-Nat, ¿dónde estás? -Gritó Steve al entrar a la hogareña casa en donde habían decidido rehacer su vida.
-Amor... Ya llegamos... -Volvió a gritar, dejando las cosas en el living para dirigirse a la cocina.
El soldado caminó extrañado de no oír ni un solo ruido en toda la casa. Encontrándose con un terrible desastre en la cocina... Humo saliendo del horno, el suelo y las paredes manchadas de salsa para pasta, merengue de pastel escurriendo por todos lados... Spaghettis colgando del techo... Parecía que una bomba había estallado en la cocina...
-Maldita sea... -Se escuchó una voz bastante furiosa provenir del pasillo enredado con un sin fin de expresiones en ruso que Steve no logró entender, pero que por el tono en el que eran pronunciadas, juraría que se trataban de más maldiciones.
-No, no, no... Sal de aquí... -Una Nat cubierta de harina, salsa y crema batida apareció frente a Steve para empujarlo con un mano e intentar sacarlo de la escena del crimen.
-¿Nat qué pasa? -No pudo evitar reírse al ver a su linda esposa echa todo un desastre...
-Steve... Solo sal de aquí, lo arreglaré en un segundo. -Lo jaló con más fuerza para deshacerse de él, mientras trataba a toda costa de esconder su otra mano trás su espalda.
-¡Mami! -Gritó un entusiasmado James, saliendo detrás de su padre, abriendo sorpresivamente sus lindos ojitos azules al ver todo lo que su madre había preparado para su cumpleaños hecho pure sobre las pareces.
-Amor... -Dijo Nat asustada... Esperaba que aquellos dos hombres tardarán más en llegar... Pero no, justamente ese día tenían que llegar temprano.
-¿Qué sucedió, aquí?... -Susurró el pequeñito, recorriendo sus ojos ahora tristes por todo el lugar.
-Amor... Lo siento tanto, mamá lo arreglará. -Le dijo la rusa muy angustiada al ver su rostro decaído, sintiendo que sus ojos verdes ahora comenzaban aguarse y que su voz se quedaba atorada en su garganta al pronunciar cada palabra.
-¿Ese era mi pastel de cumpleaños? -Preguntó James con la frente arrugada y con ambas cejas levantadas en dirección a la plasta de pan que escurria sobre la nevera de la cocina.
-Yo... Prepararé otro, cariño... -Intentó acercarse a su hijo, pero éste salió corriendo al living sin más, alejándose de ambos ex vengadores.
La rusa no pudo evitar morderse el labio para evitar que las lágrimas vencieran la guerra que tenían contra sus ojos húmedos. Ver la decepción en los ojos de su hijo fue como si la hubiesen apuñalado 3000 veces directo al corazón.
-Nat... James es sólo un niño... Pero sé que lo entenderá... -Decidió hablar el Cap, observando el rostro afligido de su chica romperse frente a él en un llanto silencioso.
-Soy la peor madre del mundo, arruiné de nuevo su cumpleaños, seguramente debe odiarme... -Se rompió el llanto finalmente, levantando ambas manos para limpiarse las lágrimas y dejando ver en una de ellas el vendaje que cubría su palma...
-Hey... Alto ahí... ¿Qué te sucedió en la mano? -Preguntó Steve ahora en un tono preocupado y serio.
-Da igual que me sucedió en la mano, Steve... No ves acaso que lo arruiné de nuevo... -Hipó entre lágrimas molesta, dando la vuelta en seguida para correr escaleras arriba y encerrarse en la habitación. El rubio intentó alcanzarla a toda costa, pero ésta le estrelló la puerta en la cara.
-Demonios... -Gruñó Steve de dolor para en seguida tomar su nariz con una mano y tallarla mientras que con la otra intentaba abrir la puerta... Pero tenía puesto el pestillo...
