t r e i n t a y t r e s

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Hace algunos minutos que me había levantado de mi asiento y no podía dejar de agitar las manos ansiosa, como buscando alguna manera de interferir con lo que estaba sucediendo en la cancha. 

Había sido un juego bastante intenso: más faltas y tarjetas amarillas de las que podía contar, y entre los amonestados se encontraba Dani, quien de no ser por Marcelo, seguramente habría acabado en los golpes con Busquets. Además, había estado a punto de sufrir un infarto cuando se evaluaba la posibilidad de pitar mano de Dani.

Ahora nos encontrábamos en el minuto 85. El Barcelona ganaba desde inicios de la segunda mitad con un tanto de Suárez y a pesar de que el Real había subido bastante y rematado varias veces a puertas, no habíamos conseguido dismunir la diferencia del marcador.

87. No quería que perdiéramos. No quería ver a los chicos tristes, mucho menos a Dani y a Karim. No quería volver a Madrid con un sabor agridulce en la boca. No quería caer ante el Barcelona.

89 El Barcelona ha hecho falta, un poco más arriba de la mitad de la cancha. Es la última jugada del partirdo y seguramente la única oportunidad que tenemos. Modric se coloca frente al balón, los demás se colocan al borde del área, dispuestos a rematar como sea. El 19 patea el balón.

GOL. GOL. GOL. GOL DE SERGIO.

No puedo dejar de gritar como loca. De repente parece que el peso que estaba asentado en mi estómago ha desaparecido. Solo puedo reir y saltar, abrazada de Georgina y Jeremiah, quienes también han venido a presenciar e mientras veo como incluso Keylor corre desde la portería y se arroja sobre los chicos para celebrar el gol. Lucas no puede dejar de gritarle a Sergio en la cara, eufórico. Casemiro se ha lanzado sobre la espalda del sevillano y Karim pasa su brazo sobre los hombros de Modric, el asistidor.

Nos hemos salvado de milagro.

***

Dani reposa su mano sobre mi muslo mientras cabecea ligeramente hacia la izquierda. Su respiración es acompasada y parece no importarle la incómoda posición en la que se encuentra. Ha estado dormido desde que abordamos el avión de vuelta a Madrid.


De hecho, todos parecen encontrarse agotados. Desde mi asiento puedo ver a Sergio, Rapha e incluso a Marcelo dormir plácidamente. Sólo un murmullo al otro lado del avión revela que Isco aún sigue despierto, probablemente enfrascado en una conversación con Jeremiah, con quién había estado desde que despegó el vuelo.

Con cuidado de no despertar a Dani, retiro su mano y me levanto para encaminarme al baño. Al igual que los miembros de la plantilla, el cuerpo técnico está descansando después de un partido agotador tanto física como mentalmente. Mientras camino, pienso en lo ridículo que es disponer de un avión de esta magnitud para un partirdo en Barcelona. Es tan grande que varias hileras de asientos se encuentran vacías justo antes de llegar al pasillo en donde se encuentra la pequeña puerta que da al diminuto baño.

Karim está allí. Sale del baño y antes de cerrar la puerta se queda mirándome fijamente. De repente un nudo se ha alojado en mi garganta y comienzo a sentirme nerviosa, casi como si estuviera cometiengo un gran error, a pesar de que no he hecho nada más que tratar de ir al baño. Tampoco sé por qué miro sobre mi hombro, asegurándome de que nadie nos esté viendo.

-Helena.

Su tono de voz es el mismo de siempre: calmado y suave. Sin embargo, por su cara puedo ver cientos de emociones reflejadas, emociones que por más que me esmere no puedo descifrar y es que a pesar de tantas noche junto a él, realmente no conozco a Karim. Nunca he tenido ni remota idea de qué es lo que pasa por la cabeza del francés, mientras que él siempre parece leerme como si de un libro abierto se tratara.

-Karim- respondo, porque realmente no sé que más decir.

-¿Y Carvajal?- pregunta, alzando una ceja.

-Dormido- murmuro a modo de respuesta, pero él parece escucharme perfectamente.

Miro de nuevo sobre mi hombro, con un extraño peso dentro de mi. Todo el mundo sigue igual, de hecho, el único par de personas que puedo ver desde aquí son dos miembros del cuerpo técnico que tienen los cascos puestos y disfrutan de una película. A pesar de que siento las miradas de todo el mundo sobre nosotros, todos parecen ajenos a nuestro encuentro.

Pasa demasiado rápido. Doy un paso hacia él al mismo tiempo que se acerca y rodea mi cintura con su brazo, mientras mantiene la puerta del baño abierta con la punta de su pie. Su mano ahueca mi nunca antes de que entremos completamente en el reducido espacio y cierre la puerta con llave trás él. Sus ávidos labios están sobre los míos de repente, mientras que sus manos recorren mi espalda y caderas una y otra vez, como desesperado. Cuando me doy cuenta de todo lo que sucede, me separo levemente de él y mientras lucho por controlarme para no lanzarme sobre sus labios de nuevo, siento su aliento chocando contra mi mejilla.

-Karim, pueden escucharnos.

-Que se jodan- dice, con un tono de voz calmo pero con ronco antes de volver a poner sus labios sobre los míos.

Todo pensamiento coherente sale de mi cabeza. Sé que está mal lo que estoy haciendo. Sé que no estoy en una relación con Dani u algo por el estilo, pero aún así se siente mal. Es incorrecto porque el español lo único que ha hecho es ser dulce y atento conmigo, no ha cometido ningún error y realmente se ha esforzado en todas y cada una de nuestras citas y encuentro. Sé que debería deberle un mínimo de respeto y que estoy cruzando muchos límites al estar encerrada con uno de sus compañeros de equipo en un baño mientras él está allí afuera durmiendo y creyendo que aún permanezco a su lado.

Pero sobretodo sé que está mal porque nada de lo anterior me importa.



M O N C H É R I |k.b.9|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora