Parte XLVII

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Narra Alba:

- Es que estoy nerviosa.

Le replique casi ahogada.

- Se que cuando te pones nerviosa divagas y me encanta saberlo.

De repente su cara había cambiado, ya no estaba sorprendida. Se acercó a mí me cogió por la cintura pegándome a ella, justo sobre mis labios me dijo.

- Estas loca.

Una sonrisa se dibujo en la cara de ambas.

- Estoy loca por ti.

Entonces me beso, nuestros labios se unieron buscando algo de paz y tranquilidad, su mano que reposaba sobre mi cadera bajo un poco acercándome aún más a ella.

- Alba, no sabes lo que has hecho...

- Créeme, no he estado más segura de algo nunca.

Esta vez fui yo la que tomo su cuello y profundice aún más en el beso. Tras esto nos quedamos con las frentes totalmente pegadas.

- ¿Qué vamos a hacer ahora?

Me dijo Natalia mirándome profundamente a los ojos.

- Que te parece si empezamos por irnos a mi casa.

Sujeto mi mano.

- Me refiero a que vamos a hacer en general.

Le sonreí.

- Mañana en el desayuno lo pensamos.

Me volvió a besar y entrelazo su mano con la mía.

Ella pidió un coche y pusimos rumbo a mi casa, no podíamos soltarnos.

- Estoy empezando a unir muchas piezas y creo que mañana mataré a María.

Me dijo con total convencimiento.

- Pues Nat, tenemos un problema, porque jure defenderla.

Sonrió y me beso apoyo una de sus manos en mi rodilla y empezó a acariciarla.

- Dios, ¿cuánto queda para llegar?

En ese momento paró el coche, mantuvimos la compostura justo hasta entrar en el ascensor.

Esta vez fui yo la que arrincono a Natalia, comenzando por profundizar más en el beso y acariciando su costado. Baje una mano a su cadera y la pegue aún más a mí, nuestros cuerpos chocaron y pude escuchar un primer gemido salir por su boca.

En ese momento me cogió en brazos mientras yo enrede mis piernas en su cintura, arrinconándome ella en el otro lado del ascensor, así salimos a mi planta, ella no dudo en ponerme contra la puerta, mientras me sujetaba con fuerza y lamia mi cuello.

- Tengo...tengo que abrir.

Me dejo en el suelo con medía sonrisa y cuando me di la vuelta para abrir la puerta me agarro el culo con fuerza por detrás.

- No he podido dejar de mirarte el culo en toda la noche.

- En 5 minutos será todo tuyo.

Entramos a trompicones en la casa y justo cuando íbamos a volver a la posición en la que Natalia me cogía y yo me agarraba a su cintura una voz nos saco de nuestro mundo.

- Perdona Alba, yo casi mejor que me voy. La pequeña se ha quedado dormida hace un rato.

En seguida me puse roja, había olvidado totalmente que la canguro estaba allí. Realmente no se a quien le dio más vergüenza, a ella o a mí.

Que nunca gane el miedoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora