50| Concubina

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La mañana había iniciado perfecta.
A casi una semana de su regreso, prácticamente por todo el valle y hasta el mar ya se conocía la noticia de que la Reina había vuelto al castillo.

Christopher acababa de acomodar su chaqueta azul frente a su enorme espejo.

Al mismo tiempo que Dean terminaba de revisar su uniforme de gala en su propia habitación.

Los cocheros estaban estacionados frente a las puertas del castillo.

Scarlett observó el cielo celeste y luminoso tras el ventanal ya lista para salir.

Genevive respiro profundo luego de terminar de abrochar sus zapatos nuevos. Ese era un vestido que en otras épocas no hubiera logrado pagar ni con todo lo que ganaba en un año.

Las campanas de la catedral redoblaban alegres y melodiosas, en su tercer llamando a todo el pueblo ese sábado. Anticipando una mañana especial.

Algo más de media hora después, cuando Dean ya había ayudado a bajar a Kathleen y al bebé del carruaje. Mike llamó la atención de Chérie, sin prestar atención al tumulto de gente que se había reunido para verificar lo impensado. Después de las rebuscadas historias que circulaban por el pueblo a cerca de la desaparición de la reina.

-Su Alteza- observó esos tentadores hombros descubiertos, y luego la venda en su mano.

-Lord Cavendish.- respondió sin emoción, tras tomarse del brazo que Christopher galante le había ofrecido.

Mike acercó a la reina una graciosa y elegante bolsa de tela azul, diseñada, para colgar a su muñeca.

Era la tradicional limosna. En un empujón descuidado de alguien más atrás, sus dedos, rozaron los de la mano sana de ella.
No lo había buscado pero sus miradas se encontraron. Y fue ella la que no logro seguir viendo. No después de descubrir por accidente las magulladuras cicatrizando en los nudillos del secretario, sin vendajes. -Muchas Gracias- contesto en un obligado amago de sonrisa. Antes de dar pie a esa melancolía... No pudo evitar recordar.

<...¡No te vuelvas a acercar!...>

Fueron tan duras esas palabras que la llevaron a perder su horizonte... a hacerla renunciar. No podía con esa idea. No después de esa noche preciosa dulce y maldita en que parecía que el destino estaba de su lado. No después de confundirse y llegar a pensar que el si podría llegar a adorarla.

No lo iba a sobre dimensionar. Solo era su trabajo. Lord Cavendish, solo era el mejor en ello.
Se negó a si misma prestarle mas de un segundo de atención, como a sus manos lastimadas. Eso ya no debía importar. Costoso le había resultado el capricho de escuchar a su propia alma. Tal parecía que su madre, aunque cruel, consiguió devolverla en su lugar.

Entonces se encaminó junto a Christopher a su lugar en frente al altar como correspondía, mientras la corte se inclinaba en reconocimiento.

Pero ellos no eran lo importante esa mañana.

Porque todos los altos mandos del ejército de Eastland se encontraban en la catedral junto a todos los miembros del concejo.

Y aunque Dean hubiera deseado una ceremonia más privada. Era inevitable.

Scarlett y Steve se inclinaron sonrientes. Expectantes.

Chérie y Christopher, se giraron a ver la entrada. Solo justo en ese momento. Kathleen y Dean se desplazaron por el pasillo principal, ella radiante y orgullosa cargando entre sus brazos al pequeño Dominic.

Edward tuvo la amabilidad de realizar una eucaristía abreviada, engalanando a su sobrino, que por primera vez se presentaba ante la corte en forma oficial, para recibir el debido sacramento de su bautizo.

Owner & Lord (En Corrección)Where stories live. Discover now