Antología

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«Todo comenzó cuando Chūya cumplió 16; era un día lluvioso y él realmente no estaba de humor, y yo como siempre, no sabía el porqué. Sólo podía verlo suspirar con pesadez de vez en cuando, allí tirado sobre su escritorio con la voz del maestro de fondo.

Antes que nada, olvidé comentar que antes de su cumpleaños, un par de meses atrás para ser específicos, descubrí que Chūya me había empezado a gustar. Ese no se qué que sentía cada vez que lo veía me dió a entender la situación en la que me encontraba. Lo malo de eso era pues, eso mismo, que me había ido a enamorar del chico más testarudo y gruñón que conocía.

Pero había descubierto también que Chūya era muy perceptivo, así que no podría ocultarlo durante mucho tiempo. Lo que se me hacía raro era que a él parecía no molestarle eso, como si indirectamente me estuviera correspondiendo.

Y por más que lo quiera negar, pensar en eso me hacía sentir como una de las protagonistas de los mangas que tenía Naomi. Aunque jamás lo diría en voz alta.

Después de oír el monólogo del profesor por al menos una hora tocó el timbre de salida, Chūya salió del salón primero, con un rostro más que cansado. Cuando salí yo me lo encontré en la entrada de la institución mirando al cielo.

Mi casa quedaba más lejos que la suya pero en la misma dirección, así que nos habíamos acostumbrado a caminar juntos.

一Parece que va a llover 一dijo, más para él que para mi. Yo asenti aunque no me estuviera viendo.

Y como si sus palabras fueran un hechizo que desata la tormenta, las gotas empezaron a caer con fuerza, ninguno tenía algo para cubrirse así que no nos quedó de otra que correr. Pero cuando llegamos a un punto dejé de hacerlo y al verme él, se detuvo también.

一¿Qué haces? ¿Quieres resfriarte? 一me cuestionó con un rostro impaciente.

一Tú ya te diste cuenta, ¿no Chūya?

La mueca que hizo me dió a entender que sí.

一¿Podemos evitar todo la palabrería y aprovechar este momento? 一le sugerí mientras me acercaba, no podía abrir bien los ojos por las gotas que caían desde mi cabello pero pude ver sus labios titubeando.

一Tú...

Ese fue nuestro primer beso, desearía agregar más detalles pero la palabra "húmedo" no es algo que quiera usar porque daría a entender otra cosa... y eso.

Luego de ese día me volví más meloso, era divertido molestar a Chūya y más aún cuando lograba que se ruborize. Aunque a veces me pasaba y Chūya andaba con cara larga todo el día. Él también me hacía jugarretas cada vez que podía, su rostro de vándalo riéndose de mí es algo que nunca voy a olvidar.

Como yo tenía el pasatiempo de tomar fotos, le sacaba unas cuantas a él, y también a las plantas. Camino a la institución había una casa con un gran jardín que daba a la calle, a veces nos metíamos ahí para sacar flores, y la mayoría de veces la mujer que vivía en ese lugar nos gritaba desde su ventana.

A Chūya le gustaba bastante la música clásica, lo había pillado una vez tarareando una que conocía. Me había dicho que tenía gusto por el piano, entonces le dije que tomara un curso; según supe después, por medio de su hermana, que él estaba componiendo algo.

Todo iba bien, éramos dos adolescentes tontos que se querían y se molestaban. Hasta que un día, Chūya faltó a clases, no me pareció cosa rara y lo dejé pasar. Me comencé a preocupar cuando eso se extendió una semana, así que fui a su casa a averiguar lo que le ocurría. Cuando llegué su hermana estaba saliendo con prisa.

一¿Kouyou-san? ¿Donde está-

一En el hospital, lamento no haberte avisado.

En ese momento me había dado bastante pena la forma en la que me lo dijo, no quería que se sintiera mal por el simple hecho de no decirme nada. Según Chūya, ella era bastante cuidadosa con lo que hacía, y esas cosas me daban a entender la razón por la que, desde que sus padres fallecieron, la mujer se había vuelto más sobreprotectora.

Me contó que Chūya había salido de su casa como de costumbre para ir a la institución y que luego ya no volvió, y que cuando ella iba a salir a buscarlo llegaron dos oficiales a interrogarla. Al parecer se había topado con pandilleros que le quisieron robar (o así le contaron), y que uno de esos tipos le había pegado con una varilla en la cabeza para noquearlo.

Chūya estuvo inconsciente por unos tres días, y cuando despertó a penas recordaba a Kouyou. Eso fue lo que más me dolió, pero no hice nada, decidí que cuando saliera del hospital hablaría con él.

Pero eso no resultó, esa noche mi padre me dijo que debía viajar por cuestiones laborales, en esos tiempos su carrera como doctor le jugaba en contra porque ciertas veces tenía que salir del país. Él quiso llevarme, eso me mantuvo enojado por unos años hasta que entendí sus razones. Esa misma noche noche hice una llamada, y le pedí a Kouyou-san que no le dijera nada a Chūya, a cambio, ella me pidió que lo arreglara las cosas cuando volviera.

Pasaron cuatro años, decidí seguir con la fotografía, mi padre había establecido permanentemente su clínica en la ciudad y yo vivía con él, de vez en cuando salía a tomar con Ango y Odasaku, unos amigos, ambos mayores que yo. Eran los únicos a parte de mi padre, que sabían sobre Chūya.

No creo que haga falta contar la otra parte, porque ya sabemos que pasó después de que por casualidad, me lo topé en aquel desapercibido parque... »

[...]

Dazai bajó su lapicero y miró a Chūya, quien estaba durmiendo encima del escritorio con un montón de partituras bajo sus brazos.

一Es una linda canción la de nuestra historia, ¿no?

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Ah, ya quería subir esto desde el sábado.

Ciertamente sólo aclaré algunos vacíos argumentales, no quería agregar cosas extra aquí porque esos van para los extras (valga la redundancia :v).

Pd: sigo estando muy agradecida con las personas que leyeron o están leyéndolo uwu♡uwu♡uwu♡.

𝐑𝐞𝐦𝐞𝐦𝐛𝐞𝐫 | 𝐒𝐨𝐮𝐤𝐨𝐤𝐮 𝐀𝐔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora