CAPÍTULO DIEZ: PRIMERA FLOR

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"Por el horizonte va, a lo lejos veo el sol.
Brilla en todo su esplendor, por el ancho mar.
Por el horizonte va, a lo lejos veo el sol."

Aquellos niños cantaban mientras caminaban por un sendero opuesto. Eran todos niños sin cabello. Sujetándose las manos, con atuendo de budistas, con rosarios, cada vez que cantaban, ese rosario iba girando alrededor de sus manos, como si tuviera vida. Oraciones, canciones, que Dios esté aquí. Que escuche sus plegarías. Cada niño estaba buscando la vida de un budista. Ser uno con Dios y la natureleza.

O eso entendía aque joven de cabellos blancos, cuando se cruzó con ellos, haciéndoles una reverencia. Llevaba en las manos una cesta de frutas y vegetales. Recién salidas del campo. Se veían tan llenas de vida, le provocaban una alegría algo tan simple pero hermoso.

-hey! Saeran! sigue caminando

-Ah! perdón, Esperame Rei -el joven corrió tras la chica, como era de costumbre. Siempre siguiéndola.

-Saeran... no te esfuerces tampoco. Debes cuidarte -le puso una mano en la mejilla.

-lo sé... pero -sonrojandose- yo mismo me ofrecí a acompañarte.

-te lo agradezo enserio -sonriendole- pero aún no estas para hacer peso.

-s-soy todo un hombre fuerte -dijo mirando a otro lado.

Y era verdad, había pasado más de un año desde que él estaba ahí. Alejado de todos, muy lejos. Donde los mapas no se encargaban de remarcar aquel pueblo lejano.  Pero que ahora era un lugar conocido, amado por él. Tan suyo, que cada pueblerino lo conocía que lo conocía, lo saludaba, le dedicaba un "que tuviera un buen día". Muy diferente a cuando llegó ahí. No, su llegada fue el infierno para Ray.

Comienzo del Flashback

Aquel día cuando aquel joven había decidio ponerle fin a su exitencia, cuando no tenía motivo alguno para seguir. El Salvador se fue, Isa tambien lo dejó. Nuevamente era abandonado, a su suerte. ¿Qué caso tenía seguir viviendo?¿Para qué más? Dolía, su corazón, dolía a más no poder. La extrañaba, extrañaba sus flores. Poder verla y tener ya a alguien a quien darselas. Pero ella lo escogió a él. A V. A ese hombre que prometió proteger, todos lo abandonaron. No había sentido.

Por ello, prefirió acabar con todo y con él mismo. Preparó todo y dejó que todos los seguidores se fueran, lo echó de ahí. Nadie debía quedar. Solo él, nadie más.
Había programado todo, solo la llamó una última vez. Para despedirse de ella, para decirle adiós. Y así fue, la escuchó una vez más y fue lo último. Estaba por apretar ese botón. Pero primero miró por el balcón de aquel lugar por última vez. Viendo como era hermoso el bosque donde estaban y donde iba a morir. Como el agua del rio corría, como esperandolo para llevarlo lejos, donde su dolor acabara. Suspiró. Pero aquella puerta sonó.

⁃largo! he dicho que todos se larguen de aqui!

⁃Señor Ray, por favor! -decía un hombre.

⁃LARGO!

El hombre en la puerta parecía eufórico, que no entendía las palabras de Ray. Tocó la puerta una y otra vez. Alterado, diciendo que solo necesitaba una dosis. Estrés. Eso sentía el joven. No podía concentrarse. Hasta que aquel hombre terminó abriendo la puerta a patadones.

⁃Señor Ray, solo necesito una dosis... solo una....

⁃No hay, se acabó. Vete con los demás.

⁃¿QUÉ NO HAY?¿QUIÉN LO DICE?¿COMO COÑO NO VA A HABER? -el hombre tenía la mirada ida pero con los puños apretados- Seguro... seguro usted tiene y no me quiere dar.

HASTA VOLVER A VERNOSWo Geschichten leben. Entdecke jetzt