Tercera parte

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Estuve ansioso todos esos días. Habría sido mucho mejor habernos encontrado el sábado, pero no. Tuve que esperar cinco días hasta poder verlo de vuelta y saber qué es de lo que quería hablar.

Fui diez minutos antes de que den las ocho, y me quedé esperando a Johnny fuera de la tienda. Poco tiempo después salió.

—Siempre puntual tú, ¿ah? — me dijo, sonriéndome. Estaba muchísimo más lindo que de costumbre, aunque no llevaba nada fuera de lo común. Tenía puestos unos jeans negros y una chaqueta de cuero negra.

—No quería hacerte esperar.

—Vamos.

Ambos caminamos la vereda en la que se encontraba la tienda: a la vuelta de la esquina se encontraba el auto de John.

 Comenzaba a oscurecer, era una noche tranquila y algo fresca. Las farolas de las calles que poco iluminaban estaban encendidas.

Miré a Johnny, y en la oscuridad divisé aquél pequeño arito dorado en su oreja izquierda que tanto me gustaba. Johnny se lo hizo cuando tenía 16 años, unos meses antes de que yo partiera a Londres, y siempre le dije cuánto me gustaba que lo llevase. Le quedaba precioso.

Doblamos la esquina, y Johnny sacó las llaves de su auto. No era uno muy bien cuidado, pero quizás era todo lo que había podido costear. Además, lo único que necesitábamos era que nos lleve a donde queríamos.

El Salford Lads era un club recreativo al que solíamos ir con Johnny y algunos amigos cuando éramos más jóvenes. No quedaba muy lejos de donde nos encontrábamos.

John encendió el auto y este comenzó a andar por las calles de Manchester.
Hubo un incómodo silencio durante todo el viaje. No se me ocurría qué decir, y era demasiado molesto que lo único que se escuche fuese el motor del auto. En este tipo de situaciones lo único que se puede hacer es buscar un tema de conversación, o encender la radio. Pero nunca fui bueno conversando, y el auto de Johnny no tenía stereo. Al parecer se lo habían robado. Le podría haber preguntado sobre eso, pero no se me ocurrió en su momento.

A Johnny no parecía importarle el silencio. En uno de los semáforos encendió un cigarrillo, y abrió una de las ventanillas del auto.

Mientras miraba su rostro de perfil, me pregunté a mí mismo por qué Johnny no había ido a la universidad. Sí, era muy bueno con la guitarra, pero él no se dedicaba a eso. Era muy inteligente como para estar trabajando en una tienda de discos. Decidí mejor olvidarlo y no mencionar ese tema.

Cuando finalmente llegamos al Salford Lads, nos estacionamos en la esquina. El ruido del motor había parado, y eso fue un alivio para mis oídos. Observé el Salford Lad desde la ventana. No había cambiado nada.
Ninguno de los dos hizo ademán de salir del auto. Estábamos sentados, Mirando por las ventanas. Johnny tiró la última colilla de su cigarrillo.

—Te extrañé — dije, de repente. Johnny me miró.

—Yo también.

Mis ojos se llenaron de lágrimas. Una extraña necesidad comenzó a surgir en mi interior. Un impulso me llevó a posar mis labios fríos sobre los suyos.

—Lo siento — dije, separándome rápidamente.

—No te disculpes —. Tomó mi mano y me besó otra vez. Me separé nuevamente.

—Tengo miedo de que alguien nos vea — dije. Esa no era una zona muy transitada a esa hora, pero igualmente debíamos ser precavidos. Aunque realmente tenía ganas de besarlo.

Mis mejillas ardían, y para evitar la mirada de Johnny, miré al suelo. Habían algunos papeles de golosinas y paquetes vacios de cigarros. Un pedazo de papel llamó mi atención. Lo tomé. Una fotografía de Johnny, vestido de traje. A su lado, una linda chica vestida de novia.

John me quitó la fotografía de las manos apenas se dio cuenta de lo que era. En su mano derecha, tenía un anillo que no había notado antes.

—Estás... casado.

—Así es. Pero no importa. Angie y yo tenemos muchos problemas. Incluso creo que me engaña.

—Eso no importa. Me besaste.

Estaba comenzando a irritarme. No podía creerlo. ¿Acaso John creía que eso era un juego?

No quise preguntar más. Salí de su auto rápidamente y llorando. Comencé a correr lo más rápido que pude. A lo lejos escuché la voz de John, que me pedía que regresara. No hubo caso. Seguí corriendo.

still ill // marrisseyWhere stories live. Discover now