Como la vida misma

Lejos de casa

                Generalmente comparamos la distancia con el espacio que nos separa de algo, cuando digo lejos de casa, no me refiero exactamente al lugar donde resido, ya que el mismo no es mi casa.

Hablar de mi casa, es hablar de donde nací, de la cultura de aquella época, las tradiciones, las comidas e infinitas costumbres. Soy venezolana y, como a muchos, me tocó escapar de mi país, sumergida en la incertidumbre de lo desconocido, de otras calles, otras caras, otras cosas diferentes a lo que soy.

Estar lejos de casa, a pesar de la cercanía de ambos países hermanos, es igual de cambiante. En lo personal no le desearía migrar a nadie, enfrentarse a las cosas buenas y malas en una tierra que no es la tuya, es de guerreros.

Cuando estaba en el colegio pensaba que la gente viajaba por gusto, sabiendo que, en días, incluso semanas, estarían de vuelta a casa. No nos enseñaron a escapar, a tener en cuenta que tendríamos que hacer una vida en el extranjero, tampoco que en una maleta solo llevas recuerdo; la familia, amigos, las calles se quedan y empiezas de cero.

Veía como cubanos y mexicanos tenían que pasar fronteras por sus familias y por un futuro, topándose con innumerables dificultades, ahora nos tocó a nosotros los venezolanos. Aprovecho para agradecer a los colombianos el hacerme parte de casa.

Siempre digo que muere lo que se olvida y que no se puede hacer un lado lo que del corazón esta atado. Lejos de casa, jamás dejara de ser mi casa.