A San Mungo,¡ya!

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La noche pasó tranquila dándole paso a la mañana, se escuchaba algunos pájaros cantar y los rayos de sol se colaban a través de las cortinas de seda. Newt se removió un poco y su mejilla chocó con algo duro, estaba despierto, pero no quería abrir sus ojos aún así que subió su mano y palmeo aquello era duro y frío, paso su mano de arriba a bajo y logró reconocerlo... Las aventuras de Peter Rabbit, recordó la noche anterior y efectivamente solo se habían dormido, no hubo tiempo para dejar todo en su lugar. Sintió a Tina removerse y en un lento pero exacto movimiento ella lo atajó en un abrazo, como muchas otras veces lo hacía, la rodeó con sus brazos para darle seguridad y sin darse cuenta se durmió nuevamente.

Pasó tal vez una hora de sueño más y la lechuza picoteaba la ventana desesperadamente, se veía fatigada. El magizoólogo sintió a lo lejos de su sueño un ulular cansado, abrió los ojos por pura inercia y pudo notar a su lechuza, se levantó rápido y abrió la ventana para dejarla pasar, el animal voló por la habitación y dejó caer el paquete en las manos del mago con suma precisión. Éste tomó una fuente con agua desde el baño y lo dejó a la lechuza para que se hidratara.

Miró el reloj en la pared, las 11:36 de la mañana, ya era tarde, pensó, tomó su varita y se sento en el escritorio, la blandio y el paquete se abrió, levitando en el aire. Él volteó para mirar a Tina, la cual dormía plácida aún, sonrió ante la imagen que le daba su esposa.  Volvió su vista al escritorio, una placa color oro con letras negras dejaba ver su procedencia 'Editorial: Obscurus Books', dio un gran suspiro, no se sentía como la primera vez, pero era igual de emocionante tener ese paquete en sus manos nuevamente sin saber, estar en incertidumbre si te aceptan o no, el estómago se le revolvió.  Se aventuró y finalmente lo abrió, la perfecta letra ligada del Sr. Lowell le daba el sí para poder hace los cambios que el pedía, mando instrucciones y el día y hora de la junta.  Su estómago se quejó, esta vez no eran nervios, era hambre, decidió bajar y al pasar a la cocina chocó con alguien que le hizo sacar su varita de la impresión. 

—Lo siento... ¿Newt?... –la chica de cabello rojizo y tés blanca, volteó, sonrojada y sorprendida.

—Sí, soy yo. Bunty, ¿cuando llegaste?  –inquirió mientras guardaba su varita y cerraba unos cuantos botones abiertos de su camisa pijama.

—Bueno, preferí venir hoy ya que noté que salen siempre los sábados y así no les incomodaria.  –aceptó mientras apagaba la tetera de la cocina. 

—No eres molestia en realidad...

—No vendré más...

Ambos hablaron al mismo tiempo, al magizoólogo le costó procesar mientras miraba el suelo, levantó su vista hasta ella, fruncio el ceño de manera dudosa.

—Como... ¿Como que no vendrás más?  –inquirió Newt, mientras pasaba su vista del suelo a los ojos contrarios.

—Preferí buscar otro trabajo, no puedo estar yendo y viniendo en tu casa, con tu familia presente y...

—Para nosotros no hay problema.

—Hoy me vine a despedir de todos, lo siento.  –la chica tomó su taza de té y se retiró.

—Espera... Bunty

Newt la detuvo desde el hombro y al momento que volteó se separó de ella de inmediato, se puso una mano en la nuca mientras miraba el piso.

—¿Que sucede, Newt? 

—Luego de las festividades, volveré de lleno al trabajo, a la División de bestias y bueno, podrías ir conmigo puedo tener una asistente, solo era yo quien no la quería. 

La bruja rió suave, ella intentando esconder aquel sentimiento y él siendo tan... tan él. No era amor, pero el hecho de que lo encontraba guapo, nadie se la sacaba de la cabeza, además, y más que nada eso, era que le agradaba y encantaba demasiado estar con criaturas mágicas.

•Conociendo el amor• [NEWTINA] Where stories live. Discover now