Principio 7: la vida <<sin vergüenza>>

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Diógenes fue un filósofo (como la mayoría de los mencionados) que nació alrededor del año 400 a.C. en Sinope (ciudad a orillas del mar Negro) y falleció en Corinto en el año 323 a.C. A Diógenes lo apodaron el perro debido al estilo de vida que llevó y a sus comportamientos de poco pudor, desvergonzados y mal vistos por la sociedad. Vagabundeaba, hacía sus necesidades donde le venía en gana, vestía con un manto y su casa era un tonel. Podemos pensar que su objetivo era cambiar los valores y costumbres convencionales y las normas éticas. No era un revolucionario sino un rebelde que buscaba su absoluta libertad para diferenciarse del resto de personas, que estaban y estamos condicionados. Como dato curioso, murió por comerse un pulpo crudo.

Este hombre no conocía ningún tipo de vergüenza, no tenía pudor con nada. Su lugar favorito para ser rebelde era el ágora de Atenas, donde se masturbaba en mitad de aquella plaza, escandalizando a los ciudadanos, comía sin pudor o hacía lo que le viniese en gana según el momento. En una ocasión un ciudadano le reprochó el estar comiendo en medio del ágora, y el le respondió: <<Es que precisamente en medio del ágora he sentido hambre>>. Su estilo de vida era como el del animal al que hacían referencia con su mote: comía sin preocuparse por lo que le rodeaba cuando lo necesitaba, y su vida se basaba sólo en satisfacer aquellas necesidades básicas que satisfacemos todos, animales y humanos (la diferencia es que los humanos incorporamos muchas más necesidades, y realmente no necesarias).

Diógenes no tenía ningún miedo a ser criticado socialmente, ni tenía esa necesidad de aprobación que solemos tener todos. Escandalizaba a los demás, lo que le otorgaba poder sobre las otras personas inconscientemente. El miedo a hacer el ridículo nos esclaviza psicológicamente, y otra de las muchas formas de ser feliz y ser libre es liberarse de los grilletes que nos impiden salir de nuestro verdadero ser y mostrarnos cómo somos sin el miedo al qué dirán. Una práctica contra la vergüenza puede ser exponerse y afrontarla a propósito, exponernos públicamente. Ayuda a endurecerse a la larga, porque hasta que no hacemos lo que tememos, el temor no muere. El beneficio va a ser más grande de lo que pensamos, pues quizás hagas cosas maravillosas que antes no pudiste hacer.

Además, considero la impopularidad muchas veces como un bien y no un mal, ya que eso significa que no vas por el camino que te sugieren la cultura y el resto del mundo. Si realmente dijésemos lo que pensamos, la mitad de la gente no compartiría ni tu mismo parecer ni tus mismos gustos. Tener mala reputación a veces puede significar que no estás influenciado por los demás, que ofreces resistencia a esta influencia. Cuando veo a alguien que es admirado por muchas personas, me suelo preguntar: <<¿Qué habrá hecho mal?>>.

Opto por llevar una vida''sin vergüenza''. Lo pongo entrecomillado porque, obviamente, no hace falta comportarse como el perro para demostrar que no necesitamos la aprobación de todos.

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⏰ Last updated: Apr 03, 2019 ⏰

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