El gran día.

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Narra Aristóteles:

Hoy es el gran día, el día donde comenzaría una nueva vida con más libertad, libre de las cadenas que me tenían atado.

En este mundo todos debemos escoger con quien estar, a quien amar. Nadie puede venir y imponernos algo a lo cual no estamos familiarizados.

Nadie puede llegar y obligarnos a amar, el amor es como cuando te quedas dormido; al principio es lento para finalmente dejarte ir de golpe.

Nadie logra entender en que momento es cuando estás totalmente hasta el fondo, tanto que simplemente te ahogas en el mar de aquellos ojos que te atraparon.

Aquel amor que te hace valiente, fuerte. Que te hace querer luchar por todo y contra todos.

¿Tenia miedo? Por supuesto que lo tenía, tendría que enfrentarme a mi familia, lastimarla y seguramente me alejarían de ellos.

¿Valía la pena? Claro que si, Temo valía la pena.

Temo me había enseñado a amar, a ver el mundo de colores y no sólo a matices blancos y negros.

Temo había sido el pincel que con delicadeza y sin salirse de la línea había coloreado mi horizonte, había coloreado mi futuro.

Tristemente en este mundo nuestras castas juntas son mal vistas.

Nos ven como bichos raros cuando realmente sólo somos dos personas que se aman.

¿Que de malo tiene si el es omega y yo alfa? Estaba seguro que nos complementabamos ala perfección, encajabamos cual piezas de un rompecabezas especial.

Temo y yo somos especiales, brillamos como las estrellas que por las noches alumbran guiando a aquellos que están perdidos.

Durante mucho tiempo me guiaron a mi también, me llevaron de la mano por un sendero oscuro, pero hoy por fin están dispuestas a soltarme dejando mi corazón en manos de mi pequeño omega.

Estoy seguro que ahorita mismo el cielo nos está brindando su bendición para estar juntos.

Ya que se que desde la primera vez en que nos vimos las estrellas del universo se alinearon para poder admirarnos más de cerca, estoy casi seguro que el universo nos mira y sonríe al saber que ahora mismo estábamos dispuestos a dar el siguiente paso, a ser libres.

Como todos los fines de semana, mi tia Blanca organizaba una comida en el edificio pero en esta ocasión nos había pedido que llegáramos formales ya que nos tenía una sorpresa.

Mi mamá y papá se fueron junto con Arquímedes a casa de mi tía Blanca para ayudarle a terminar de decorar.

Por otro lado, decidí quedarme para llegar junto a Temo, quería estar con el, ya que hoy era el día, el gran día.

Mientras me miraba en el espejo  ajustando los detalles de mi atuendo, tenía que decir que los tirantes me sentaban muy bien.

Sentia muchas emociones dentro de mi las cuales se reflejaban en mis ojos ala perfección.

Miedo, tristeza, emoción.

Quería ser feliz, y lo sería; junto a Temo y con el universo a nuestro favor, estaba seguro que todo iría de maravilla.

Baje corriendo las escaleras hasta llegar al departamento de los López donde toque la puerta  y abrió Lupita, la pequeña hermana de mi omega.

Ella traía un vestido rosa pastel y su cabello largo suelto.

-Hola Ari.- Me saludo la niña para hacerse a un lado dejándome pasar á su departamento.

-Hola Lupita, Y ¿Temo?.- Pregunté mientras lo buscaba con la mirada sin éxito ya que este no se encontraba por ningún lado.

-Se está cambiando, pero ven. Vamos con mi Papancho y Julio.- Ella me tomo con su manita para jalarme hacía la sala donde estaba Julio y Pancho sentados.

-Hola Julio, Francisco.- Salude cuando logre llamar su atención.

-¿Qué onda mi Sofocles?.- Al parecer a Francisco jamas se le quedara mi nombre.

Me reí para sentarme en medio de el y Julio, mientras Lupita tomaba asiento a lado de su gemelo.

Pancho me platicaba algo sobre el mercado, y la burra pero sinceramente no podía prestarle atención ya que no dejaba de pensar en que le diría a mi familia.

Estaba muy nervioso, las manos me sudaban y la garganta me ardía.

Pero todos esos malestares se fueron en el momento en que vi a Temo pasar bajo el marco de la puerta.

En ese momento abrí la boca sorprendido por lo hermoso que se veía mi omega.

Traía un saco de color azul pastel al igual que sus pantalones y una camisa de vestir blanca, su cabello estaba perfectamente acomodado hacia un costado fijado con gel y su carita tenía un bello color carmín. Sus bellos ojos cafés brillaban al contacto con la luz artificial de la lámpara y sus labios estaban humectados por el bálsamo que seguro había utilizado.

Me levanté aún sin emitir ningún sonido, embobado con su belleza.

-T-te v-vez h-hermoso Temo.- esquive le mesa para poder estar más cerca de el.

-Gracias Ari, tu también te vez muy bien.- Tenía unas inmensas ganas de besarlo, de devorar sus belfos aterciopelados.

-Ari tiene razón mijo, vas derramando aceite.- Pancho se paró a lado mío poniendo un brazo en mis hombros.

Sus perfectas y suaves mejillas se encendieron en un color carmín, tenía la vista más espectacular. Me sentía muy afortunado.

-Pero es hora de que nos vayamos, no queremos llegar tarde ¡Vámonos calcomanías!.- Pancho palmeo mi hombro gritándole a las calcomanías quienes corrieron ala puerta seguidos por Pancho dejando a Temo y a mi completamente solos.

Mire a Temo de arriba a abajo mientras me acercaba lentamente ahogandome en su exquisito olor a cerezas.

Lo tome de la cintura y el enroló  sus brazos en mi cuello.

-Estoy enamorado de ti.- Susurre en su oído para después dejar un corto beso en su suave mejilla.

- Como yo de ti, Ari.-  Sus bellos ojos brillaban y sus pupilas dilatadas me miraban con dulzura asiendo que mi corazón brincara de alegría.

Me acerqué rozando nuestros labios los cuales encajaban perfectamente, Temo y yo éramos el uno para el otro.

Lo tome más fuerte de su cintura para acercarlo más a mi y profundizar nuestro beso a lo que el deslizaba sus manos entre mis cabellos sosteniendoce de mi nuca.

Nos separamos lentamente dejando nuestras frentes unidas rozando nuestras narices.

-Hoy es el día mi amor.- Susurre sin abrir los ojos.

-Hoy es el día mi amor.- Repitió Temo. 


Maratón:

1/3

¿Cerezas? o ¿Naranjas?; omegaverse Aristemo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora