Capítulo 23 - La culpa es del alcohol

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Lo primero que noté al despertar fue que mis párpados se sentían pesados, mi boca seca y mi cuerpo adolorido

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Lo primero que noté al despertar fue que mis párpados se sentían pesados, mi boca seca y mi cuerpo adolorido. Como pude me levanté de la cama y al instante que toqué el piso varios recuerdo de anoche me vinieron a la cabeza. De inmediato me toqué la sien sintiendo un dolor intenso en cuanto mis ojos se abrieron y no pudieron acostumbrarse a la luz que entraba por la ventana.

—¿Por qué tomé tanto? —susurré porque si hablaba en tono normal mi cabeza estallaría. Seguía con la ropa de anoche y estaba sudando del calor que hacía. Me tambaleé hasta el baño y abrí el grifo, de inmediato me despojé de mi ropa y entré a la ducha, sintiéndome peor cuando el chorro de agua cayó por mi cuerpo. Era como si mil balas se colaran en mi cuerpo, me dolía tanto la cabeza que apenas conseguí enjuagar mi cabello del champú que parecía no querer dejar mi cuero cabelludo.

Me quedé más tiempo del debido debajo del agua sintiendo mis piernas adormecidas cuando ya no pude soportar más tiempo estar parada. Era sábado y mi único plan era dormir todo el fin de semana hasta el lunes. Así que cogí mis toallas y me coloqué una en el cabello y la otra en el cuerpo. Miré mi reflejo en el espejo lleno de vapor que limpié con mi mano observando que mis ojos estaban decaídos; tenía bolsas negras debajo de mis ojos verdes y mi piel usualmente radiante estaba seca. Parecía un zombie. Y así salí del baño, arrastrando mis pies por el suelo como si fuera una obligación dar un paso más. Pasé por el pasillo hasta la cocina y grité. Grité del susto al ver a Koltov en mi cocina. Mi chillido hizo mi cabeza terminara por estallar. Sentí como si alguien me abriera el cerebro para luego darme cuchilladas. Cerré los ojos un momento cuando el mareo vino a mí, dejándome desestabilizada por un instante.

—¿Qué haces aquí? —intenté susurrar de nuevo cuando me sentí en condiciones de hablar. Estaba sin salir de mi estupefacción cuando lo observé tomar una taza y dejarla en la isla frente a mí. Me incliné, la taza estaba llena de café. Ni siquiera eso ayudó a salir de mi atontamiento. ¿Qué hacía Koltov en mi departamento?

—¿Recuerdas algo de anoche? —Fue lo único que respondió cruzándose de brazos como si fuera una madre molesta con su hijo. Por supuesto; yo era el irresponsable hijo y él la madre molesta.

Mi corazón latió deprisa por aquella pregunta. Negué con la cabeza cuando en realidad sí recordaba gran parte de anoche. Solo no quería pasar vergüenza de nuevo. Estaba tan abochornada que de un momento otro mis mejillas pasaron de ser pálidas a rojas. Mi rostro ardía mientras miraba a cualquier lugar menos a él. Imágenes de lo que había dicho y hecho llegaron a mi mente como ráfagas. Recordaba cada segundo de anoche, había estado tan melosa con él que no sabía cómo podía mantenerme en pie frente suyo. De solo pensar en lo que había hecho bajo los efectos del alcohol las ganas de arrastrarme por el piso y esconderme bajo la mesa del comedor eran enormes. Si no fuera por la pequeña sonrisita de su parte ya hubiera estado bajo la mesa en dos segundos. Decidí ser valiente y avancé hasta la isla de la cocina, tomé mi taza de café con ambas manos bajo su atenta mirada y olí el contenido, sintiéndome un poquito mejor que hace unos segundos. Pero solo un poquito.

Lo que dure nuestro amor | ✓Where stories live. Discover now