña que estaba colgada cerca del parabrisa y todo esto con la mansión Malfoy de fondo en el horizonte. Rita Skeeter pagaría miles de galeones por esa foto. 

—Hay... ¿Por qué? — soltó como queja lastimera mientras contenía el dolor encorvandose en el suelo.

—No quiero oír más quejas Draco. Irás en un autobús muggle porque irás a un campamento muggle mágico de convivencia y mejor temprano que tarde el que te vayas acostumbrando a eso — hizo una pausa al ver que el cobrador ya no se retorcía de dolor en el suelo metálico e intentaba pararse sobándose el cuello por el dolor del impacto —Ya es hora...—el cobrador y el conductor lo miraron con una pizca de asombro y Stan reaccionó mirando su reloj de bolsillo confirmando lo dicho —llévatelo —dijo de manera cortante y con la elegancia seca y suave que lo caracteriza. Ambos asintieron y el patriarca procedió a cerrar rápida y tajantemente la puerta de un tiro. Realizó una desaparición y dio por concluido el embarco de su hijo.

—Hay no, esto no puede estar pasándome por Merlín —intentó consolarse un intento de resignación. Pero para su mala suerte ahora mismo su resignación vino con una extraña certeza. A él no le extrañaría que algo aún peor y raro le pasara.