1.

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Empezaría con el tarado de Deku ¿Por qué? Pues porque se le daba la puta gana y punto, mierda. Además que quería joder, ya saben, lo típico.

–Pueden elegir a sus compañeros —mencionó el tutor, metiéndose en su bolsa de dormir.

Aprovecharía la valiosa oportunidad que se le estaba poniendo en frente.
Resulta que la oruga vieja -o sea, Aizawa- les había dicho que debían trabajar en parejas para resolver algunos ejercicios de matemáticas y por deshacerse rápido de ellos les había concedido el permiso de que escogieran a sus parejas por si mismos, con la única condición de no hacer demasiado escándalo pero como sabían que tenía el sueño pesado les llegaba altamente la condición.

Bakugo miró alrededor, asegurándose del campo de batalla, debía asegurarse de que nadie se interpusiera en sus malévolos planes.

¡Alerta! ¡Alerta! Estúpido cuatro ojos acercándose al bastardo y la rana a la cara redonda. Piensa rápido, Katsuki.

–¡Esos idiotas están pintando las paredes! —gritó señalando a fuera.

–¿¡Qué!? ¡No pueden dañar la infraestructura de la institución de esa manera! —salió Iida corriendo hacia afuera, buscando a los vándalos inexistentes, dejando al pobre Izuku en shock.

Fuera uno.

Faltaba otro.

–¡Oye, chica rana! —le llamó, acercándose lentamente.

–¿Si, Bakugo? —contestó Tsuyu extrañada porque el musulmán, digo, Bakugo, le hablará.

–¡El pájaro te llama! —señaló a sus espaldas.

–Ah, voy Tokoyami —y se fue.

Entonces se dirigió hacia Midoriya.

–Oye Deku.

–¿S-sí, Kacchan?

–¿Sabes cual es el animal que dice “miau”?

–Pues el gato.

–¡El que te pega con el zapato!

Entonces nuestro cupido, se paró detrás del pobre peliverde y lo pateó con tal fuerza que terminó cayendo contra Uraraka.

El sonido atrajó la atención todos y cuando digo todos, quiero decir todos, hasta del profesor.

–Ay...

Para cuando nuestra dulce y tierna pareja no cannon -aún- se dieron cuenta de que estaban a tres centímetros del rostro del otro se pusieron tan rojos como el cabello de mierda de Kirishima.

Ah, pero no se separaron.

Tal vez era el shock pero ese detallito no pasó desapercibido para el shipper intenso, Bakugo Katsuki, no señores, este grito como perra loca y se rió como psicópata, al menos en su cabeza porque por fuera solo sonrió con malicia.

–Deku...—dijo el tomate Ochako con un hilito de voz— Me aplastas.

–¡Ah! —gritó el otro tómate Izuku, parándose de un salto— Per-perdón Uraraka...

Fueron víctimas de gritos y silbidos por cortesía de sus compañeros.

–¡Váyanse a un motel!

Había gritado algún tarado.

Qué divertido ese hijo de puta.—Pensó el cenizo.

La burla duró otros quince segundos hasta que Aizawa les regañó y los puso en parejas el mismo, excepto a Deku y Uraraka.

–Sí tanto quieren estar juntos pues ahí se quedan.

Les había dicho.

No es lo que esperaba pero estoy satisfecho.

–¡Bakugoooooo! —le había tocado con el estúpido Pikachu así que se sorprendió al ver al alegre pelirrojo delante suyo.

–¿Qué no eras con la de los audífonos?

–Seh, pero le cambié a Kaminari —señaló al aludido— Míralo, está feliz.

Ambos voltearon para ver cómo Jirou le clavaba sus lóbulos en los ojos.

Izuku y Uraraka no recuperaron su color normal en todo el día.

Kirishima y Bakugo disfrutaron los ejercicios como no tienen idea.

Kaminari murió tuerto por tocar “accidentalmente” el muslo de Jirou.

ShipperDonde viven las historias. Descúbrelo ahora