CAPÍTULO 7 ( CLASE DE MONTAR)

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“Querido rey Andrew Westergaard de las Islas del sur, la presente carta es para darle la información que prometí sobre su hijo el ex príncipe Hans Westergaard. Debido a mis constantes viajes fuera de Arendelle por razones diplomáticas y económicas que usted entenderá no eh tenido el tiempo ni la disponibilidad de estar pendiente de su hijo, sin embargo eh asignado esa tarea a uno de mis hombres de confianza. Según la información que me han dado… Es que el joven Hans ha tenido un comportamiento medianamente razonable en mi reino, se ah desempeñado con responsabilidad y arduo trabajo a cada una de las labores asignadas, ah cumplido al pie de la letra cada trabajo por más duro que sea. No obstante debo informarle que no todo son buenas noticias, lamentablemente ah desobedecido durante mi ausencia una de las ordenes de mi hermana la princesa Anna, en realidad no ah sido algo de lamentar sin embargo eh hablado yo misma con él para que me diera a entender por que tal desobediencia y la excusa que me ah dado en realidad me dejó sin palabras. No eh podido ser cruel y dura frente a su respuesta pues si yo estuviese en su lugar y extrañara mi hogar y a mi hermana menor también lo haría, siendo sincera no esperaba esta declaración por parte de su hijo, y no quiero tenerlo mucho tiempo aquí puesto que no hay acto más cruel que tener alejada a una persona de sus seres queridos, mi intención es que el regrese a su nación lo más pronto posible y le pido su majestad que por favor reconsidere un poco la posición de él y me permita regresarlo en el menor tiempo posible a su reino. Sin más que mencionar, me despido solicitando de ante mano un poco de compasión hacia el joven Hans ya que en realidad se ve que se esfuerza y esta arrepentido por su comportamiento, deseo prosperidad para su reino, cordialmente y con aprecio. Reina Elsa de Arendelle”
-¿Es en serio su majestad?
- Hans no me estoy riendo, no deseo tenerlo mucho tiempo aquí… (Lo decía sentada en un cubo de paja en las caballerizas, mientras el joven aún estaba desconcertado por lo que acababa de leer)
-Bueno… Si eso ya me quedó muy claro y usted también me lo dejó claro cuando llegué aquí, pero no me esperaba esto… En primer lugar que usted me permitiera leer la carta que le enviará a mi padre, y en segundo que usted abogara ante él por mi de la forma en la que lo esta haciendo. En realidad es usted una mujer maravillosa, bondadosa y muy amable a pesar de mi comportamiento.
-No es necesario tanto alago Hans, solo hago lo que creo que es correcto. Usted reconoce que cometió un error y se ve que esta dispuesto a reivindicarse mis padres me enseñaron que la intención es lo que cuenta, no se que intenciones o… Bueno, si se que intención tenía usted al querer hacernos daño a mi hermana y a mi y eso no lo voy a olvidar tan fácilmente pero ahora veo en usted la intención de recuperar su honor, de enmendar sus errores y en especial en limpiar su nombre. Veo cada uno de sus esfuerzos y eso para mí es lo que cuenta.
-Entiendo su alteza, y en realidad se lo agradezco mucho… Sin embargo debemos esperar una respuesta por parte de mi padre.
-Eso es lo que me temo Hans, que el no quiera ceder… No sé, tal vez el tiene sus razones pero no sé. Yo solo quiero devolverlo a su nación, de hecho no le veo la necesidad de estar aquí todavía, por mi lo enviaría ya mismo a su casa.
-Yo lo sé su alteza.
-Bien… Emmm ¿Me permite la carta para enviarla?
-Claro, claro si su majestad.
Sin pensarlo dos veces, a la hora de entregar la carta el joven en un impulso de agradecerle a la reina por su bondad decidió abrazarla. En el momento en el que Elsa sintió el abrazó quedó petrificada, no tuvo ni tiempo de alejarse del joven para evitar ese contacto con el.
-Lo lamento su majestad… Solo que no pensé que usted me quisiera ayudar de esa maner…
La rubia inmediatamente reaccionó lo interrumpió.
-No era necesario. No me gustan las muestras de afecto.
-Si su alteza, lo lamento y le pido mil excusas por mi impulso se que no hay justificación para tal atrevimiento. Pero en realidad nunca jamás nadie me había ayudado como usted, primero me da asilo en su reino, me brinda un lugar para dormir, comida, ropa, evita que yo quede a merced del mar y de que muera en altamar… Y ahora esto y todo esto a pesar de mi comportamiento.
La monarca solo se quedo sentada viendo y escuchando todas y cada una de las palabras que el joven decía. No podía creer que el se sintiera tan feliz de que alguien mostrara compasión por el. Tal vez de pequeño y por ser el menor de doce hermanos no había tenido la fortuna de ser tratado con respeto ni con compasión…
-No entiendo por que dice eso Hans, yo creo que en su familia alguien tuvo que haberlo tratado de buena manera, se que los hermanos a veces podemos ser un poco crueles con nuestros menores pero no creo que tanto para que usted se sienta así… Yo nunca podría tratar o bueno… Nunca podría volver a ser mala con mi hermana menor, Anna es todo para mi, es mi único familiar vivo y es mi adoración a veces me enfado con ella por que es excesivamente exasperante, pero nunca eh llegado a ser completamente mala con ella. No puedo…
-Eso tal vez es por que son ustedes dos solas… Pero cuando hay más hermanos de por medio hay más competencia.
-¿A que se refiere?
-Pues majestad, vera… Cuando hay más de dos, o cinco, u ocho hermanos es más difícil todo, por que todo es una competencia por demostrar quien es el mejor…
-¿Competencia?
-Si, siempre todos quieren demostrar ante papá y mamá quien es el mejor, quien es el más querido. ¿A quien quieren más? ¿Quién es el favorito? ¿Entiende?
-Uhmm no, mis padres siempre nos trataron a las dos por igual… Aún a pesar de… Mis poderes, papá nos consentía a las dos de la misma forma, mamá era igual de justa con ambas. A mí siempre me exigieron un poco más pero tal vez por que yo debo ser el ejemplo para Anna.
-Bueno… tal vez para ustedes fue más sencillo por que son solo ustedes dos. No había más competencia.
-Jajaja bueno, yo nunca vi a Anna como competencia y eso que ella era la menor… Por lo general suelen pensar que era la más consentida y a la que más querían pero no. Siempre nos trataron igual a las dos… Sé que nos querían por igual a ambas.
Eso era algo que Elsa cuando era niña ponía en duda, por que con ella solían ser más exigentes. Pero entendió tiempo después que era por que esperaban que ella fuera la reina de Arendelle y que por ley le correspondiera ser la sucesora de sus padres. Ambos se quedaron en silencio un rato, hasta que Elsa se puso de pie.
-Bien, debo irme… Debo enviar esta carta a su padre en el menor tiempo posible (Mientras se pone de pie y se aleja un poco del lugar donde estaba sentada)
-Si, claro… Le agradezco mucho que me permita leer la carta antes de enviarla. No esperaba este gesto de su parte reina Elsa.
-No es nada. Con permiso.
Cuando la rubia estaba por irse el ex príncipe llamó de nuevo su atención.
-¡Majestad!
-¿Si? (Volteando levemente la cabeza hacia donde estaba el joven)
-Quiero en verdad agradecerle este gesto… ¿Cree que haya algo que pueda hacer por usted?
-Jajaja no Hans, como le dije… Solo hago lo correcto.
-Espere… No se valla.
Elsa se dio la vuelta completa para mirarlo de frente…
-En verdad quiero compensar esto. Y creo que tengo una idea de como agradecerle tan noble gesto de su parte…
Elsa lo miró confundida… El joven extendió su mano hacia la reina, la cual solo se quedó observando, le daba pánico tomar la mano del muchacho.
-Yo sé que dadas las circunstancias majestad es difícil tomar mi mano ahora, solo quiero que confíe en mi. En verdad quiero mostrarle algo.
La rubia tenía miedo de congelarlo al tacto, sin embargo el joven insistió.
-Es que debo irme… Yo…
-Tranquila, no voy a hacerle daño majestad. No es mi intención. (La interrumpió)
Elsa extendió la mano derecha y tomó la mano del joven, el la guió hacia más adentro de las caballerizas, ella nunca había ido más hacia adentro… La única vez que había ido hacia allá había sido la vez que tuvo que hablar con el por desobedecer las ordenes de su hermana menor. El joven tenía la mano de la reina con mucha delicadeza, la fue guiando a través de las caballerizas pasando junto a varios ejemplares que ella nunca había visto, pasó junto a los ejemplares de sus padres y al verlos no pudo evitar sentir nostalgia, recordó las veces que subió al caballo de su padre y las muchas veces que subió a la yegua de su mamá pues era más mansa y tranquila. Sin darse cuenta estaba llorando, pues sintió a sus padres cerca al ver sus caballos, inmediatamente secó sus lagrimas sin que Hans se diera cuenta. Finalmente el joven se detuvo para voltear a ver a la reina y poderle enseñar lo que quería enseñarle, cuando la volteó a mirar notó que sus ojos estaban llenos de lagrimas y se veía algo triste, hizo un recorrido mental de la caballeriza, recordó los caballos de los difuntos reyes de Arendelle cayo en cuenta de que muy seguramente la Reina Elsa había visto los ejemplares de sus padres y se había entristecido, sintió mucho pesar por ella quien diplomáticamente trataba de disimular su tristeza.
-Hans yo no debería estar aquí… Yo debo.
-No majestad, espere no se vaya aún… Debe conocer a alguien.
-Es que yo…
-¡MIRA!
Al abrir la puerta de la caballeriza el semblante triste y melancólico de Elsa cambió por completo, sus ojos azules se dilataron y brillaron de una forma que Hans nunca había visto, esa mueca de tristeza que trataba de disimular desapareció por completo para convertirse en una sonrisa, una sonrisa como la de una niña pequeña. En frente tenia a la yegua más perfecta y hermosa que jamás habría podido imaginar, por fin conocía a su propia yegua, nunca la había visto pero no había imaginado que fuera tan hermosa. Era un ejemplar esplendido, una yegua completamente blanca con la cril rubia y en algunos mechones teñida de un azul similar a su vestido favorito. Sus pestañas encrespadas y su cola finamente trenzada en muchísimas trenzas delgadas y pequeñas todas delicadamente peinadas y organizadas una tras otra. Sus cascos eran de un tono azul suave, brillantes completamente nuevos pues nunca nadie la había sacado a montar. Era tan perfecta, estaba tan bien cuidada que no parecía que ella nunca la hubiese conocido.
-¿Es mía? (Preguntó con una risa nerviosa y algo tímida)
-Si majestad, esta es su yegua… Es muy bella ¿Verdad?
-Es preciosa, en realidad nunca la había visto, no pensé que fuera tan perfecta.
-En realidad es un ejemplar esplendido, en mi reino no tenemos ejemplares como ella… Es muy hermosa.
-Si… es muy bella.
Elsa no podía creer que jamás había visto a su propia yegua, y en el fondo se arrepentía de no haber pasado tiempo con ese precioso animal. Sentía ganas de acariciarla pero le daba miedo hacerle daño.
Hans solo podía observar como Elsa observaba con amor y desdén la yegua. No podía creer que en serio jamás la hubiese visto pero solo con observarla se dio cuenta que la monarca no mentía.
-Acaríciela majestad, es muy mansa… Es noble y dulce (La acariciaba mientras hablaba) Ella en realidad es muy tranquila.
-No, no quiero hacerle daño.
-No, no lo va  a hacer… Solo debe acercar su mano con cuidado hacia ella. –Hola- (Le decía el joven a la yegua mientras la acariciaba)
Elsa solo pudo soltar una leve risa.
-Le gusta que le den zanahorias y manzanas. No tenga miedo ella no le va a hacer nada y usted tampoco, solo es para que ella confíe en usted.
Elsa extendió la mano izquierda para acariciar a animal, sin embargo sintió miedo de congelar al animalito e inmediatamente retiró la mano.
-No, no puedo no quiero lastimarla.
-Majestad, si no me ah hecho daño a mi en todo este tiempo que eh sostenido su mano, créame que no le va a hacer daño a ella. Se lo aseguro.
Elsa notó que en todo ese tiempo había estado de la mano del joven sin haberlo soltado ni un minuto. Inmediatamente soltó a Hans, notó que no había congelado al joven… No tenía sus guantes de Satén puestos y no había congelado a Hans.
-Tranquila, solo acaríciela despacio.
La rubia se acercó un poco a la yegua, y extendió su mano izquierda sobre la nariz del animal, al sentir el contacto con ella soltó una risa nerviosa… Nunca en su vida había tenido tal contacto con un caballo, despacio siguió acariciando la yegua cuando de repente vio que su cola se movía de un lado a otro.
-Le gusta que la acaricie majestad… Jajaja le agrada.
Elsa solo podía ver al animal a los ojos y en los ojos de este se veía el agrado y la confianza que la chica le inspiraba.
-Hola… No me comas.
-Jajaja majestad, los caballos no comen personas.
Hans tomo una manzana que estaba en una cubeta en la parte externa del cubículo de la yegua y se le entregó a Elsa para que se la diera.
-Mire dele esta manzana, cuando se la dé va a reafirmar que ella puede confiar en usted.
Elsa tomo la manzana y con cuidado la acerco a la jeta del animal, la yegua comió la manzana de la mano de la reina, lo cual le provoco cosquillas en la palma de la mano, soltando una risa por parte de ella… Elsa nunca había tenido esa sensación de confianza en otro ser.
-Se la comió toda, y me hizo cosquillas. (Dijo mirando la palma de su mano)
-Confía en usted… Es un ejemplar que no sale mucho su alteza, algunos de sus empleados la sacan no muy lejos de aquí para que se ejercite un poco… Pero en realidad no es tan lejos, todos tienen miedo de que escape o algo y no quieren tener problemas con usted.
-No… Que no la lleven lejos, es muy bella y no quiero que se pierda.
-Y… ¿Si la sacamos a dar un paseo?
-¿Qué? No, no, no. No sé hacerlo.
-Yo puedo enseñarle su alteza. No hay problema.
-No Hans me da miedo que tal vez… Yo… No
-Tranquila, solo la llevaremos a ella, no iré en otro caballo para no dejarla sola majestad. Yo la guiaré para que este tranquila… De hecho nadie ah montado a esta yegua por lo que sé, solo la sacan a pasear y a hacer ejercicio pero nunca nadie se ah subido en ella.
- Por eso mismo… Mejor no.
-Majestad, como va a saber si algo le gusta si no lo ah intentado… ¡Vamos! Yo la guio no voy a dejar que ella se estrese y que usted caiga si eso es lo que la asusta… Ella confía mucho en usted, por que no demostrarle que usted confía en ella.
-No lo sé…
- Vamos, inténtelo. Su nombre es SnowFlake si usted la llama por su nombre ella ya a saber que es su ama y tendrá más cuidado aún.
Elsa tenía miedo de subir al caballo, pero muy en el fondo quería intentarlo…
-Vamos majestad, va a ser muy divertido.
-Uhmmm ¿No me va a dejar sola verdad?
-No majestad, voy a estar a su lado guiándola.
-Esta bien… Pero no me valla a dejar sola por favor.
-Tranquila, espere debemos ponerle la silla.
Elsa solo se quedo viendo como Hans ponía todos y cada uno de los accesorios de la Yegua… Miraba con atención con la paciencia y el cuidado que el joven colocaba todo en su lugar para que ella se sentara.
-¡Listo! Majestad… (Extendió su mano hacia la reina)
Elsa tomo la mano del joven y con gran dificultad subió al caballo, perdió el equilibrio y cayo en los brazos de Hans, sin embargo el joven con gran agilidad la volvió a ayudar para que por fin quedara sentada… Aun que había quedado mal sentada, ella se había acomodado de medio lado, con ambas piernas al costado izquierdo de la Yegua.
-Emm majestad, disculpe pero… Debe pasar la pierna derecha hacia el otro lado.
-Uhm no. Mi madre me enseño que las señoritas que no estamos casadas debemos sentarnos así. Si me siento de otra manera puede…
Hans soltó una breve risa burlona.
-¡NO ME PARECE DIVERTIDO! Usted es hombre y yo no debo hablar de esto con usted.
-Jajaja majestad, discúlpeme pero en realidad eso no pasa… Para eso es la silla evita que usted se lastime, además si se sienta así de medio lado es mas difícil llevar a SnowFlake, a parte con el movimiento se puede resbalar, puede caer, lastimarse la columna y no será agradable.
Elsa estaba molesta, pues no quería irse abierta de piernas delante de el… Sin embargo tenia razón se podía caer y a penas era la primera vez que montaba al animal y no quería tener una mala primera experiencia.
-Uhmmm me da miedo sentarme así no quiero que…
-Majestad, todo dentro de usted va a estar intacto. Por eso la silla es acolchada. Nada le va a pasar.
-Esta bien… dese la vuelta… Por favor.
Hans se dio la vuelta para no incomodar a Elsa en el momento que se tuviera que acomodar sobre SnowFlake, a duras penas se podía escuchar que estaba batallando para acomodarse sobre la Yegua…
-¿Necesita ayuda su majestad?
-No, estoy bien yo… Puedo sola.
-Bien… me avisa cuando haya terminado.
-Creo que ya…
El pelirrojo se dio la vuelta y al voltear a ver a la reina no pudo creer lo que veía, ella se veía perfecta sobre la Yegua. Se veía más imponente de lo que ya era, su figura elegante contrastaba con la elegancia del ejemplar, su vestido estaba intacto había encontrado la forma perfecta de acomodar su vestido y su capa de una forma en la que ella no quedara tan expuesta había cubierto su pierna derecha con la capa, se le veía algo asustada pues no estaba muy segura de poder con el animal…
-Bien, ¿que hago ahora? ¿Cómo hago que avance?
Hans no podía hablar, nunca la había visto tan perfecta.
-¿Hans? Hans… ¡HANS!
-Aaah amm perdón majestad… Eh si solo tome las riendas de SnowFlake y tire de ellas al tiempo suavemente…
-Me da miedo.
-Esta bien yo… Yo le ayudo.
El chico todavía no salía de su asombro, no podía creer que ella se viera tan perfecta sobre un caballo, la había visto millones de veces pero nunca de esa forma. Hans tomó las riendas de la yegua y la hizo avanzar, avanzo con cuidado para que Elsa se acostumbrara al movimiento de su yegua, sin embargo ella se sentía incomoda y tenía miedo.
-Tranquila, yo la guio con cuidado.
Elsa estaba empezando a sentirse más confiada. Hans la llevaba primero por toda la caballeriza, dándole vueltas despacio.
-¿Cómo se siente su alteza?
-Bien, es una sensación graciosa. Yo nunca había montado sola y es gracioso, siento miedo de caerme y ya me estoy mareando de tanto dar vueltas por la caballeriza.
-Esta bien, si quiere podemos salir de aquí e ir a pasear por uno de los jardines del castillo, o por el bosque.
-Empecemos por aquí cerca para evitar que me caiga si vamos al bosque, después si quisiera ir hacia allá.
Hans la llevo cerca a la caballeriza estaba mas confiada pero no sabia como ella sola llevar a Snow y quería hacerlo sola.
-Bien ahora usted misma debe llevarla, solo sujete con firmeza las dos riendas y tire la rienda derecha si quiere que ella valla hacia la derecha, y lo mismo con la izquierda. Si quiere que ella valla más rápido solo azótela suavemente con ambas riendas.
-Esta bien, quiero que avance más rápido.
Elsa sin pensarlo azoto un poco más que suave a la yegua y esta avanzo demasiado rápido.
-¡Hans! ¡Hans! Ayúdame.
Hans salió corriendo detrás de la yegua que llevaba a una velocidad alta a la reina, Elsa estaba muy asustada y sin querer congelo las riendas del animal. Al congelar las riendas la fina capa de hielo empezó a tomar forma de púas, pequeños trozos filosos que estaban lastimando a la yegua, Elsa notó que la yegua empezaba a casi correr y entró en pánico.
-¡Hans! Auxilio…
-Elsa debes tranquilizarte (Le decía mientras corría detrás de ella, se desvió hacia la izquierda para poder alcanzar a SnowFlake pues veía que la rienda izquierda era la que más Elsa estaba tensionando y por ende la yegua voltearía en algún momento hacia ese lado) Escúchame Elsa, debes tranquilizarte, bríndale calma.
-No… (Tenía la respiración agitada y no podía hablar del susto que tenía, no podía pensar en nada. El miedo la invadió y el cuerpo no le respondía)
De un momento a otro, Elsa sintió un tirón del lado izquierdo y la yegua frenó, la forma en la que lo hizo fue muy brusca, Elsa se levanto involuntariamente por la fuerza de la frenada cayendo de nuevo pesadamente y bruscamente sobre la silla de montar, hizo una mueca de dolor, sin embargo al voltear a ver Hans había alcanzado a la yegua y la estaba sosteniendo mientras miraba con miedo a la reina.
-¡Elsa! ¿Estas bien? Tranquila ya te tengo, solo fue un susto.
- Quiero bajarme de aquí… (Casi no podía hablar, lo que había dicho lo hizo con una voz hecha susurro)
-No, no te bajes… Espera.
Hans hizo un sonido y la yegua más tranquila bajo un poco, el puso su pie en el pedal de la silla y se subió a la yegua, quedando detrás de Elsa, en ese momento tomó las riendas del animal pasando sus brazos hacia las riendas alrededor de Elsa, ella estaba tan llena de pánico que a penas notó que alguien había subido detrás de ella. Hans empezó a guiar a la yegua de vuelta hacia la caballeriza sentía el cuerpo de Elsa temblar, de un momento a otro empezó a andar un poco más rápido para que Elsa pudiera salir del trance de pánico que tenía estaba como ida del miedo que sentía.
-¿Por qué estamos yendo mas rápido? (Preguntó la rubia)
- Para que se le pase el susto majestad, si andamos más lento, más de miedo se va a llenar.
Elsa salió del pánico que tenía al oír la voz de Hans venir de atrás de su cabeza.
-¿Qué? ¿Qué esta haciendo en mi yegua Hans?  Yo… No le… Eh permitido subir conmigo.
-Ya lo se alteza pero es para que usted vea la forma en la que se lleva a un animal, si quiere ir más rápido solo avíseme.
-No… No quiero ir más rápido, quiero que la llevemos a la caballeriza. Y yo no le autoricé subir conmigo.
-Esta bien alteza, la voy a llevar a la caballeriza y le enseñaré como bajarse.
La monarca estaba sumamente molesta por el atrevimiento de Hans al subirse con ella en su yegua, no podía creer que el se tomara esas atribuciones sin preguntarle, sin embargo al sentirlo tan cerca no pudo ocultar una sonrisa torpe, empezaba a disfrutar el paseo de vuelta. Finalmente al llegar a la caballeriza Hans se bajó primero del animal para ayudar a la reina a bajar, extendió la mano y con cara de pocos amigos Elsa la tomó, acomodo su capa cosa de que no quedara muy expuesta por su vestido y bajo del ejemplar.
-¿Se hizo daño su alteza? ¿Le duele algo?
-Uhm ¡NO! No debo responderle eso, además no es de su incumbencia Hans.
Era obvio que algo le dolía, se veía molesta e incomoda.
-Reina Elsa créame que no era mi intención, yo quería enseñarle a montar en realidad espero que no se haya hecho daño.
-Eso usted no lo puede saber. Con permiso
Hans se quedo viendo como Elsa se alejaba del lugar rumbo al castillo, estaba preocupado pues el golpe que se dio contra la silla había sido algo fuerte por la forma tan brusca en la que logró detener el caballo. Esperaba en realidad que Elsa no se hiciera daño y que por esa experiencia no se alejara de su yegua pues era la primera vez que ella se acercaba al animal y no valía la pena tener miedo por una mala experiencia.
Al llegar al castillo, Elsa estaba roja de la ira y sentía un poco de dolor en la parte baja. No podía creer que Hans la convenciera de montar. Al ver a Kai y sin mediar palabra…
-Trae al medico real Kai, necesito que me revisen.
-¡Majestad! ¿Se siente bien? ¿Ocurre algo?
-Solo tráelo, eso es todo.
El hombre no pregunto más, solo se dirigió en busca del medico. Elsa se encerró en su habitación se sentó en la cama y se quedo mirando hacia la puerta… Estaba aún temblando del miedo, pero en especial tenia miedo de haberse lastimado.

Hola chicas espero que hayan disfrutado este capítulo las que no entienden lo del golpe con gusto les explicó. En la antigüedad se tenía la creencia de que las mujeres que no estaban casadas, que eran vírgenes aún no debían o en realidad no podían sentarse en un caballo con las piernas de cada lado por que el movimiento del caballo las desvirtuaba, recordemos que Elsa y Anna son como de 1840 la época medieval donde una mujer debía ser bien portada y virtuosa la única forma en la que una mujer debía perder la virtud o la virginidad era con su esposo después del matrimonio, de lo contrario ya no era considerada una mujer virtuosa y digna de un hombre... (Que horror)
Espero que les haya gustado este capítulo, no olviden votar y comentar. Esto me motiva a seguir escribiendo, hasta una próxima actualización les envio un abrazo a todas bye bye.
👋😊

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