Mamihlapinata

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Capítulo 4

Los banderines negros y rojos adornaban el camino cercano a la ciudad capital. El gran sendero de tierra zigzagueaba entre algunos retazos de bosque cortados por los impresionantes filos de las montañas grises nevadas en su cima. El paisaje del reino era increíble para aquellos que no sabían de él y para los que volvían luego de un tiempo como Joshua, hacía revolotear sus corazon. Encima del lomo de su caballo, era imposible no detenerse a ver los lagos cristalinos cuando el camino era lo suficientemente alto para contemplar lo que los dioses veían desde arriba, el otoño comenzaba a llegar, los árboles pintándose de amarillo y naranja, otros como el fuego sobre sus copas. El reino despedía a su reina pero recibía solo con una fría brisa a su nuevo rey. Joshua movió un poco las riendas para seguir el camino final hasta Castellum. Jun lo esperó más allá, entre las hojas doradas que pintaban el camino.

—Su Majestad, bienvenido.

El Capitán le regaló una reverencia digna de un caballero montado siendo el ejemplo para el resto de los hombres que lo siguieron. El bosque se terminaba, ante ellos la primera gran entrada comenzaba a abrir los barrotes de metal de más de diez metros de alto. Una pequeña muestra de la fortaleza de los caballeros, la gran entrada era una construcción hecha con la misma piedra de la montaña que prestaba su columna como muralla. Solo pequeñas ventanas en la cima le daba vista a los centinelas con ballestas que todo lo observaban. Joshua sintió el orgullo golpear su pecho cuando se halló completamente del otro lado. El verde pasto cubría el pequeño valle entre las montañas, el camino ancho como cualquiera en ese reino para que los jinetes corrieran a donde sea en grandes grupos, los granjeros trabajando la tierra, parándose un momento para rendirles sus respetos. Las montañas cercanas eran altas y blancas por las nevadas tempranas pero el clima era bueno, luego de una segunda puerta la ciudad se abrió para ellos. Los cuernos del ejército negro resonaron, las puertas de maderas se abrieron dejando exclamar el rugido de la ciudad y el choque del metal cuando los lanceros a caballo que estaban delante de la gente, giraron el cuello para ver al heredero y chocaron sus largas lanzas en el suelo. Joshua no supo que toda la ciudad haría un festejo en su llegada, en el cielo volaba papel pintado las banderas estaban por todos lados. Castellum era llamada La Fortaleza del Norte, no tan solo por la seguridad de sus tropas sino porque fue fundada en el valle medio de un cordón montañoso que rodea todos los puntos cardinales de quienes vivían allí mientras que las veredas de adoquines eran ondulantes cuando más se acercaban a la montaña que parecía abrazar miles de casas de roca pura y techos de tejas, por ello, muchos pueblos azotados por las guerras decidian comenzar de nuevo. El grupo avanzó entre la gente por la larga avenida central, muchas lenguas gritaban el nombre de Joshua y otras caras curiosas se amontonaban en grupos. El príncipe, por su parte mantuvo su rictus serio, saludando de vez en cuando, como si de una entrada triunfal se tratara. Jun, a su lado, plantó una sonrisa satisfecha al acontecimiento, era nuevo en su tarea como Capitán y el alto mando del ejército esperaba que pudiese con la misión que se le encomendó. Llegar con el futuro rey en una pieza y sin un hombre caído en el trayecto, era hasta ahora su mejor batalla ganada, aunque su tarea era dejarlo en las puertas del gran Palatium que se alzaba victorioso al final de la ciudad, una estructura difícil de olvidar. Hecho de la misma roca en la montaña, luego de subir infinitos escalones macizos; el palacio real era una obra de arte indestructible. Torres redondas y cuadradas se alzaban más altas, el sol le daba desde el amanecer hasta el ocaso, sus vidrieras brillaban cuando los rayos de luz las tocaban, cuidando de extremo Norte de la ciudad todo el reino, como un vigía de su gente, se sabía que varios corredores estaban unidos a sus pasillos, como venas dentro de las montañas y que solo los criadores de caballos o lo soldados podían tener acceso a pocos de ellos. Los demás eran usados por la familia real. Joshua se sintió extraño cuando tuvo que bajar de su fiel compañero equino y tuvo que subir solitario el infinito camino de escalones delante de él hasta llegar al grupo de hombres y mujeres que lo esperaba en la cima. Una silueta un poco más pequeña que él estaba liderándolos, con su tapado de piel ceremonial, unas cuantas medallas más grande que sus manos y una mirada seria mezclada con un poco de dolor. El pequeño hombre se acercó dos pasos y se inclinó ante él.

METANDIA [JIHAN]Onde histórias criam vida. Descubra agora