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—¿Por qué corrías cuando llegaste a casa? —pregunta Taehyung mientras se lleva una copa de soju a la boca. Yo, por mi parte, me he pedido una limonada de cereza. Aunque me tienta probar el alcohol.
—Creí que tendría tiempo para cambiarme. —Miento en un cincuenta por ciento, pues el restante del mérito se lo doy a Yoongi.
Taehyung ladea la cabeza y achica los ojos.
—Qué lindo, querías ser puntual —brama—. Yo llegué como quince minutos antes, pero me hubieras dicho y hubiese esperado un poco más.
Le sonrío un tanto extrañado y miro a mi alrededor. Esta vez el sitio es diferente, más grande y menos sencillo.
—Es bonito el lugar.
—¿Quieres ir a otro sitio? —pregunta, en cambio, como si hubiera hecho notas mentales de mis expresiones o pensamientos—. Si esto es demasiado elegante para ti, podemos irnos.
—No, no. Está bien, es demasiado silencioso y luminoso, pero puedo adaptarme.
Los ojos de Taehyung brillan como estrellas fugaces. No sé que pueda estar pensando.
—Entonces... ¿Quieres venir más a menudo?
Siento por un segundo que el último trago se ha abierto camino, por otro lado, y toso varias veces, hasta que vuelvo a la normalidad. Taehyung me observa fijamente, con las cejas perfectamente enarcadas.
—No quise decir eso —aclaro y tomo otro trago para refrescarme la garganta adolorida—. Hablaba de quedarme aquí hasta que te dignes a llevarme a casa.
—Oh —murmura, un poco decepcionado—. ¿A la tuya o a la mía?
—A la mía, obviamente.
Taehyung se lleva una mano al pecho y finge que lo he herido.
—¿En serio? Esperaba que me dijeras: Taehyung, quiero estar contigo todo el día, no me dejes ir porque...
¿Qué?
—¡Cállate! —exclamo, con una minúscula sonrisa. También alcanzó a golpearle el brazo.
Taehyung se soba el lugar lastimado y me reclama en un tono chillón:
—¿Por qué le pegas a las personas mayores? Eso está mal, Jungkook.
—No veo ninguna persona mayor aquí —repongo—. Nada más veo a ancianos.
—¿Entonces me veo joven?
—Claro que sí —respondo con absoluta confianza—. Recién pisas el segundo escalón de la vida.
—¿Entonces cuando tenga veinte dos años ya seré considerado un anciano?
—No lo sé, quizás.
—¿Crees que aún me mantenga lindo a esa edad?
—No hay una gran diferencia entre tener veinte y veintidós años, pero seguramente seguirás siendo lindo a esa edad, y a los años por venir, porque parece que tienes un buen ADN. Y, además, dos años extras no te cambiará demasiado, deja de ser dramático.
Taehyung sonríe con beatitud y sus mejillas se sonrojan, no sé si por la bebida o por mis palabras, pero ya a punto de terminar la botella de soju se aclara la garganta y me mira.
—¿Te puedo decir algo?
—¿Algo?
—Si, algo.
—Oh, creí que dirías algo más.
Frunce el ceño y apretuja los labios, intentando entender mi mal chiste. Pésimo en realidad.
Me parece que es demasiado adorable.
—Solo di lo que tenías que decir —le indico.
Toma aire y se saborea la bebida.
—Eres un chico muy agradable. —Me empujo hacia el respaldar de la silla y cruzo mis brazos. Me sujeto con fuerza a mi mismo porque deduzco que vomitara palabras que jamás he escuchado en mi vida—. Debo de ser sincero: he ayudado a varias personas, pero nunca he encontrado una persona como tú. Tanto, que contigo no me siento "taan extraño". Eres diferente, Jungkook. Y me agrada mucho.
Siento el calor desplegar tentáculos por todo mi cuerpo, como si lanzara vibraciones eléctricas al mismo tiempo. Quiero reír, quiero saltar. Y, sin embargo, trato de mantener la compostura.
—Creo que ya lo habías dicho.
—¿En serio? —suelta, sorprendido y feliz—. Bueno, si te acordaste de eso es porque debió de ser importante, ¿no?
Claramente, sabe cómo jugar conmigo y eso me hace sonreír. Supongo que, las barreras que he estado creando en mis años de vida, comienzan a derrumbarse por este individuo.
