RECUERDOS DE LA INFANCIA. (1/4)

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Cinco años, un cabello hasta las rodillas y betún en su nariz.

Si, Karuma era un niña preciosa
-¡No es justo!- la nena brincaba y brincaba, trataba de regresarle la jugada a Ian. Pero el mayor era mas alto que ella y si se movía, era mas complicado embarrar la rebanada de pastel en su rostro.
Tanto que terminó callendo.

-¡Ay, mi rodilla!- Las pequeña lagrimitas en su rostro hicieron que el mayor se agachara a su altura.

-No sea una llorona- Jugó con la niña, pero su labio tembloroso le quito la sonrisa del rostro -¿De verdad te duele?- La niña solo asintió energéticamente. El pelinegro suspiró, se acerco a la rodilla raspada de la pequeña y la besó -¿Estas mejor, princesa?- Le sonrió, la niña correspondio y le embarro toda una rebanada de pastel en el rostro, manchando parte de su traje.

-¡Tramposa!- Rió y tomo del betun esparcido, embarrando la falda de la princesa.
-Tu bajaste la guardia!- Se dejo caer en el cuerpo de su amigo, riendo junto a el.

El pelinegro sonrió y tomo a la menor, cargandola hasta llegar a un árbol y sentarse bajo este. Con la niña en los brazos decidió empezar a limpiar el vestido de ella quitándose un pañuelo de su traje.

-¿Qué haces? Tu padre va a matarte por eso-  Replicó la princesa al ver este acto por parte de su amigo, de cierta manera era bastante extraño. El chico solía ser algo más brusca con ella.

-No me importa, de cualquier manera lo va a hacer. Pelee con el en la mañana- A pesar de tener escasos siete años, Ian era bastante problemático para sus padres y sus criados, a el no le gustaba nada la idea de ser criado para ser un consejero real y tener que recibir lecciones aburridas. Aunque su madre le dejaba ser más un niño que un noble, desde que ella estaba en cama su padre se había vuelto un tirano y lo obligaba a estudiar y entrenar mucho más que antes.

-¿Tu madre se ha puesto mejor?-
Pregunto Karuma una vez que su vestido estuvo limpio y encontró a su compañero perdiéndose en sus pensamientos mientras arrancaba algo de pasto y rompía las hebras con sus manos.

-Sigue en en cama- fue lo único que respondió, el niño tampoco entendía lo que le pasaba a su madre.

No entendía porque hace casi dos meses la vio desplomarse en la cocina mientras ayudaba a las criadas, no entendía porque ya no salía a jugar escondidas con el, mucho menos entendía porque ya no le iba a desear buenas noches y porque cuando lloraba ya no lo recibía en sus brazos mientras cantaba, calmándolo. El niño no lo entendía.

Sabía que tenía que saber cómo lidiar con sus miedos, su padre se lo repitió una y otra vez hace una semana. Cuando despertó de una pesadilla gritando "¡Mamá! ¡Hay un monstruo que viene por nosotros! ¡Mamá!". Su padre había entrado al cuarto y después de un buen golpe para que se callase le reprimió en primera el decir "Mama" En lugar de "Madre". Y en segunda, que un futuro noble y consejero real no debía creer en monstruos debajo de la cama.

Cuando regreso de su pequeño viaje de pensamientos, se dio cuenta de que la princesa había caído dormida sobre sus piernas. Suspiró y solo la dejó estar, tomando algunas hebras más largas de pasto, entrelazándolas con algunas flores que caían del árbol sobre ellos. Fabricando una corona de flores justo como su madre le había enseñado a hacer.

Una vez terminada, tomo el cabello extremadamente largo de Karuma y empezó a trenzarlo también, con cuidado de no despertarla iba poniendo también flores entre su cabello.

Él pensaba que esos adornos sencillos la hacían lucir mucho mejor que todas las joyas que le ponían, y los gorros de velo que cubrían su cabello castaño. Sabía que la niña tampoco estaba conforme con la idea de ser una princesa, y a veces le gustaba imaginarse como un príncipe muy fuerte, que derrotaba a un dragón inmenso con extrañamente la corona del rey. Rescatado a Karuma de una torre muy muy alta y corriendo junto a ella hacía el atardecer, montados en un corcel blanco mientras huían de la vida que les habían escogido antes de nacer.

Así le gustaba imaginar su futuro, y tratando de pensar en ese cuento se quedó dormido. Esperando soñar con el precioso atardecer, acompañado de su princesa con el cabello lleno de flores y sin la preocupación latente de que fueran a ser separados.

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¡Hey! Aquí Noah reportando que no está muerto.

Lamento tardar tanto y dejar la historia de lado, también lamento que esto no sea un capítulo como tal.

Pero realmente me gustaría hacer estos cuatro escritos pequeñitos para que se conozca la historia entre Owen/Karuma e Ian. Siento que de esa manera se entenderá todo mucho mejor.

Espero poder terminar y publicar las cuatro partes antes del Lunes, y el nuevo capítulo en la semana que viene.

¡Les agradezco la paciencia y el cariño que le han dado a la historia!.

Si tienen algún comentario sobre la trama, por favor dígamelo. Igual si hay letras de más o faltas ortográficas.

Sin más, se despide su Satanás en persona.
-Noah

Nuestro Hilo Rojo [Yuri +18]Where stories live. Discover now