Capítulo 33 - Cambio de idea

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Aquella noche dormí como una bebé, sólo porque lo hice junto a Andrew en su cama

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Aquella noche dormí como una bebé, sólo porque lo hice junto a Andrew en su cama. La nubla del licor desapareció poco a poco mientras estaba recostada junto a él. Como sabía a la perfección sobre su insomnio, dejé que me arropara. Me recosté con comodidad sobre pecho mientras desde su iPod salía en bucle las canciones del playlist que hice para él. Por aquello me quedé dormida ni bien cerré los ojos. Seguía con la ropa de estar en casa pero nada de eso me importó porque estaba con él.

🎵 🎵 🎵

Mis ojos aletearon antes de poder abrirlos por completo. Ni bien lo hice supe que fue la peor idea de todas. Me estalló la cabeza ni bien mis ojos percibieron un halo de luz. Los cerré con fuerza pero ya era demasiado tarde. Me llevé las manos a la sien cuando sentí un fuerte dolor. Tenía la garganta seca y la lengua pastosa, lo que significaba que estaba atravesando una fea resaca en toda regla. Sintiendo mis músculos dolorosos, me levanté, asustada por encontrar a Peludo a mi lado. Me volteé en redondo sólo para encontrar que el lado de Andrew se encontraba vacío.

Con las pocas fuerzas que tenía me apoyé en la cabecera de su cama. En la mesita de noche había un vaso de agua y al lado una pastilla. No había nota, pero supe que Andrew lo había dejado. Tan amable de su parte. Él ya sabía que hoy tendría el peor dolor de cabeza. Si yo sufría con esto sólo cuando me emborrachaba, no quería imaginar lo que él sentía cada vez que las migrañas venían a él.

Extendí mi mano hacia mi celular que reposaba tranquilamente a mi lado. Cuando lo desbloqueé vi que estaba en modo avión. Miré la hora, asustada al ver que sólo quedaban cuarenta y tres minutos para nuestro examen de Psicología General.

Me levanté de un salto ignorando los mareos por aquel brusco movimiento y corrí al baño. Me lavé la cara con rapidez. Me calcé en mis zapatillas y sin tener tiempo a dejar una nota, salí del departamento de Andrew al notar que él no estaba por ningún lado. Con mi teléfono en mano lo llamé, pero no contestó. Una vez que estuve en mi departamento me despojé de mi ropa y dejé mi teléfono cargando porque le quedaba poca batería. Una vez que estuve bajo el chorro de agua tibia, me sentí un poco mejor. Aquellas tantas veces que había prometido no tomar en el pasado, me supieron a nada. Era obvio que no podía cumplir una promesa ni a mí misma.

Cuando logré reunir toda la energía posible, salí de la ducha y con mi toalla envuelta corrí a mi habitación. Eran más de las 8 a.m. y yo ni siquiera tenía listo mi bolso. Como pude me vestí mientras secaba mi cabello en la toalla. Entré al baño para peinarme, pero me detuve en cuanto mis ojos vieron mi cuello a través del gran espejo. Llevé mis manos allí notando los chupetones que cubrían gran parte de lado a lado. Horrorizada con aquella visión, me hice una trenza rápidamente con el cabello mojado pero fue imposible poder ocultar las manchas. Mi cabello era muy corto y los chupetones muchos.

Sin mucho más por hacer corrí a mi closet y saqué una bufanda anudándomela con sumo cuidado para ocultar las visibles marcas rojas en mi piel. Una vez que tuve éxito y me veía decente, cogí mi bolso y metí lapiceros en él antes de desconectar mi teléfono y meterlo allí a toda prisa. Me lo colgué al hombro y salí corriendo.

Lo que dure nuestro amor | ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora