Capitulo 20 - "Orgullo", "Deseo", "Pereza"

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Nota de autor

Hola de nuevo. Lo prometido es deuda, aunque admito que me retrasé más de lo que me hubiera gustado para terminar este. Espero que les guste.

—X—

Elsa

La siguiente habitación era la capilla de la Torre, se encontraba totalmente desolada, con las bancas arrojadas por todo el lugar y unas pequeñas velas iluminaban lo iluminaban. Desde la gran estatua de Andraste, el cuerpo inerte de un caballero templario se encontraba ahorcado con una cadena negra; un escalofrío recorrió la espalda de Elsa. El ambiente cambió de inmediato, sintiéndose más pesado y lúgubre de lo que ya era.

—Tengan cuidado, algo anda mal aquí—. Elsa advirtió a sus compañeros.

Alistair y Anna bajaron con cuidado al templario colgado, dejándolo en el frío suelo de mármol. Leliana revisó con pesar en el cadáver de una hermana de la capilla. Morrigan fue al fondo buscando entre las estatuas y figuras caídas, a la izquierda de la rubia. Wynne buscó en un viejo cofre, ubicado a la derecha de Elsa. La guarda gris se acercó hasta una estatua caída, justo al centro de la capilla, con cuidado se arrodilló hasta la altura.

Algo yacía entre los escombros profanados, una pequeña filacteria de cristal que, de alguna forma, había quedado sellada por el sólido cincelado de piedra. El área era antinaturalmente fría. En el interior del frasco, unas formas oscuras nadaban alrededor de un trozo de papel. Elsa entendió de que se trataba mientras se estremecía.

"Es un Regresado", pensó, "si lo libero, será muy difícil derrotarlo. Pero tampoco puedo dejarlo aquí". La última vez que enfrentaron a un Regresado, casi los derrota y Anna estuvo a punto de perder la vida, y solo gracias a Jowan y su magia de sangre, pudieron salir victoriosos. Elsa meditó por un momento, trazó un plan de ataque y decidió ponerlo en marcha.

—Escuchen todos—. Alzó la voz—. Necesitamos enfrentar a un Regresado. La mejor forma de hacerlo es guardar nuestra distancia, sin embargo, lo que más lo daña son los ataques cuerpo a cuerpo.

—Anna y yo podríamos atacarlo con nuestras armas—. Propuso Alistair—. Mientras ustedes lo dañan desde con magia y flechas.

—No bastará con eso—. Elsa negó con la cabeza—. El Regresado que enfrentamos en Risco Rojo demostró que necesitamos algo mejor. Una trampa...

—¿De qué tipo?—. Preguntó Leliana casi al instante.

Y así se hizo. Con suerte, la trampa mantendría al Regresado ocupado mientras los guerreros atacaban por su espalda. Leliana intentaría buscar puntos débiles en su armadura y casco, para introducir flechas incendiarias, potenciadas por la magia de Morrigan. La hija de Flemeth haría trabajar sus habilidades nigrománticas, al intentar apartar al demonio del orgullo que poseía el cadáver del antiguo guerrero de Tevinter. Wynne se mantendría lo más lejana posible del Regresado, protegida por un glifo de repulsión. Y Elsa debía usar sus habilidades arcanas lo mejor que pudiera.

"La magia de hielo no funcionará contra esa cosa", recordó, rezando al Hacedor para que el plan funcionase. Elsa se lanzó un hechizo, proporcionándole una armadura natural, haciendo su piel tan dura como la roca. "Espero que con esto alcance".

Todos fueron a sus posiciones. Leliana se cubrió tras un grueso pilar cincelado, al sureste de la habitación. Morrigan se ocultó al otro lado, en el noroeste, detrás del altar al Hacedor, para su disgusto. Wynne fue la que más alejada quedó, ubicándose al lado de la puerta por donde entraron. Anna y Kristoff esperaron con sus espadas en mano, la primera a la izquierda de la estatua caída, mientras el segundo, a la derecha de esta. Elsa se acercó nuevamente a la filacteria.

Últimos Guardas GrisesWhere stories live. Discover now