Principio 5: sabios silenciosos

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Una acción irrefutable vale más que mil palabras. Las personas más coherentes internamente no necesitan ser artistas del verbo, pues sus acciones hablan por sí solas. Con esto no quiero decir que debamos dejar de usar el lenguaje correctamente ni mucho menos ni que dejemos de expresarnos bien, simplemente es más importante el qué decimos frente al cómo lo decimos. Decir lo que merece la pena ser dicho. Pensar antes de hablar. Pensar previamente todo lo que se vaya a decir. Puede que sacrifiquemos un poco de labia y espontaneidad, pero la consecuencia de esto será convertirte en una persona mucho más sabia, coherente y, probablemente, más admirada por los que te rodean. En conclusión, cuanto más sepas, menos querrás hablar por hablar. (Otra consecuencia de hablar menos es que seguramente cuando hables los demás te escucharán más atentamente). A veces tanto lenguaje sobra.

Cuentan que cuando alguien trató de convencer a Diógenes (principal representante de la escuela cínica y el cual nos enseña a ejercer el derecho de la protesta y a ser libres y autónomos) mediante argumentos complicados de que el movimiento de los objetos era una simple ilusión, éste, para refutar su retórica, simplemente se levantó y comenzó a caminar en silencio de un lado a otro. No dijo nada, pero su mensaje implícito, sin palabras, demostró mucho más que con ellas: el movimiento se demuestra andando simplemente.

Por último he de citar que Zenón de Sitio (fundador de la escuela filosófica estoica) dijo a un sabio hindú a propósito de su suicidio que prefería ver a un solo indio dejarse quemar lentamente a prender de manera abstracta todas las demostraciones sobre el dolor. Acciones, no palabras.

Principios para la felicidadWhere stories live. Discover now