IX

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Narración de Alberto:

Septiembre, 16

Mi hermano pescó un fuerte problema de estómago desde el viernes.

Llevo cuidándolo desde ese día, me preocupa dejarlo sólo. Pero no tengo otra opción, debo salir con Mariana, explicarle los malentendidos.

Sé que le gusto, no soy idiota. Pero ella a mí no me gusta y tengo que decírselo.

- ¿Cómo te sientes chaparro? -. Pregunto

El me mira.

-Mejor

Acaricio su cabeza.

-Descansa

Ese mismo día lo llevé al médico, gastándome una parte considerable de mis ahorros. Pero no importa, por él lo vale.

Ese mismo día terminé peleado con mi madre, no podía creer que el poco dinero que gana en su trabajo se lo diera todo al imbécil de mi padre y este último lo gastara en alcohol.

- ¿A dónde iras? -. Me pregunta mi hermano cuando me ve sacando ropa

-Tendré una cita

- ¿De trabajo?

-No, ya tengo un trabajo. Y estoy bien con él

- ¿Con una chica?

-Así es. Por eso tienes que prometerme que te quedarás aquí en silencio hasta que llegue

- ¿Por qué no me llevas con Gema?

-Tú sabes que los domingos no están en casa

El asiente.

-No me quiero quedar sólo, me da miedo

-Sólo será por ésta vez. No va a pasarte nada y llegaré temprano

- ¿Por qué no me llevas contigo? Como cuando sales con Jonathan

-Esta vez es diferente

Él hace un puchero.

-Sólo por ésta vez enano y te prometo que el siguiente domingo vamos a la heladería

Sonríe.

-Bien

(...)

Me doy un último vistazo en el espejo.

Realmente me desespera el color de mi piel, un pálido enfermizo. Lo único que resalta es mi cabellera, más roja de lo normal.

Tomo mis llaves y la cartera.

Le doy un último vistazo a mi hermano, quien está dormido, antes de cerrar la puerta y ponerle llave.

Agradezco que no estén los señores dentro de la casa. Así no responderé preguntas de mi madre y no terminaré en una pelea con el señor.

Mi teléfono suena. Es una llamada de Jonathan.

- ¿Sucede algo? -. Formulo

- ¿Si irás?

-Sí, tengo que hacerlo

-Bueno

- ¿Te molesta?

-No es sólo que... Olvídalo

Cuelga.

Lanzo un suspiro. Más tarde arreglare todo esto con él.

(...)

Golpeo tres veces la puerta de la casa de Mariana.

No estoy nervioso, pero mi mente no me deja descansar. Sigo pensando en cómo decirle que no tengo ningún interés en ella, sin hacerle daño.

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