That day - thirteen (3/5)

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Dazai observaba de brazos cruzados el progreso de Chuuya con los años.

El pelirrojo era agraciado, incluso, para dar una patada que podría decapitar a alguien.

Con 13 años de edad, Dazai podía afirmar que Chuuya cada día era más apuesto. Un pre-adolescente muy bonito a decir verdad.

Y estaba cien porciento seguro que lo que sentía, no era envidia. Él solo admitía que Chuuya era alguien lindo y ya.

Ciertamente, los movimientos del pelirrojo eran hipnotizantes y peligrosos en igual medida.

— Debes comer o te vas a fatigar — Habló una vez el pelirrojo hizo una pausa.

— Está bien. Ya acabé. — habló mientras cogía una pequeña toalla y limpiaba su rostro de cualquier rastro de sudor.

Se acercó al castaño y éste le extendió una botella de agua que no dudo en beber hasta acabar todo el líquido.

— Ahora que lo pienso... — Comenzó a hablar calmo — Siempre fuiste muy flexible. — comentó.

Dazai recordó las veces que jugó con Chuuya a esconderse por toda la Port Mafia. Y, aunque pareciese una locura, Chuuya era tan escurridizo que una vez lo encontró dentro del horno de la cocina, dentro de la secadora, dentro de la lavadora... y otros lugares peligrosos que siempre agradecía que estuviesen apagados o desconectados.

— Pareces cómodo con cualquier disciplina que entrenes. Haz progresado bastante. — Le sonrió sutilmente.

Chuuya sintió sus mejillas tibias.

— Gracias — susurró casi inaudible — realmente me gusta mucho.

— Así veo — soltó una pequeña risa.

Chuuya solía ponerse nervioso hasta el fastidio cada vez que Dazai mostraba esas expresiones, porque, sinceramente, no sabe en qué momento el castaño comenzó a ser cada vez más amigable con él.

Le gustaba, porque desde un principio quería ser cercano a Dazai, pero a veces era tan sorpresivo que terminaba cohibido, y aquello le inquietaba.

Aunque no iba a negar, que por cada cumplido que le daba Dazai, sus labios se curvaban en una inevitable sonrisa.

Esa tarde, ambos comieron juntos antes de que el castaño partiera a una misión.

Chuuya se quedó en la habitación leyendo un libro y así las horas pasaron.

Entre letras, hojas viejas y las expresiones de Chuuya cada vez que leía algo que lo emocionaba.

Se preguntó cuántas horas habrían pasado cuando sintió el sonido de la puerta abrirse. Con una sonrisa dejó a un lado el libro, emocionado de comentar con Dazai sobre la historia que tanto le estaba gustando y que pronto acabaría.

— ¡Volvist---! — El rostro de Chuuya se volvió tan blanco como el papel y sintió una sensación de vértigo al ver a Dazai.

Estaba seguro que cuando se marchó, no tenía tantas vendas. Además de que éstas, estaban manchadas con sangre, haciendo obvio el hecho de que eran heridas recientes.

Vendas en la cabeza, tapando su ojo derecho, un yeso en la pierna izquierda, y lo más evidente de lo grave que estaba, era aquella muleta con la que se ayudaba para caminar dentro de la habitación.

Chuuya no sabe cómo fue que llegó hasta Dazai. Con un nudo en la garganta, y terriblemente angustiado y asustado, ayudó al castaño a que tomara asiento en su cama.

𝚁𝚎𝚌𝚒𝚙𝚛𝚘𝚌𝚊𝚕 • Soukoku • FinalizadaWhere stories live. Discover now