Capítulo 5

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Media hora había pasado desde que dejó atrás su casa, el zorro daba pasos firmes pero rápidos y juzgando por su expresión se le notaba furioso. Se detuvo a pocas cuadras del edificio donde vivía su hermano, tenía sus dudas sobre lo que iba a hacer.

«No me puedo creer la idiotez que voy a cometer» pensó viendo el edificio desde la lejanía.

A pesar de querer poner en su lugar al lobo, una parte de él pensaba que aparecer de la nada después de diez años de ausencia no traería buenas consecuencias. Sin embargo, tenía decidido ayudar a su hermana a lidiar con él.
Mientras tanto, Max hablaba por teléfono en el interior de su departamento, en su rostro había un pequeño vendaje justo sobre la herida.

Tenemos que hablar, y no por teléfono — dijo.

Ahora no hijo, estoy ocupada, ¿qué es tan grave para que alguien de veinte años no pueda resolver por sí solo? —contestó una voz femenina y suave al otro lado del teléfono. Sin embargo, estas palabras se notaron como una reprimenda.

—¿Y qué es tan difícil para ti si es sobre tu propia hija?

—¿Ahora qué? —preguntó la madre cansada de las insistencias.

Ya te lo dije, no es algo que se pueda hablar por teléfono —respondió algo frustrado.

Solo dímelo y ya.

—¿Acaso no entiendes que...

Unos golpes a la puerta lo interrumpieron y pensando que se trataba de su hermana el cánido se despidió de su madre con un "luego hablamos".
Lentamente se acercó a la puerta y sin siquiera mirar por la mirilla la abrió de golpe, pero al ver que no se trataba de su hermana se tranquilizó.

—¿Si?, ¿qué se te of... —se interrumpió nada más ver al animal del otro lado de la puerta.

Algo en aquel zorro hizo dudar al lobo, el patrón de su pelaje y sus colores le resultaban familiares, pero no sabía de donde.
Tardó un poco en reaccionar, sus ojos amarillos poco a poco se fueron tornando morados y Max retrocedió unos pasos.

—Veo que no me has olvidado —dijo el zorro con una leve y tranquila sonrisa. Entró al departamento cerrando la puerta—. Bonita casa hermanito —dijo mirando a su alrededor.

—¿Cómo rayos?, ¿tú?, ¿qué haces aquí?—preguntó tratando de parecer firme. No podía creerlo, su hermano estaba frente a él. Max quiso seguir retrocediendo, pero ya había llegado a la pared, estaba acorralado y a completa merced del zorro.

Su cuerpo reaccionó ante el miedo, sus musculos se tensaron y su pelaje se erizó, Sin embargo, eso quedó en un segundo plano cuando vio que el contrario se acercaba aún más.

—Seré breve, ya que veo que te incomoda mi presencia —se acercó al lobo hasta quedar frente a él, al hacerlo se dio cuenta de que su hermano menor era más alto por unos cuantos centímetros—. Purpura —dijo mirándolo a los ojos—. ¿Qué significaba?, ¿sorpresa?... No, ¿confusión?... Tampoco —quedó tan cerca que hasta podía sentir la  agitada respiración del menor chocar contra su blanco pelaje—. ¿Miedo?
—preguntó retóricamente.

—¿Q-qué quieres? —inquirió con terror el grisáceo.

—Que la dejes en paz —contestó furioso, pero sin dejar su tono tranquilo—. Y por si no te quedó claro, no te sientas mejor que ella ya que eres una mierda aún peor
—exclamó reprimiendo las ganas de golpearlo—. Y vas a pasar un muy mal rato si sigues con esa actitud hacia ella.

Max ya no aguantaba más, estaba harto de que todos lo manipulen como quieran, sin siquiera pararse a pensarlo dejó salir la furia acumulada durante toda la semana. Lo último que hizo antes de arremeter contra su hermano fue comprobar con la vista si la puerta estaba cerrada, cosa que pudo confirmar al instante.

La evolución de las especiesWhere stories live. Discover now