Spideychelle/ Un amor entre telarañas

PARTE 9

Michelle:
La noche fue pesada, mi mente no paraba de reprocharme cosas acerca de mi vida.
Una vez mas lloré sobre mi almohada y sufrí en la oscuridad de mi habitación, una vez mas, solo calle todo lo que quería gritar.

Esta mañana una falsa seguridad mostraba mi rostro, una vez más simule que nada ocurrió, que ni siquiera estuvo cerca de lastimarme, como si la noche anterior solo haya sido un mal sueño.
Los sentimientos solo son debilidades, es lo único que mi mente repite ahora, e intento convencerme de que es así.

Estuve pensando mucho acerca de lo que me había dicho Peter. Crear un blog no es mala idea, por el contrario creo que es lo que necesito ahora.
Si bien las cosas no resultaron como yo esperaba en la fiesta, no lo culpo, él no tenia ninguna responsabilidad conmigo, solo fui yo la que creo estúpidas ilusiones a su lado, sin contar lo ridículo que eso suena ahora; "el chico que me gusta pero que siempre me ha ignorado quiere pasar tiempo conmigo". Patético.

Sin embargo pienso que debió avisarme y no dejarme esperando. Pero eso no importa ahora, lo que importa es que ya no volverá a pasar. No dejare que mis sentimientos se interpongan por sobre mi orgullo, después de todo así ha sido siempre.

—¿Mama?— me dirijo a su habitación.

—No podemos arriesgarnos, tiene que ser esta misma tarde — Mamá parece estar hablando por teléfono — Ya se les ocurrirá algo, solo no quiero un solo error.

—Mama, ¿puedo pasar? — hablo cuando llego a su puerta.

—Claro.

Cuando entro puedo notar su valija hecha sobre la cama, y a ella un poco inquieta buscando algo en el ropero.

—¿Te vas otra vez?— pregunto.

—Si, estoy en eso — abre la valija y carga mas cosas— Ya te lo había dicho ¿no?

—No, olvidaste ese pequeño detalle— digo al instante.

¿Por que lo hace? Ahora lo poco que habíamos avanzado se perderá por semanas, o el tiempo que vuelva a estar lejos.

—El odioso de tu padre no dejo que mi amigo viviera aquí ¿lo recuerdas? — cierra la valija — No puedo trabajar con él lejos y surgieron problemas.

—¿Tu amigo también es inversionista?

—No, él es solo un amigo mio.

—Pero ¿por cuanto tiempo te vas?— pregunto.

—No lo sé Michelle, la convivencia con tu padre es de lo peor.

—No has estado ni siquiera una semana aquí — le reclamo.

—Y no pienso estarlo tampoco— se coloca su bolso y toma la valija.

—¿Que pasa conmigo?

—¿Que contigo?

Esto es de lo peor.

—No que querías recuperar el tiempo perdido.

—Lo haremos cuando regrese, lo prometo.

—Como prometiste llamarme todas las veces que te ibas de viaje, sin embargo pasaron los años y no tengo una sola llamada tuya.

—No te enojes conmigo Michelle, el trabajo es ocupado— dice y se dirige a la sala.

—Pues que te vaya bien, mamá.

Esto de fingir que nada me afecta es cada vez más difícil de sostener.

—Te llamaré— me da un veloz abrazo.

—Claro — digo sin creer en absoluto en sus palabras.