CAPÍTULO 33.

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Estoy jodida, completamente jodida.

Calmo mi pequeño ataque de pánico tranquilizando mi respiración, relajo mis músculos y me hago al dolor, este momento iba a llegar, pero no creí que fuera tan rápido, suelto un suspiro y giro lentamente.

Damián se esconde en mi pecho y abraza con sus pequeños brazos mi cuello evitando ver al hombre que está al frente de nosotros, nuestras miradas se encuentran y un jodido escalofrío me recorre, siento que el busca mi mirada cuando la bajo solo por unos segundos, creí que podía hacerlo, pero el tenerlo de nuevo frente a frente, me destroza.

Vamos Alex habla, camina, corre, ¡haz algo!

Mi cuerpo no reacciona y solo estamos ahí viéndonos, paralizados, siendo invadidos por los recuerdos de nuestro pasado, el movimiento de Damián me distrae, el deja de esconderse y fija su mirada en el hombre que tiene en frente de él.

Ares lo mira atónito.

—Alex, ¿Quién es? —pregunta casi en un susurro, yo dirijo la mirada a Damián al igual que Ares, lo está observando detenidamente, analizándolo.

—Es mi hijo — recalco el , Ares arquea una ceja.

—¿Quién es el padre? — pregunta de nuevo, nos miramos esta vez lo veo un poco furiosa.

—No forma parte de nuestra vida, murió.

El niega casi de inmediato, comienza a acercarse acortando nuestra distancia, evito retroceder.

—No está muerto —susurra.

Estamos cerca, y volver a tenerlo de esta manera me desconcierta a la vez que tontamente me alegra, Damián está mirándolo con curiosidad, incluso la expresión que hace es igual a la de Ares.

—Si lo está— intento mantenerme firme, pero mis ojos se comienzan a cristalizar y mi respiración se acelera, un gran nudo se forma en mi garganta haciendo más difícil el hablar.

Vamos Alex, tu eres fuerte.

—Alex ¿Quién es el padre de este niño? —hace una pausa y se acerca un paso más—solo quiero que lo digas—susurra.

Nuestra cercanía permite que su mano acaricie con suavidad una de mis mejillas, lagrimas caen por ellas y ahogo los sollozos, lo odio tanto.

No, no lo haces.

—Es tu hijo Ares — se lo digo por fin, dejo de sentir su tacto y sus ojos se cristalizan mientras busca en mis ojos que mis palabras sean sinceras, mi pecho se encoge al verlo tan débil, tan asustado.

—¿Por qué no me lo dijiste? — pregunta en un hilo de voz.

Retrocedo un paso tomando distancia entre nosotros, muerdo mi labio conteniendo mi sufrimiento.

—Porque tú tienes a tu esposa y a tu hijo, no me necesitabas y yo no te necesitaba a ti, me dejaste muy claro que no sentías nada y que todo fue una farsa, si Ares, escuché todo lo que dijiste en esa oficina y tampoco es que hayas hecho algo para detenerme, me dejaste ir, no te importo lo que sentía, solo jugaste conmigo y creeme iba a decirte sobre mi embarazo, pero tú no habías perdido tiempo en reemplazarme con otra mujer y comenzar a crear tu propia familia— la furia habla por mí, el comienza a negar y veo como lagrimas rebeldes caen por sus mejillas, me mira dolido.

—No Alex, maldita sea, solo dije eso para que mamá pensara que no sentía nada por ti, no quería que ella te haga daño, Katherine estaba embarazada, pero no era mi hijo era del nuevo conductor así que todo se terminó, ella se fue a vivir con el papá de su hijo y yo quede soltero otra vez, intente buscarte para decirte que era un mal entendido, Alex yo...-me explica todo lo que paso y no puedo despejar mi vista de su mirada, la sinceridad es visible, pero me es difícil confiar.

El Príncipe.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora