19. No somos buenos

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Se decidió por un vestido rosa, entallado en toda su extensión y con una pequeña abertura en la pierna derecha, salió de su habitación y se encontró a Flavio esperándola, los dos bajaron las escaleras de la casa hasta llegar a la sala, decidió aceptar el consejo de su hermano, con una amplia sonrisa se dirigió a su novio y de forma intensa posó un beso en sus labios, este lo recibió con una sonrisa.

Ignacio: ¡Hasta que por fin bajáis! Ven hijo-agarró firmemente el brazo bueno de su hijo y lo acercó hasta el verdadero motivo de aquella cena-él es Fabrizzio Lombardi, un viejo amigo y ella es su hija, Isabella Lombardi.

La joven tragó saliva, sus miradas se cruzaron y ella por inexplicables razones apartó la mirada de la de Flavio, suspiró consternada mientras él se había dado cuenta del efecto negativo que había provocado en la muchacha, con firmeza saludo a Fabrizzio y haciendo honor a la innata galantería que poseía tomó la mano de Isabella para darle un suave beso en el dorso de la misma, provocando en ella un leve escalofrío.

Flavio: encantado...-ella con rapidez deslizó su mano y agachó la mirada, maldiciéndose así misma por aquella tontería repentina.

Ignacio: y ella es mi hija Andrea.

Fabrizzio: "bella donna"-apuntó en un inconfundible italiano, al igual que Flavio, el hombre tomó la mano de Andrea y besó su dorso-encantado.

Andrea: el gusto es mío, Isabella-ella la miró-encantada.

Ignacio: bueno, creo que ya podemos pasar a cenar... tenemos muchas cosas de las que hablar.

Soledad miraba intensamente a Irina, desde hace unos días podía distinguir el cambio: sus actos se acompañaban siempre de una sonrisa, sus ojos brillaban especialmente, sus suspiros eran constantes y que decir de lo visiblemente despistada que se había vuelto por traer la cabeza en otros pensamientos, suspiró viéndola cenar.

Irina: ¿ocurre algo Soledad?-la miró con una sonrisa-desde hace un buen rato estas suspira que te suspiras-soltó una risa.

Soledad: es solo que estoy preocupada cielo-acarició delicadamente su manos.

Irina: ¿preocupada? ¿Por qué?-Soledad la miró con incertidumbre, pensando en si era buena decisión decir nuevamente lo que realmente pensaba.

Soledad: perdona que te insista cariño, pero es que te veo tan ilusionada con ese hombre, que me da miedo-Irina suspiró y esta vez no fue de amor.

Irina: Soledad, por favor, lo hemos hablado, andaré con pies de plomo, tampoco es que le haya entregado mi vida, simplemente nos estamos conociendo.

Soledad: lo sé cielo y perdóname por meterme donde no me llaman, es solo que no quiero que te hagan daño, no quiero que jueguen contigo, eres tan buena e inocente-acarició su mejilla.

Irina: claro que te puedes meter en mi vida, Soledad, desde la muerte de mi madre... tú me has cuidado, has velado por mí, me has dado tanto cariño que te permito todo, sé que lo haces por mi bien pero quiero que confíes en mí... estoy yendo con cuidado, créeme... La más interesada en no acabar como mi madre soy yo...

La cena concluyó con éxito, pero los hijos de Ignacio intuían que el motivo de aquella cena no era simplemente darle la bienvenida a un viejo amigo y a su hija, detrás de aquella cena se escondía algo más, sus dudas se acallaron con la primera palabra de su padre.

Ignacio: además de darle la bienvenido a mi gran amigo, quiero anunciaros que en breves nos asociaremos con él-Andrea, Flavio y Daniel lo miraron atentamente-vosotros sois parte importante del corporativo de la empresa, Flavio y Andrea, obviamente como mis hijos y tú, Daniel, pronto formarás parte de la familia-sonrió ampliamente mientras que Andrea mostraba una sonrisa fingida-nos uniremos a la empresa de whisky de Fabrizzio, la mejor de toda Europa.

LLEVAME A LO PROHIBIDOWhere stories live. Discover now