Parte XXXI

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Narra Natalia:

Mi cabeza iba a cien por hora, mi cuerpo me pedía más mientras mi corazón gritaba a mi cabeza que le diera un poco de tregua.

Sujete a Vicky por los hombros separándola de mí. Nuestras respiraciones estaban entrecortadas por el momento.

- Para por favor. Me encantas, pero para.

Vicky hizo odios sordos a mis suplicas y empezó a subirse la camiseta.

Cerré los ojos y los apreté fuerte. Con los ojos aun cerrados busque sus manos y le indique que no se quitara la camiseta.

- Vicky de verdad, no puedo.

- No lo entiendo, tienes tantas ganas como yo.

- Estas muy buena y claro que tengo ganas, pero no es lo quiero ni lo que necesito ahora mismo.

Vicky bajo de encima y se sentó a mi lado.

- Natalia joder, esto no me había pasado en mi vida.

- Coño, ni a mí. En serio me encantas y en otras circunstancias no hubiéramos salido de la cama en un par de días, pero es que no puedo.

- Vale, tampoco es necesario que me des detalles. Te he visto irte con un montón de tías y algún que otro tío después de los conciertos, ¿Qué tengo yo para no ser una más?

- No creas que siento orgullo de aquella época. Tu eres una tía genial, no podría solo acostarme contigo y hacer como si no hubiera pasado nada.

- Natalia, tampoco te estoy pidiendo matrimonio. Nos gustamos, creo que podríamos pasar un buen rato y poco más.

- Si lo sé, estoy convencida de que pasaríamos un buen rato, pero eres parte de mi equipo, de mi gente de confianza, no me imagino la siguiente gira sin ti.

- No lo hagas, joder era solo sexo, sin más pretensiones.

- Siempre hay más pretensiones. Pero te juro que en este caso no es por ti, es por mí.

- Si vas a soltar una retahíla de frases típicas lo mejor será que me vaya.

Se levanto a coger su chaqueta y la sujete por la mano.

- Vicky, no te vayas. De verdad, déjame explicarte que esto no es por ti.

- Ya se que no es por mí, es por Alba ¿no?

Ese nombre estallo en mi cabeza, ¿era por ella? No lo me lo había planteado. Pero al decirlo Vicky me di cuenta.

- No, no es por ella. Es por mí.

- He podido ver como la miras, como os miráis, entiendo que tengáis una larga historia, pero no puedes vivir en el pasado.

- Por supuesto que Alba y yo tenemos una larga historia, pero esto no tiene que ver con ella. Yo ya no soy la misma que subía a la habitación del hotel a personas que me importaban una mierda, no he actuado bien, pero quiero empezar a hacerlo.

- ¿No podrías haber empezado la semana que viene con esta catarsis?

La miré y no pude evitar sonreír.

- Cabrona, encima no te rías de mí, me has dejado con el calentón y la decepción.

Fue entonces cuando ambas nos echamos a reír. Vicky se volvió a sentar a mi lado.

- Deberías de invitarme quizás a cenar y a un par de copas.

- A lo que quieras. De hecho, quédate a cenar, podemos pedir algo.

Que nunca gane el miedoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora