Capítulo 6

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Al llegar al restaurante, estaciono el auto frente a la entrada y cuando salgo de este, apoyo mi espalda contra la puerta. Me encuentro nervioso, llegue justo a tiempo, ya faltan menos de diez minutos para que el turno de Nathalia acabe.

¿Si la veo que voy a decirle?

¿Qué me perdone por mi imprudencia?

¿Otra vez?

Es que nada más se me ocurre.

Cada vez que trato de idealizar algo, las ideas se esfuman de mi mente. De toda mi cabeza.

Estoy bloqueado de los nervios.

Yo solo deseo volver a verla... invitarla a pasear nuevamente. Y hablar... solo hablar. Arreglar nuestra situación.

Han sido dos semanas de infierno y amargura total. Necesito hablarle, que me perdone y sigamos adelante. Con nuestra hermosa compañía, con nuestra hermosa amistad y...

¡Rayos...! Ahí viene. Y esta preciosa. Trae su cabello suelto y en ondas, viste un lindo vaquero ajustado a su cuerpo y una camiseta azul de corte en v, con unos hermoso tenis color blanco que adornan sus pies.

Que diosa... la más sencilla y hermosa de todas.

Esta guardando algo en su cartera y es por eso que aun, no ha notado mi presencia.

Cuando por fin se despide de la recepcionista y alza el rostro saliendo del restaurante hacia la calle, sus ojos se encuentran con los míos.

Sigo apoyando la espalda sobre el auto y estoy de brazos cruzados, sobre mi pecho, como abrazándome a mí mismo y la miro, con firme atención. Sus ojos en los míos, está sorprendida de verme aquí. Le sostengo la mirada con pasión, lentamente la veo caminar hacia mí y su rostro cambia. Ahora esta triste, sus mejillas comienzan a enrojecer al igual que la punta de su nariz.

Sus hermosos ojos, ahora brillan como aguas cristalinas por el llanto contenido. Veo de reflejo como su cartera cae a paso lento de sus manos al suelo y dando otro paso hacia adelante, ella está sobre mí, dándome un fuerte abrazo, el cual le correspondo con absoluto fervor y necesidad.

Nathalia me ha extrañado tanto como yo a ella y eso me derrite por completo.

Le rodeo la cintura con ambas manos y la aprieto con fuerza contra mi pecho, dejo un camino de besos desde sus hombros hasta su cuello y allí me quedo. Escondiendo mi rostro en el... en su cuello.

El suave aroma de su cabello invade mis fosas nasales y una esencia de rosas predomina mis sentidos.

La abrazo... con más fuerza. Con más pasión.

—Santiago... —La escucho susurrar en un hilo de voz contra mi oído— Volviste.

—Claro que lo hice... siempre lo haría.

—Pero no deberías... —Solloza— No te convengo.

La siento alejarse de mí poco a poco y me desespero.

—Por favor Nathalia... no lo hagas de nuevo. —La tomo de las manos y la aferro a mi lado.

—Santi... debes creerme. Cuando te digo que esto no está bien, es por una razón. —Suspira.

—¡Entonces dímela! —Replico con ansiedad— Por favor dime para poder entender lo que dices. ¡Para poder entender por qué esto no está bien!

Ella va a tomar distancia de mi pero no la dejo.

—Nathalia habla conmigo. —Le susurro en un hilo de voz mientras me acerco a su rostro.

—Es que... —Ella duda y hace ese gesto tan único con sus labios— Si tú lo supieras...

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