Cuarta parte

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*Johnny POV*

No fui a buscar a Steven sino una hora después. Sinceramente no sabía si lo que había hecho estaba bien o mal. Sí, le mentí a Steven. Pero también es cierto que Angie me engañaba con un antiguo compañero de escuela o algo así.

Me quedé todo ese tiempo en el auto, y aproximadamente a las 9:45, casi 10 de la noche, fui a buscar a Steven en mi coche.

Sabía perfectamente dónde estaba. El Iron Bridge. Moz siempre se sentaba debajo de tal puente para pensar. Cuando éramos jóvenes, podías encontrarlo allí. Triste. Solo.

Tiempo después, llegué. Estaba nervioso. En todo el trayecto que me tomó llegar allí, pensé en lo que le diría. Pero no se me ocurrió nada bueno.

Salí del auto, y a lo lejos, debajo del puente, cerca de lo que en la oscuridad parecían pastizales altos, estaba ese chico alto del cual no me había podido olvidar jamás.

Me acerqué, con mis manos sudando y mi corazón latiendo muy fuerte. No fue necesario que yo hable primero.

—Te tardaste en venir— dijo, con la vista fija en el agua, sin mirarme.

—Lo sé. No sabía si venir a buscarte o no-. Me senté a su lado—. Steven... Lo lamento. Lo siento tanto.

—Yo también— Me miró. En su rostro había signos de que había estado llorando. Bajo la luz de la luna, sus ojos azules se veían ridículamente preciosos.

Me acerqué un poco más a él, mientras me miraba expectante. Estuvimos callados por unos segundos más. Y, aunque no era un silencio incómodo, tuve la necesidad de besarlo otra vez. Lo hice. Un beso corto, y pronto nos separamos.

De repente, Steven posó sus labios sobre los míos. Una emoción, un sentimiento de nostalgia quizás, se apoderó completamente de mí, y no pude evitar comenzar a llorar, mientras ambos continuamos con ese beso, que pronto se tornó apasionado.

Steven posó sus manos en mis mejillas, mientras secaba mis lágrimas. Yo acaricié su cabello, tan suave como siempre.

Terminamos ese beso, el cual aún recuerdo, por falta de aire. Pero nuestros rostros siguieron pegados, y nuestras respiraciones agitadas se mezclaron, y nuestros ojos cerrados, mientras Steven sonreía. Algunas lágrimas seguían cayendo en mi rostro. Pero eran lágrimas de felicidad. Había extrañando demasiado esas sensaciones.

Se veía exageradamente bonito. No tardé en volver a besarlo, ahora más intensamente, mientras me tiré sobre él. Steven tomó mi cintura, y así, seguimos besándonos, recostados sobre el pasto.

Nos volvimos a separar por falta de aire. Ahora Steven no reía. Mis labios ardían.

—Johnny... no sé si sigo enfermo.

—¿Por qué lo dices?

—No lo sé... ya no es como antes.

Aún sigo pensando en aquello que me dijo. Probablemente haya sido una mentira.

—Pues... a mí me parece que sí. Steven... siempre será como antes para mí. Nunca dejé de amarte— comencé a llorar de vuelta.

—Lo lamento— Moz se levantó del suelo. Su camisa, con un poco de tierra, y su cabello alborotado, me recordaron a cuando éramos niños, y a Steven le daba asco jugar en la tierra como los demás niños.

Steven comenzó a alejarse. Pero no pudo ir muy lejos. No sé porqué, no pude dejarlo ir. Lo tomé del brazo. Ambos estábamos llorando.

Lo tomé de las manos.

—Te amo—le dije.

—¿Y qué pasa con Angie?

—Angie puede irse al carajo. Ya no me importa ella. Perdí el tiempo. Sólo me importas tú.

Steven me besó. Volvimos a besarnos. Esta vez, más apasionadamente, con una desesperación increíble. Nos necesitábamos.

Volvimos a caer al suelo, pero no nos importó. Casi instantáneamente y sin darnos cuenta, nos estábamos desvistiendo el uno al otro.

Había extrañando demasiado a Steven. Había extrañando su cuerpo, su piel, su aroma delicioso, mis piernas al rededor de su cintura mientras hacíamos el amor, su forma de acariciarme delicadamente, y nuestras insaciables ganas de estar pegados el uno al otro.

Permanecimos toda la noche así y, entre beso y beso, nos quedamos dormidos, abrazados, felices y sintiéndonos plenos, completos. La parte que me faltaba había vuelto a mí.

***

Desperté. El sol me daba justo en el rostro. Estaba sudando. Hacía calor. Una mañana algo rara en Inglaterra. Me costó un tiempo acostumbrarme a la intensidad de la luz y no pude orientarme hasta después de unos segundos, cuando recordé porqué estaba en el suelo, casi totalmente desnudo.

Sonreí al recordar la noche anterior. Miré a mi lado. Steven no estaba. Se había ido. Otra vez.

still ill // marrisseyWo Geschichten leben. Entdecke jetzt