Capitulo 3

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«La mentira escondida en la palabra "creer" no la percibí»




Se sirvió por tercera vez una taza de café negro y bostezo con cansancio, mirando hacia su escritorio que tenía libros y hojas sin orden alguno y su portátil encendido. Un ensayo a la mitad que lo estaba estresando. No era lindo.

Su móvil sonó con la melodía que el mismo Aiden había escogido para el entrante de sus llamadas, no fue necesario ver el verificador en su pantalla, sonriendo contesto.

—No, aun no termino. — otro sorbo a su café. — A este paso terminaré recursando con el Profesor Lee. — Suspiro estresado.

Del otro lado de la línea no se hizo esperar el grito desesperado y rabioso del rizado.

—¡Y una mierda! — El castaño escucho algo caer con fuerza, sabiendo de antemano como era su amigo no era necesario preguntar, había lanzado algo con fuerza de puro enojo.

— ¿Cómo carajo nos pide un ensayo de veinte cuartillas para la siguiente clase? — Aiden removía entre su closet en busca de una ramera sin mangas transparente. — ¡es un maldito!— rugió entre dientes, sin dejar de buscar.— ¿Acaso nos cambiamos de carrera? Porque que yo sepa es admón. de empresas no literatura. ¡Somos de números no de letras!

El rizado de cabellos chocolates sonrió cuando encontró la camisa, dejando el móvil en su cama lo cambio al altavoz y empezó a cambiarse.

—¡Qué le den al Prof. Lee! — Aiden cerro su portátil sin guardar su ensayo que ni siquiera iba a la mitad y se despeino sus rizos dejándolos libres y con estilo. — ¡Prepárate baby! — quito el altavoz, agarro su cartera y sus llaves del auto. —Que paso por ti en veinte minutos, ¡nos vamos de rumba!

Sin esperar una respuesta el rizado finalizo la llamada, le importaba una mierda que todos sus compañeros estuvieran matándose por hacer el dichoso ensayo que debía cumplir con todos los requisitos que pidió el profesor. ¡Oh no señores!, él no pasaría su fin de semana encerrado, él quería embriagarse, ligar, bailar y conocer un nuevo bar exclusivo del cual ya tenía buenas referencias.

Salió de su penthouse con esa idea en su mente y estaba seguro como el infierno que arrastraría a Isai con él.

(...)

Las luces del bar parpadeaban al ritmo de la música, el lugar estaba lleno, a pesar de ser muy grande y de dos pisos el rubio podía darse cuenta que el establecimiento cumplía con las expectativas de todos los jóvenes. Era un éxito. Sonrió complacido, fue buena idea hacerse socio de uno de sus amigos para poner en marcha ese lugar como uno de sus nuevos proyectos. Ya había pasado un mes desde que Isabella se había convertido en la esposa de su hermano menor y ellos seguían de luna de miel.

—Vaya mierda. — Soltó por lo bajo riéndose de él mismo. — No debería de ser así.

Ezra cerro sus ojos y respiro profundo, la imagen de Isabella con su vestido de novia riendo y feliz sosteniendo la mano de Marshall le hacía querer tirar y romper todo lo que tuviera a su alcance, él se vanagloriaba por ser un casanova, pesando siempre con la cabeza fría y dejando los sentimientos en un segundo plano. Todo había pasado tan rápido que no supo cuando fue exactamente que termino por enamorarse de ella.

Katherine había empezado ese año con un nuevo objetivo en mente y se lo hizo saber rápidamente a su hijo mayor, alegando que ya era hora de que sentara cabeza y empezara a formar una familia, ella necesitaba estar segura que su linaje siguiera y el rubio ya contaba con la edad perfecta para eso según su madre. Ezra en el primer momento le reclamo por el repentino pedido pues a sus veintisiete años él quería seguir disfrutando de su vida, sin ataduras y compromisos. Sabía que el matrimonio era algo de lo que no estaba exento y también estaba conforme con saber que iba a ser un matrimonio arreglado con alguna joven de elite que tuviera algo que su madre quisiera.

Desposar a Isabella Hastings era sacar la lotería, hija única de una familia respetable y una gran fortuna con una empresa que le hacía competencia a los Coleman eran perfecto, porque de acuerdo con las palabras de su madre no era necesario sumarse enemigos cuando bien podían negociar con ellos.

—Deja de joder con eso. — Ezra abrió sus ojos y giro sobre sus pies para encontrar su mirada con la de su amigo y socio. — Tienes que digerir que ella ya es ajena y no puedes hacer nada.

Alexander no sabía cómo ser sutil y comprensivo con los demás, aun si se trataba de su mejor amigo que seguía sufriendo por una mujer que había jugado con su amor. El pelinegro podía ver en la mirada azulada de su amigo que seguía pensado en ella, pero él no estaba dispuesto a ser su paño de lágrimas.

—Necesito un poco de diversión hoy, pero aun no encuentro alguien que me llame la atención. — El rubio no quería hablar de ella, no otra vez. — Supongo que tu igual, pasar toda la semana encerrado en un salón dando clases no suena muy divertido, ¿o sí? Profesor Lee. — Se acercó de nuevo al barandal que los ubica en uno de los palcos VIP, desde esa zona podían ver sin dificultad la gran pista de baile y la barra del primer piso, los jóvenes se pegaban y restregaban unos contra otros extasiados por la música y el alcohol.

El sudor, la tensión sexual y la euforia podían palparse en el aire.

Alexander se acercó y se situó al lado de su amigo con un vaso de whisky y sonrió sensual. Le daba gracia que Ezra lo mirara como bicho raro por ser un profesor en una de las mejores universidades, tener una vida más relajada y despreocupada. El pelinegro se había distanciado de su familia cuando no quiso estudiar la carrera de médico y formar parte de unos de los mejores hospitales centrales de la cuidad. No estaba dispuesto a tener en sus manos la vida de personas ajenas, literalmente hablando, Alexander nunca lo confesaría, pero le aterraba el saber que alguien dependía de él. No importaba en que forma, el pelinegro no quería una responsabilidad de esa manera.

—Yo también necesito diversión y no juzgues mi trabajo que me encanta. — Tomo un trago de su bebida y paso sus dedos por su cabello negro y liso en forma despreocupada. — Además me encanta hacérselas difícil a mis alumnos. Sus miradas de odio y fastidio me entretienen.

—Eres un maldito. — soltó una carcajada auténtica por lo recién dicho de su amigo. — Nosotros no éramos exactamente los más responsables en cuanto a la universidad. — mantuvo su sonrisa recordando esa época cuando todavía no tenían todas esas mierdas de responsabilidad y demás.

—No la pasábamos de fiesta en fiesta, dormíamos con alguien diferente cada noche y nos embriagábamos sin control. — Ezra le recordó al pelinegro. — Joder eran buenos tiempos.

Alexander frunció el ceño y replico. — ¡Oye! No somos tan viejos, eso apenas algunos años, pero sí, si recuerdo que después de esas noches alocadas terminábamos haciendo los proyectos una noche antes, así que en teoría éramos unos genios.

Los dos rieron recordando. Cada uno ahora tenía una vida diferente, llena de responsabilidades y no podían seguir comportándose como unos críos. Aunque ahora ya siendo de esa manera, no podían dejar ciertos vicios, como el buscar un polvo de vez en cuando y seguir evadiendo y negando sus miedos e inseguridades. Si no los decían en voz alta talvez desaparecerían.

Alexander y Ezra seguían hablando y riendo, pero de pronto las luces se centraron en una parte de la pista en donde se podía ver a un joven bailando y cantando sumamente cómodo, era obvio que disfrutaba de la atención de los demás y seguía en sus movimientos con una sonrisa encantadora y sugerente, claramente invitando y tentando a aquellos que se bailaban junto con él.

La mirada del pelinegro se dirigió al sitio del alboroto y sonrió en victoria, había encontrado algo interesante.

—Creo que encontré con quien pasar el rato. — bebió de golpe lo último de su bebida. — Te veo luego Ezra. — Se despidió, pero antes de alejarse mucho le recordó. — ¡Vamos hombre! Tienes que bajar y disfrutar de la noche.

Alexander bajo con apuro las escaleras y de forma firme se encamino hacia a aquel joven que seguía robando la atención de muchos, se podía ver a kilómetros lo que ese chico buscaba y para suerte del mayor él estaba en busca de lo mismo. 

Tu paraiso mi infiernoDove le storie prendono vita. Scoprilo ora