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Quería casi lloriquear si aquello podría ayudarlo en su situación. Jungkook adoraba las salidas en pareja, tomarse de la mano, salir a comer y cosas tan tontas y clichés que nadie se esperaría de alguien como él. Todos sus seres cercanos lo sabían, por lo que le sorprendía que aún Yoongi no aprendiera a conocer esa faceta suya.

—Ya te dije que no, Kook —suspiró, terminando de vestirse. Habían tenido una agradable mañana juntos, y por agradable era más un sexo mañanero que habían disfrutado hasta que la adrenalina del momento bajó y Jungkook terminó sintiéndose algo vacío. Desconocido para él era que el sentimiento era mutuo—. Este domingo es un almuerzo con la firma.

—Pero...

—Además estás invitado, deja de lloriquear. No y punto. No tengo tiempo para citas y lo sabes. Ya no somos tan jóvenes, por favor —resopló, dándose la vuelta para terminar de arreglarse en el baño antes de partir al trabajo.

Jungkook no sabía si dejarlo pasar o sentirse mal por tan duro intercambio de palabras. Sentía a su pareja distante, no siempre, pero era diferente a tiempos atrás. Y aunque era cierto que las relaciones tendían a enfriarse con los años, no le hacía nada de gracia.

Pero lamentarse por lo mismo tampoco era la idea, decidió mientras se estiraba en la cama antes de levantarse en búsqueda de arreglarse para él también partir a trabajar. Además, él mismo seguía sintiéndose culpable por tener en su teléfono una foto del omega del jefe de su esposo en su teléfono, vistiendo una pequeña y delicada lencería rosa.

La imagen continuaba allí, escondida en una carpeta por si acaso. Por alguna extraña razón no había sido capaz de borrarla, pero tampoco había vuelto a tener contacto con Jimin desde entonces. De hecho, había dejado en visto al chico y su imagen.

Negó con la cabeza, terminando por suspirar mientras se levantaba. Debía dejar de darle tantas vueltas al asunto.

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Estaba más que concentrado en lograr pulcramente un almuerzo perfecto para llevárselo a Taehyung en su hora libre, tal como siempre sin falta alguna. Cuidaba cada detalle, dedicándose por completo a la complacencia obtenida.

Antes de que siquiera pudiese llevar todo lo preparado al lujoso vianda que su esposo poseía, su teléfono comenzó a vibrar sobre la encimera. El rubio enarcó una ceja, meditando brevemente antes de coger el teléfono y atender la llamada. Era Taehyung, eso explicaba mucho pero también generaba más dudas. Raramente hablaba con él a esa hora, era una rutina demasiado constante como para confirmar o algo por el estilo.

—¿Amor? —su voz era dudosa, pero aún así cargaba el tono cálido que siempre empleaba hacia todos pero en específico hacía él.

—Jimin, mi vida, hola —la voz de Taehyung sonaba cálida también, suave, hasta dulce. Como si todos los últimos días no hubiesen estado llenos de discusiones y tensiones entre ambos, hasta el punto de dormir uno a cada lado de la cama sin siquiera rozarse, aunque Jimin se despertara para encontrarse aferrado a su espalda—. Te llamaba para decirte que hoy saldré a almorzar con unos amigos de la empresa, ¿Bien? Quédate tranquilito en casa.

—Oh... Ya veo —suspiró, observando el almuerzo casi listo frente a él—. Supongo que entonces te veré en la noche.

—Ajá. Pero hoy es viernes, así que ya sabes que llegaré un poquito más tarde de lo usual —Taehyung se rió, y Jimin solo deseaba que accidentalmente atragantara con este—. Si tienes sueño no me esperes, princesa.

Cuánto detestaba tan humillante apodo, y más aún el indirecto no me esperes despierto. Rodó los ojos, forzando una sonrisa aunque no pudiese ser vista por su esposo. —Está bien, amor. Disfruta.

HOUSE OF CARDS | kookmin.Où les histoires vivent. Découvrez maintenant