Atrapado

3 0 0
                                    

Decidí que ya era hora de un cambio, el valle arbolado que rodea el terreno de los Waken, mi familia, me aburría enormemente, la sosegado de los días me carcomían la paciencia esperando que algo interesante ocurriese, pero nada pasaba, las mañanas pasaban con la brisa del viento y el cantar de los pájaros, el mugido de las vacas y el relinchar de los caballos en el establo, me sentaba en la mecedora de mi tatarabuelo a leer hasta que llegara la tarde, momento en que salía a recorrer el valle montado en Cydon, mi fiel corcel, íbamos desde la salida de la valla hasta casi las montañas que estaban separadas por un río azulado que transportaba peces y arrastraba un sinfín de objetos sin valor que la gente tiraba al torrente. Luego de la tarde de cabalgata llegaba la noche en la que mis primos llegaban a llenarnos de historias y fantasías que recopilan en sus viajes a la capital... la capital... cuanto añoro poder ir y ser yo el que vuelva con historias y anécdotas... pero mañana, por fin mañana será ese día.

Me levanté temprano, mis maletas las había hecho ayer antes de dormir, me aseguré de llevarme todas las cosas que necesitaba e incluso las que no, por si acaso.

El carromato no iba ni muy cargado con lo que me llevaba, los caballos galopaban por el camino que sus anteriores pisadas habían dejado, sentí la brisa despedirse de mí, las hojas de los árboles cantaban por mi buena fortuna, el río sonaba con fuerza, quizás pidiendo que no me fuera, las vacas y los caballos hablaban con el cielo para tratar de que yo no me fuera de ese lugar... y el cielo correspondió a su llamado.

Habíamos atravesado el espeso bosque que circundaba los alrededores de la mansión cuando una anciana nos hizo parar, no dijo nada, solo estiró su brazo hacía con una hoja de color violeta, le pregunté muchas veces que para qué era o por qué quería entregarme esa hoja, pero no conseguí respuesta, al final tomé la hoja y la anciana se fue, poco después miré hacia atrás y no se veía, había desaparecido, pero no le tomé mucha importancia, quizás se haya escabullido entre los árboles, uno nunca sabe.

Revisé la hoja y no contenía nada, lo único que era diferente era su particular color violeta, nada más, después de un rato revisando meticulosamente cada centímetro de la hoja deduje que no tenía nada, así que la guardé en mi bolsillo... fue cuando empezaron los problemas... el único gran problema.

El cielo empezó a nublarse, en cuestión de minutos el Sol había desaparecido y el viento golpeaba con una fuerza inmensa, el sombrero del conductor salió volando perdiéndose entre los árboles, los cuales se agitaban con ira, hoja tras hoja salía conducida por el viento huracanado que azotaba la zona y, a lo lejos, un resplandor se hizo ver entre los cerros, un relámpago había caído varios cientos de metros más allá, cuando de repente empezó a caer la lluvia, pero no de una forma meticulosa, lenta y sosegada, no... apenas cayó el relámpago una cachetada de gotas golpeó la tierra, la tormenta era poderosa, los rayos seguían cayendo y no tenían intención de parar, al final tuvimos que dar la vuelta para poder resguardarnos de la tormenta, y al llegar empapados y envueltos en frío, el clima se tranquilizó y el Sol volvió a reinar.

No quisimos tentar a la suerte ese día, por lo que esperamos a la mañana siguiente para irnos... pero la historia se repitió, una y otra vez, día tras día, semana tras semana, cada vez que cruzábamos el pequeño bosque la tormenta aparecía... no había forma de que pudiéramos salir sin que la lluvia nos cortara el camino.

En un arranque de desespero tomé el carromato y empecé a andar, no me detuve ni para mirar atrás, estaba harto de seguir en ese lugar, quería ampliar mis horizontes, pero nuevamente la tormenta apareció, más no le di importancia y seguí firme, los truenos y relámpagos caían cerca de mío, cada vez más cerca, pero no importaba, mi sueño era más importante que el miedo que me infundían los resplandores... hasta que la luz me atravesó el tórax, desplomándome sobre las maderas del carruaje... en mis últimos momentos, logré vislumbrar el Sol nuevamente, y su promesa de un destino lejos de aquella casa... se hizo realidad.

07/08Where stories live. Discover now