Nat estaba sentada sobre un cómodo sofá en la terraza de los Barton, llevaba un lindo vestido blanco de encaje que le llegaba por arriba de las rodillas y unas sandalias a juego. La pelirroja llevaba un rato leyendo un poco y contemplando el lindo paisaje verde que rodeaba la casa, el clima era cálido y acogedor, perfecto para perderte en el y en su belleza.
Había decidido alejarse un poco del estruendoso estrés de la torre para tener un tiempo a solas y aclarar sus sentimientos que la traían hecha un desastre.
concentrada en la hermosa vista decidió descansar un poco, recargando su cabeza en el respaldo del sofá y posando el libro sobre su vientre, se permitió cerrar sus ojos y relajarse.
Una suave tonada la sacó de sus pensamientos, apenas audible para sus oídos, por lo que optó por ignorarla y seguir en lo suyo.
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Hasta que sintió un suave tacto cosquilleante recorrer su frente, bajar hasta sus mejillas, rosar su nariz y terminar en su cuello. La chica frunció el sueño extrañada, llevando sus manos hasta aquello sin encontrar nada, por lo que se vio forzada abrir sus ojos con pesadez, llevándose una gran sorpresa.
-¿Qué haces aquí? -Soltó con sorpresa, llevando sus manos hasta su vientre retirando el libro sobre éste, y erguirse un poco sin ponerse de pie aún.
Frente a ella se encontraban aquellos profundos ojos azules que solían quitarle el aliento con frecuencia, sosteniendo entre sus manos un perfecto clavel blanco, el cual extendió sobre la pelirroja, quien la tomó sorprendida. Nat llevó aquel dulce regalo hasta su nariz para olfatear la frescura y pureza de sus pétalos blancos.
-¿Me concede esta pieza linda señorita? -Soltó el blondo con la mirada fija sobre ella y extendiendo la palma de su mano frente a ella.
Natasha no pudo evitar sonreír, tomando su mano para esta vez ponerse de pie, dejando la flor sobre el sofá.
-¿A qué debo tanto atrevimiento, capitán ? -Dijo juguetona.
-Bueno, al simple placer de tenerte entre mis brazos. -Aquello hizo que ambos soltaran una risa cómplice.
Rogers tomó a la pelirroja estrechándola con total delicadeza contra su pecho, pasando sus manos al rededor de su cintura y apretándola a su cuerpo con ternura. Nat cruzó sus brazos para rodear su cuello y aferrarse a él con vehemencia.
-Creí que no sabía bailar, capitán. -Dijo esta vez con coquetería.
-Bueno he tenido una gran maestra.
La pareja comenzó a mover sus cuerpos al ritmo lento de la música, tan tierno e íntimo, olvidándose de todo lo que los rodeada por un instante.
-¿Así? ¿Y cómo es ella? -Dijo sonriendo y con una mirada juguetona en su rostro.
-Bueno ella es muuuuy sexy. -Respondió siguiéndole el juego a la espía, mostrándole una sonrisa ladina.
-¿Así? Dígame que le gusta de ella. -Dijo sonriéndole sin dejar de seguir el ritmo de la música.
-Bueno es muy hermosa e inteligente. Es ágil, intrépida, temeraria, con un gran corazón. Aparte de que baila muy bien, por cierto, tiene unos preciosos ojos verdes en los que me gusta sumergirme. Su cabello rojo cae como cascadas rizadas sobre sus hombros, eso la hace ver muy sexy. Y sus labios, uff que labios... -Dijo soltando aire desde sus pulmones con una sonrisa coqueta en sus labios.
-¿Qué hay con ellos? -Dijo ya sonrojada, tratando de no reír.
-Bueno, tiene unos lindos labios rosados, gruesos y seductores que te invitan a comértela a besos.
-¿En serio? Se oye como la mujer perfecta.
-Bueno, para mi no hay mujer mas perfecta que ella.
-Eres un tonto. -Dijo la chica sonriendo, bajando la mirada sonrojada y hundiendo su rostro en el cuello de Steve.
El rubio la tomó del mentón para levantar su rostro hacia él y comenzar acercarse peligrosamente a sus labios, tentándolos y rozándolos con ternura, para finalmente sellar su encuentro de amor con un suave y delicado beso.
Un beso tan cálido como si fuese la primera vez que sus labios se encontraban. Rogers cortó aquel encuentro repentino con cuidado para acariciar su nariz con la suya y unir sus frentes con devoción.
-Te amo, Sra. Rogers. -Soltó el blondo sobre los labios de la espía.
-Eres lo mejor que me ha pasado en la vida, Steve. -Soltó la chica, separándose un poco y acariciando la mejilla del hombre frente a ella.
-Gracias por devolverme el derecho a ser madre, Steve, por obsequiarme el regalo más preciado que me han dado en la vida, me alegra que hayas sido tú el hombre del que me enamore, el hombre que me eligió para darle una familia.
-Te amo demasiado. -Dijo la chica para unir sus labios con un beso tierno, pero atrevido.
Rogers besó su frente y estrechó a la chica en sus brazos con total dulzura, como si el último aliento de su vida se le fuera en ello, soltando un profundo y cálido suspiro sobre su cuello desnudo, para comenzar a cantar la letra de la canción muy cerca de su oído, casi susurrándole.
Por eso yo te quiero tanto que no sé como explicar Lo que siento Yo te quiero porque tu dolor es mi dolor Y no hay dudas Yo te quiero con el alma y con el corazón Te venero Hoy y siempre gracias yo te doy a ti mi amor Por existir
Natasha se estremeció al sentir sus labio tan cerca de su piel, tentándola y sintiendo como su corazón se hinchaba de amor. No pudo evitar que un profundo suspiro escapara de sus labios, cómplice de unas cuantas lágrimas de felicidad que recorrieron sus mejillas. Steve se separó de ella unos milímetros, para mirar esos ojos esmeraldas que tanto amaba, limpiando así con sus pulgares aquellas gotas traviesas que danzaban bajo sus ojos.
-Valió la pena mi espera y esperaría mil veces más el mismo tiempo con tal de encontrarnos nuevamente, en esta vida o en en la otra. Dijo el capitán sellando aquellas palabras con un tierno beso en su frente, para finalmente hincarse frente a ella, rodear su cintura y llevar sus labios a su vientre abultado.
-Los amo tanto a ambos. Son mi más grande motivo para existir. -Dijo acariciando y besando su vientre con devoción. Sellando así toda promesa de amor hasta la eternidad.
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Me inspiró la canción, espero la disfruten tanto como yo. So cute.
