Dos

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En el camino encontramos un carrito que afortunadamente vende café. Justo lo que nos gusta a Gabriel y a mí para empezar algo nuevo. Y lo digo literal. Siempre que hacemos algo que es nuevo para él o para mí nos tomamos un café, o algún alimento que lo contenga, como algún dulce o pan. Depende del lugar.

—Dos cafés negros, por favor —pido al señor del carrito.

—Con gusto —me sonríe, y le regreso una simpática sonrisa de mi parte.

Dirijo mi mirada a mi alrededor, es un nuevo vecindario; ni Gabriel ni yo conocemos a alguien de esta ciudad. Papá dijo que ésta me duraría más que otras, que yo tenía cosas que hacer en esa escuela. Y pues, con eso quiso decir que, sin importar sus salidas, yo tendré que quedarme quiera o no.

—Buenas —habla el ángel a mi lado.

—¿Qué? —me repongo de mis pensamientos.

—Hay buenas almas aquí —responde, tomando los dos cafés en sus manos.

—Muchas gracias —le digo al señor, dándole el dinero de las bebidas calientes.

—A ustedes —vuelve a sonreír —. Y bienvenidos al vecindario, niños.

Abro la boca en sorpresa de que se haya dado cuenta de ello, pero la cierro sin decir nada. Me doy la vuelta y vuelvo a caminar junto a Gabi.

—¿Gabi? —le llamo, él levanta su mirada hacia mí —. ¿Crees que soy buena o mala?

Como lo usual en él, sonríe. Le da otro sorbo a su café y yo le copio en su acción, después se humedece los labios y con una sonrisa tierna responde:

—Cada que estamos a pasos de iniciar clases, haces la misma pregunta —bajo mi mirada ante su comentario y soplo mi café antes de darle otro sorbo, éste nubla mis lentes un poco—. Y te responderé lo de siempre, tú eres lo que quieras ser. Sí, puedo ser tu ángel guardián para guiarte por el buen camino, pero no te puedo obligar a ser algo que no eres.

Me detengo en seco, Gabriel da unos tres pasos más antes de darse cuenta que no le estoy siguiendo.

—¿Qué pasa? —su semblante cambia a preocupación.

Antes de poder decir nada, corto la distancia entre nosotros y le doy un fuerte abrazo a este chico que ha estado literalmente a mi lado desde que tengo memoria.

—Siempre estaré para ti, Selene —susurra a mi oído, acariciando mi cabello con su mano libre y con la otra sujetando mi cintura.

—Estoy lista para iniciar —digo, separándome de él —. Vamos a hacer travesuras.

—Tú eres la única que las hace —Gabriel ladea la cabeza —. Por suerte, muchas veces tú misma lo reparas.

Sonrío y le doy otro trago a mi café. Seguimos nuestro camino, y en éste muchas personas nos saludan y dan la bienvenida a lo que solo asentimos. Después de unos quince minutos, al fin hemos llegado a nuestra nueva escuela, International Knowledge High School.

—Hemos llegado, hermosa —suspira Gabriel a mi lado.

—Ni en tus otras vidas vuelvas a llamarme así —digo de manera dura mientras examino la escuela. Cuando dirijo mi mirada a Gabi, él tiene una mirada de pocos amigos, de pronto me siento muy mal —. Lo siento, Gabi. No estaba midiendo mis palabras.

Subo mis lentes por el puente de mi nariz y empezamos a caminar hacia la entrada. Me encanta ver los grupos que se forman dentro de las escuelas, deportistas, nerds, artistas, entre otros. Solo que aquí hay el doble de lo mismo, pero como que unos son chicos buenos y otros no tanto.

Oscuridad o Luz ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora