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II

Los ojos de JeongHan no abandonaron el horizonte, incluso cuando el sol se ocultaba a sus espaldas y bañaba de naranjo y dorado el paisaje. Todavía parado en el mismo balcón donde vio irse a Joshua junto a muchos hombres desconocidos, los sirvientes intentaron llevarlo dentro muchas veces pero no obtuvieron respuesta. No escuchaba ni hablaba, su mente era un mar blanco de nada que no salía de la sorpresa. Sus hermanos tampoco tuvieron esa suerte y se preocuparon lo suficiente por un soldado que pocas veces demostraba tal tipo de conmoción. Sus manos se clavaron en el barandal de piedra blanca cuando notó nubes negras en su dirección, los rayos parecían caer a la tierra como lo comenzaron a hacer las dudas, frunciendo su ceño cuando la maldición del juzgamiento comenzó a atormentarlo. Joshua los había engañado a todos, él no era un escudero del Príncipe y tampoco fue un general fiel a la corona. Se había ido y los había dejado a todos cuando lo reclamaron, sin importarle la posible guerra que rugía a la vuelta de la esquina y la muerte o la desesperación que vendrían después. Joshua se atrevió a vestir el mismo uniforme de aquellos que, decían defender con devoción, le mintió cuando se había referido a estas tierras como un hogar, llegando al corazón de todos cuando arriesgaba su vida por aquello que luego dejaría atrás sin protestar. Jeonghan clavó una daga imaginaria en la superficie imaginaria del balcón, estaba ardiendo en rabia consigo mismo, a pesar de que su cabeza le dijera que lo lógico sería odiarlo, su pecho se oprimía en preocupación al imaginarse a ese caballero enfrentando la tormenta junto a sus hombres. La imagen de él liderando esa compañía, alejándose gallardamente con su capa al viento, debajo de los flashes de los rayos a su alrededor, no permitió que sintiera la presencia de unos ojos lobeznos en su espalda. Observaban en silencio hasta que vieron la reacción del caballero angelado y supieron al instante, que la tormenta se desataba en un lugar al que ellos no podían acceder, pero sí podían apaciguar. La pareja había observado como JeongHan y Joshua se llevaban lo bastante bien y pronto, cuando los hermanos tuvieron que mudarse al palacio, los dos jóvenes no tardaron en ser compañeros. Siempre se los veía conversando a donde fuesen, JeongHan era un bromista y era raro ver a Joshua enojado por ello, reía un tanto tímido para cobrar su venganza después; la otra parte del tiempo, tomaban largas caminatas en los jardines y las risas podían escucharse desde cualquier dirección del castillo. Ahora eran recuerdos lejanos opacados por lo que había pasado en ese día y los tenía a todos colgando de un hilo, MinGyu tuvo que enviar al vocero de la familia real para explicar lo sucedido y, cuando este salió, JeongHan aún seguía en el mismo lugar. WonWoo sonrió a su futuro esposo y dejó un suave beso en su mejilla junto a un plegaria para abandonar el pasillo. MinGyu miró en dirección a JeongHan en ese balcón y abrió la puerta con miles de cristales para ser escuchado.

—JeongHan. —le llamó con voz fuerte. Para su suerte, el rubio muchacho comprendió y giró como un ciervo acorralado en un risco. —Ven conmigo.

JeongHan siguió al futuro rey un poco cabizbajo, observó por última vez el horizonte teñido de negro y fuego. Había faltado a sus deberes, no tuvo conciencia del tiempo, solo sentía un hueco en el pecho tan pesado como una roca que lo había anclado a ese lugar. Las luces del sol moribundo entraban por las ventanas en azes de luz y teñían la roja alfombra bajo sus pies. Mientras, sobre el camino, un grupo de soldados de armadura y capas negras cabalgaban a toda velocidad ante un gran páramo de césped que, poco a poco, comenzó a convertirse en piedrecillas entre las montañas. JunHui se adelantó a quien los lideraba, la tormenta sobre sus cabezas comenzaba a rugir con más fuerza a pesar de aún no caía gota alguna sobre el suelo seco. Joshua escuchó el galope descoordinado del oficial y subió una de sus manos para frenar la boca de JunHui antes de que dijera palabra, sabía que se preocuparían por su bienestar hasta llegar a tierras que ellos consideraban seguras para descansar.

METANDIA [JIHAN]Where stories live. Discover now